Categorías
Correr

Malos Conductores

Ahora que estoy corriendo con mucha regularidad he tenido varios encuentros con autos. Hoy en la mañana casi me pega un auto que estaba girando hacia la calle que estaba cruzando. Hace una semanas pasó lo mismo con un auto que venía saliendo de la Policlínica que está al lado del Parque Omar. Pero lo más cercano fue en un Hash pasado: un auto me golpeó.

Veníamos cerrando el Hash corriendo duro, camino a casa. Estábamos corriendo por la acera del lado que nos permite ver los carros que vienen en contra. Por supuesto que ya era de noche, pues había sido un Hash largo que yo mismo había marcado. La calle estaba a mi derecha. Cuando fui a cruzar una boca de calle miré al frente y pude comprobar que no venía ningún auto girando. También pude comprobar que por la mano izquierda no venía saliendo ningún auto hacia la calle principal. No me fijé a la derecha por que hubiese tenido que ver hacia atrás y venía muy rápido para eso. La calle estaba húmeda pues había estado lloviendo. Tenía a Popo corriendo justa a mi espalda, y alguién más venía en nuestro grupo.

En cuanto iba a poner el pié en la intersección escuché a los de atrás avisarme ¡cuidado! Cuando vi a la derecha ya el auto se me venía encima y, si frenaba quedaría muerto justo a media calle. Decidí seguir corriendo como venía. Puedo ver claro, en mi mente, mi pié izquierdo plantado en el piso y el auto acercándose rápidamente – la mujer se había tirado sin ver en nuestra dirección. Logré tirar mi pierna derecha hacia adelante, fuera del camino del auto. La mujer del auto reaccióno cuando me vió justo a un pié o dos de su parachoque y tocó el freno. Creo que esa reacción de la mujer me dió el instante que necesitaba para separar mi pie izquierdo del suelo. Pero no fue suficiente para evitar que el auto golpeara mi pié, que ya era lo único que quedaba en el camino del auto.

El impacto contra mi pié desvió algo de mi momento y casi me choco contra un muro que había en la esquina. Pero pude seguir avanzando sin perder impulso y pasé rozando la pared. Ni paré… Sabía que la mujer iba a quedarse parada un rato donde pisó el freno, esperando que se le pasara el susto. Había bloqueado a los que venían pisándome los talones y no pretendía ceder esa pequeña ventaja. Apreté el paso mientras refleccionaba sobre lo cercano que estuvo ese accidente. Pero todo fue tan rápido que ni siquiera logró entrar en acción mi glándula adrenal. ¡Que lástima! Me perdí de una buena inyección de ese estimulante tan potente.

Por Irving Bennett

Siempre listo.

Deja un comentario