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28km Descalzo

Unas noches atrás me fui descalzo desde El Valle de Antón hasta Las Uvas, en la Interamericana, 28km de asfalto, de noche. No llevaba agua y solamente vestía un pantalón de correr y una camiseta de poliéster. Partí a las 11:00pm y llegué a Las Uvas a las 7:00am, parando a dormir como una hora. No dormí más por que al enfriarme mientras descansaba perdí calor corporal y no me quedo más remedio que reanudar mi peregrinar.

Aprendí varias cosas: a ese ritmo puedo hacer el Ultra Trail de Mont Blanc en 46 horas, dentro del tiempo de corte. Cuando se va lento, 4km por hora, el cuerpo no necesita mucho para mantenerse en movimiento. También, es mejor descansar durante el día, cuando el calor abrasa el cuerpo – durante la noche el frío hace incómodo el descanso.

Mis pies sufrieron muy poco en el trayecto. Al final terminé con una pequeña ampolla en cada pié, en el lado de afuera de cada talón, justo donde hacían contacto con el piso. Yo hubiese pensado que la ampolla debió salir en la parte de atrás del talón, pero estaba equivocado. El agua hizo muy agradable la superficie del asfalto, lo hacía casi sedoso.

Solamente tomé unos sorbos de agua en el camino. Había agua por muchas quebradas, pero, al final, tomé agua que se derramaba de unos tanques de abasto del IDAAN. No tomé mucho por que el chorro que caía era grande y no quería mojarme todo para evitar que me diera más frío. Creo que hubiese podido hacer todo el recorrido sin tomar nada de agua. Un poco más de agua haría más agradable el paseo, pero no era necesaria. Por un breve momento pensé que me iba a descompensar por falta de azúcar, pero el momento de nauseas pasó y pude seguir caminando sin mayor problema.

Voy a volver a hacer este paseo, pero la próxima vez me llevo las Vibram FiveFingers para no correrme el riesgo de cortarme los pies. Al pasar por las cantinas encontraba vidrios por el piso de las botellas que habían roto los borrachos. También me voy a llevar un bastón pequeño para no tener que enfrentarme con los perros de la calle con las manos vacías. Los perros fueron lo más incómodo de la caminata. Varios perros hicieron que se me erizaran los vellos y que la adrenalina me dejará con el corazón palpitando con fuerza. No es agradable tener que hacerle frente a tres perros agresivos a la misma vez. Es fácil asustarlos – sólo hay que levantar la mano como si tuviera una piedra y se alejan. Pero pronto regresan a seguir molestando.

Por último, llevar dinero para el desayuno en Las Uvas es esencial. Cuando llegué a Las Uvas solamente me tomé un vaso de agua mientras esperaba que Lorena, camino a Panamá, me recogiera. Un par de hojaldras con café hubiesen hecho de la espera algo más agradable.

Por Irving Bennett

Siempre listo.

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