Tenía más de 10 años de no estar en Metetí, Darién. Nunca antes había manejado hasta Metetí. Curiosamente, siempre había llegado a Darién caminando, volando, o en bote, pero nunca manejando. Varias veces salí de Darién en transporte terrestre, pero con más frecuencia salía volando. En aquellos tiempos en que frecuentaba esa provincia, la carretera Interamericana era más bien un camino de lodo.
Mucho ha cambiando ahora: se puede llegar a Yaviza en 6 horas de manejo en cualquier auto. Además, hay fincas con ganado y caballos a todo lo largo del recorrido. Los únicos bosques que quedan en pié a orillas de la carretera están en una reserva indígena. Visité el Filo del Tallo y pude ver que todo la planicie de Metetí es ahora un solo potrero con algunos árbole interspersos. Cada vez los bosques están más remotos. Y se podían ver árboles talados, en grandes cantidades, por varios lugares.
Como nota positiva, visité Ipetí y conocí a Nicanor, un Emberá de la comunidad que fue desplazada de Río Diablo cuando se inundo el Bayano. Hace años que tengo en mente un viaje para subir por el Río Diablo y salir por Narganá. Ya estoy planeando la travesía. Además, pedí unos remos que me tendrán listos en un par de semanas. Pienso regresar a recoger mis remos y luego remar el Ipetí hasta el Lago Bayano. Voy a llevar a mis hijos, para quienes también ordené un par de remos más pequeños. La verdad es que me alegra mucho haber hecho este viaje.
Ahora que el camino está tan bueno (comparativamente) es más fácil hacer viajes cortos a la región. Y los ríos son tan buenos para viajes en canoa, amplios y generalmente cristalinos, sin rápidos peligrosos para viajes familiares. Estoy preparándome mentalmente para el viaje a Río Diablo y la reunión con los Kuna. ¡Qué diferencia tan grande entre los Kuna y los Emberá! En la aldea de Ipetí Emberá la pasamos tan bien. Jamás he pasado momentos tan agradables entre los Kuna.
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