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Bocas del Toro a Colón Remando

Chiriquí Grande

Este 12 de julio terminamos de remar de Chiriquí Grande en Bocas del Toro a Miguel de La Borda en Colón. Teníamos años hablando al respecto hasta que logramos concretar el viaje. Mi cuñado Jorge Espino, mi hermano Roger y su hijo Rogelio, Iñaki Lasa y yo fuimos los que quedamos en los botes (había un grupo grande de interesados que al final solo vieron los toros desde la barrera). El viaje fue más difícil de lo que anticipamos y para mí, más memorable de lo que esperaba.

Cruzando a Escudo de Veraguas

El Escudo de Veraguas siempre fue uno de los objetivos del viaje pero cuando concretamos las fechas quedamos con 5 días disponibles para concluir el viaje (3 menos de lo que había estimado originalmente). Cuando partimos, el itinerario era Chiriquí Grande, Tobobe, Río Chiriquí, Calovébora, Petaquilla y Miguel de La Borda. Cuando llegamos a Punta Toro hablamos con la primera persona que apareció y nos preguntó hacia adonde íbamos. Cuando le contamos nuestro destino nos dijo que eso estaba muy difícil.

En Tobobe hicimos nuestra próxima parada y de una vez llegaron varios ngabe. En la conversa nos dijeron lo mismo: la costa estaba muy difícil en esta época del año, septiembre es cuando el viaje se puede. Prácticamente estábamos por abortar el viaje y decidimos salvarlo haciendo una parada en Escudo de Veraguas porque todos decían que ese viaje era más factible. Así es que seguimos bajando por la costa hasta Punta Escondida porque era uno de los lugares donde podíamos desembarcar.

El grupo en Escudo de Veraguas

El cruce de Chiriquí Grande a Punta Toro había estado muy fácil porque la Laguna de Chiriquí está muy protegida y el agua es muy tranquila. En cuanto fuimos pasando Punta Toro ya se iba viendo el cambio: sobre los arrecifes las olas estaban rompiendo con fuerza y se notaba que las olas de fondo estaban grandes. Cuando le dimos la vuelta a Bluefield’s Point y vimos Punta Kusapín sabíamos que estábamos en problemas porque el mar estaba muy enredado con las olas de fondo reventando en el arrecife y el viento soplando con fuerza. Por suerte se nos acercó un bote y nos dijo que teníamos que abrirnos mucho y dar la vuelta lejos de los arrecifes.

Era imposible para nosotros entrar en Kusapín porque las olas cubrían de espuma blanca todo el arrecife frente a Kusapín. Seguimos hacia Tobobe porque no quedaba de otra. Después del descanso y la conversa en Tobobe seguimos nuestro camino hacia nuestro primer campamento de intensión cerca de Shark Hole Point. Justo cuando nos alejamos de la costa nos atrapó la primera lluvia intensa y nos dejó sin visibilidad alguna. Estábamos sobre un arrecife y a duras penas podías ver que teníamos al frente. Cambiamos nuestro rumbo hacia la costa nuevamente porque no queríamos quedar dentro de alguna rompiente. Cuando nos acercamos a otra orilla encontramos un buen lugar donde poder volver a tocar tierra y decidimos que allí acamparíamos este primer día.

Mauricio salió a nuestro encuentro de una vez ya que esta era su tierra. Nos volvió a confirmar que apenas habíamos pasado la parte fácil de nuestro viaje y lo que venía sería más duro. Jorge negoció nuestro campamento y le pidió a Mauricio que nos consiguiera unas langostas. A la hora regresó Mauricio que seis langostas para la cena y las hervimos para acompañar lo que ya habíamos cocinado. Habíamos llevado un gran techo que resultó vital para la cocinada y la conversa porque las lluvias venían intermitentes a través de toda la noche.

Campamento en El Portete

Temprano al día siguiente recogimos nuestro campamento y partimos a Escudo de Veraguas según nuestro plan de viaje revisado. El cruce de 28kms de mar abierto al Escudo nos tocó relativamente tranquilo, y no nos llovió. Salimos solamente con un rumbo hacia un horizonte abierto y como a la hora de estar remando apareció algo que parecía una isla. Con el paso de las horas fue creciendo hasta que ya se podían distinguir los detalles de la costa. Primero nos acercamos a Playa Larga y luego fuimos hacia la punta este donde Roger había decidido que quería investigar y acampar.

Al llegar a la punta este vimos que Booby Cay ofrecía protección con un gran arrecife que estaba siendo embestido ferozmente por unas inmensas olas que después de ser reventadas por el coral llegaban como leves ondulaciones a la orilla. Encontramos la isla abandonada y sin un alma que la habitara. Habían cabañas abandonadas en esta playa que daba al norte y buscamos un lugar agradable donde colocar nuestro campamento para luego ir a investigar más sobre este lugar que ya se sentía mágico.

Pasamos la tarde navegando por docenas de islotes que estaban entre el arrecife y la costa. Entre los islotes habían canales de agua cristalina y caliente, algo realmente espectacular. Lástima que no podíamos bucear el arrecife porque el mar al norte realmente estaba tratando con todas sus fuerzas de destruir el coral y a cualquiera que se le acercara. Este lugar en septiembre con un mar tranquilo tiene que ser aún más fuera de serie de lo que se podía apreciar. Todos quedamos de acuerdo que debemos regresar.

Nuestro tercer día iba a ser un cruce de mar abierto de 50kms directo a Calovébora. A las 5am ya estaba preparando el café y a las 7am dejamos nuestro campamento. Una gran tormenta se veía que venía en camino y en cuanto salimos de la protección de la isla sentimos la fuerza del viento que ahora estaba soplando del suroeste en dirección a la tormenta que lo estaba chupando. Como a la hora de seguir nuestro rumbo de intensión decidimos cambiar nuestro rumbo y dirigirnos directo a la costa porque las olas y el viento estaban subiendo su nivel de intensidad.

Las olas en El Portete

Navegamos casi 35kms de mar entre olas y viento que nos tenían en constante tensión porque la canoa que nos acompañaba es un bote abierto al que había que estar achicando el agua que entraba cuando era golpeado por las olas. Nuestros kayaks abiertos no tenían problema en ese mar pero todo nuestro viaje dependía parcialmente del cargamento que llevamos en la canoa. Todos estuvimos callados hasta que ya teníamos la costa cerca y parecía que nos habíamos salvado de lo peor.

Cambiamos nuestro rumbo para seguir navegando hacia Calovébora que ya estaba como a unos 30kms. Lo que veíamos en la orilla nos preocupaba porque era tal como no lo habían pintado los indios: no había como entrar a las playas porque las olas estaban rompiendo con fuerza en la arena. Y nos habían dicho que la canoa no podría entrar en Calovébora porque la «cabeza» estaba muy grande (la ola que rompe antes de entrar el río). Para aumentar nuestros problemas, otra tormenta nos estaba alcanzando por el oeste ahora.

Cuando la cosa estaba cambiando a tétrica, Jorge, que estaba en la canoa, decidió que podía entrar a la playa porque la única punta que habíamos visto desde que dejamos Escudo atrás le daba un poco de protección de la fuerza de las olas. Todos caímos en esa playa justo antes que nos alcanzara un fuerte viento acompañado de lluvia intensa. ¡Increíble suerte que tuvimos! Vimos que atrás de las plantas en la playa había una gran finca y entramos a investigar mientras nos protegíamos de la lluvia bajo el techo de un gran rancho que parecía ser usado para actividades comunitarias. Decidimos que pasaríamos la noche en este agradable lugar.

Según el mapa habíamos caído en Cahuita, entre Santa Catalina y Calovébora. Apenas estábamos a mitad de camino y llevábamos tres días navegando. El cuarto día iba a ser un día muy largo si queríamos llegar a Miguel de La Borda en el quinto día. Después de pedir permiso para pernoctar en el rancho fuimos a bajar todo de los botes y esconderlos tras unos arbustos según el consejo de los moradores Elías y Wali. Pasamos una noche muy agradable y secos. Hasta ahora casi todos habían dormido mojados por problemas misceláneos con sus hamacas.

A las 4am estaba calentando el café y a las 6am partimos para Petaquilla. Nos tocaba un día largo. Las horas pasaban, los pocos lugares habitados pasaban, y no aparecía ningún lugar donde pudiésemos tocar tierra. Toda la costa entre Río Cañas y Miguel de la Borda está muy poco habitada y la razón era evidente: las playas ofrecían poca protección contra la fuerza del mar. Además, mucho del frente de mar estaba formado por grandes acantilados que no permitían desembarcar del todo. Las entradas de los ríos están bloqueadas para embarcaciones pequeñas como las nuestras por las olas que se forman sobre la barra de arena que naturalmente se forma ahí.

Cerca de las 3pm pasamos frente al Río Petaquilla y vimos que podíamos entrar ahí pero decidimos seguir de largo porque todavía necesitábamos avanzar si queríamos estar en Miguel de La Borda al día siguiente. Poco después pasamos frente a la mina de Petaquilla. El lugar es inmenso y desde hacía horas veíamos una estructura que se elevaba sobre la selva. Era una gigantesca chimenea que salía de una galera aún más grande. La inversión material que ha sido hecha en este lugar se notaba astronómica.

Seguimos de largo con la esperanza de poder entrar en Coclé del Norte. Habíamos pasado varios ríos donde pensamos que se iba a poder entrar pero no tuvimos suerte. Y estábamos cerca de las doce horas de haber partido y la costa seguía igual, sin ofrecer lugar alguna donde poder entrar a pasar la noche. Justo cuando acabábamos de tratar de entrar en una playa nos cruzamos con un bote y le hicimos señas. Después de conversar nos dijeron que era justo en esa playa donde podíamos entrar y nos enseñó como podríamos entrar entre las olas con mucho cuidado.

Roger e Iñaki lograron entrar sin problema. Cuando Rogelio y yo fuimos a entrar quedamos surfeando una gran ola hasta que llegando a la orilla la punta de nuestro bote se hundió en la ola, tocó la arena, y la proa del bote se levanto verticalmente y nos lanzó al aire. Rogelio quedó parado en la arena de una vez pero yo salí por encima de él y casi me cae el bote encima. Por suerte no pasó nada peor tras la volteada y todo lo que estaba en el kayak estaba bien amarrado. Jorge logró entrar en la canoa sin mayores problemas. Habíamos parado en El Portete tras un día maratónico de 80kms. Y el lugar estaba muy agradable para nuestra suerte.

Ya el viaje estaba prácticamente concluido porque solamente quedaban unos 35kms para el día siguiente. A pesar de todas las condiciones hostiles que encontramos habíamos logrado perseverar. La canoa Old Town Tripper XL de 20′ había dado la talla gracias a que Jorge la había manejado con mucha habilidad. La bomba de achique hasta había perdido su agarradero por el uso que había recibido en los cruces pero por suerte seguía sacando agua. Nuestros kayaks dobles de 17′ habían navegado muy estables a través de todas las olas, los vientos y la lluvia.

La cuarta noche duramos más que todas las anteriores antes de caer cansados en nuestras hamacas. Estábamos bastante contentos porque ya sabíamos que íbamos a lograr concluir exitosamente nuestra travesía. Ya quedaba poco que beber y de comer, pero fue suficiente para ir satisfechos a dormir en nuestras hamacas. Al día siguiente nos despertamos con calma y empacamos sin prisa porque antes del medio día estaríamos en Miguel de La Borda.

Photos en Google: https://photos.app.goo.gl/7oswLVHF46noMKiB3

Puntos Importantes: https://docs.google.com/spreadsheets/d/1CK99RcvdLrfLnLl9fYy7Dydtl3l3ewNLW5K0NHWCezI/pubhtml

The Panama Cruising Guide de Eric Bauhaus y Almanaque Azul son buenas referencias.

 

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Río San Pablo

DSCN2903 Bajamos el Río San Pablo desde el puente de la Carretera Interamericana hasta el puerto de Soná, 31 kilómetros de río aproximadamente. No logré reunir mucha gente, pero los que fuimos la pasamos excelente. A todos les encantó el río. El Tabasará tiene más acción que este río, pero para pasarla tranquilo con la familia y acampar este río es superior.

Pensé que las orillas del Río San Pablo iban a estar muy deforestadas y encontré que tienen unos árboles inmensos y prácticamente  no hay señas de habitación. Al final, ya llegando a Soná, comenzamos a encontrar gente en el río, al principio solamente vimos aves y nutrias. Curiosamente, las playas que tiene el río son casi todas de rocas redondas. Justo a los 17km del primer tramo encontramos el lugar apropiado para acampar y resultó muy bien el sitio.

El agua nos tocó cristalina. El color del agua, combinado con el reflejo del verde de los árboles daba la impresión de estar remando sobre esmeralda líquida. En algunos lugares donde el río era menos profundo se podía sentir como si flotásemos en el aire sobre las piedras. Esta época resultó perfecta este año. En el Tabasará nos llovió en enero del año pasado, pero este año el clima estaba espectacular. Si acaso nos tocó mucho sol que contrarrestamos con el bloqueador más alto que encontramos, sombreros, pañuelos y mangas largas.

Aunque éramos nueve almas en tres botes pudimos distribuirnos sin problema. La mayoría eran niños, 2 de 12 años, 1 de 10 años, 2 de 9 años, y 1 de 7 años. Como siempre, las canoas hicieron el trabajo pesado con la carga (llevamos dos canoas) y un kayak doble sirvió para que los niños se lo turnaran y se entretuviesen con su independencia. Me encanta como los botes pueden igualar las edades y la fuerza de los remeros sin mucho problema con algo de ayuda de la corriente del río. Por suerte no había muchos peligros en el río y las partes complicadas, como curvas con ramas en el río, las caminamos para mantenernos del lado seguro.

Cuando llegó la hora de buscar donde acampar nos tomó un rato encontrar un lugar apropiado. Empezamos a buscar una buena orilla a los 15km y no encontramos un lugar apropiado hasta los 17.89km. Casi todas las orillas de este río que tienen playas están llenas de piedras de canto rodado, y las mismas orillas se levantan con mucha inclinación. Es aparente que este río lleva mucha más agua durante el verano y el agua ha cortado las orillas y se ha llevado la arena. Pero siempre encontramos un buen lugar donde acampar en una isla grande, aunque nosotros solamente encontramos el agua corriendo por un lado. La isla tenía un bosque con tierra plana donde poner las toldas y colgar las hamacas. Lo único que le faltó al lugar donde acampamos fue un buen remanso para que los niños nadaran sin preocuparnos. Pero todos sabíamos que los niños son buenos nadadores y no iban a tener percances.

El domingo continuamos nuestro descenso y encontramos que ya el río no tenía casi corriente por tramos largos. Aún así habían lugares que decidimos caminar por diferentes razones casi siempre relacionadas con árboles caídos y otros obstáculos en el cauce del agua. El río, hasta el final, estaba lindísimo. Encontramos otros lugares donde pudimos haber acampado, pero no era grande la diferencia con el lugar que escogimos. La remada del segundo día se estaba haciendo larga justo cuando llegamos al puerto de Soná. La calle de regreso a Santiago esta en excelentes condiciones y el regreso se hizo cómodamente.

Todos concurrimos con que sería bueno regresar pronto a este río. La bajada es apropiada para casi toda clase de botes. Tal vez los botes de fibra de vidrio sufrirían un poco en algunos lugares, pero se pueden cargar porque los tramos son cortos. Pero todos los botes plásticos son apropiados para este río. Este río es clase II – principiante. En el invierno, con más agua, puede ser divertido para grupos grandes si la corriente es buena. Voy a planear una remada cuando el río esté hinchado para ver cómo es en el invierno. Posiblemente no tenga playas cuando está lleno de agua. Tal vez se pueda remar todo en un día largo.

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Reunión de Flota 2012

Foto de Partida¡La Reunión de Flota 2012 fue todo un éxito! Cada año logramos reunir más botes. Lástima que este año el Río Boquerón no nos acompañó con su mejor cara. Cuando llegamos al río estaba crecido y el agua estaba chocolate. No iniciamos la remada desde donde lo teníamos planeado e hicimos un cambio de ruta para acomodar las condiciones que encontramos. Aún así, estoy seguro que todos la pasaron muy bien. Definitivamente que fue una remada larga sin contar con la ayuda de la corriente, pero creo que hicimos un recorrido interesante remando por el Lago Alajuela.

Como Ricitos de Oro, es difícil encontrar las condiciones perfectas para acomodar a un grupo tan grande y variado de remadores. El Río Grande tal vez es una de las mejores ubicaciones en el que hemos hecho la Reunión de Flota, pero es muy remoto y la logística de transporte es complicada. El Mamoní es una buena ubicación pero es muy largo si salimos por Coquira, y la salida por el matadero, aunque corta, es muy desagradable. El día anterior a la remada de este año fuimos a bajar el Pacora, desde el zarzo del Río Indio hasta la Interamericana: el agua estaba cristalina, pero su nivel era bajo y habían muchas rocas para los botes grandes. He estado buscando un acceso al Río Gatún que nos permita una buena combinación de lo mejor de cada río.

Este año conté entre 37 y 40 kayaks (cada vez que hacíamos el conteo nos salía un número distinto. En personas fuimos, fácilmente, mas de 50 remadores de todas las edades. Desde mi sobrino Juan Diego de 8 años, mi hija Laura y su amigo Ramón, de 10 años, mi hijo Irving de 12, mis otros sobrinos, amigos jóvenes, y algunos de nosotros más viejos, había un amplio rango de edades y habilidades. Hubo varios primerizos en los pequeños kayaks de río. Al principio les costó hacer que sus botes navegaran recto (estaban acostumbrados a remar cayucos de 30 pies). Se estrenó un Perception Doble de los Ross, recién salido de Paddle Panamá (lo recibieron ese mismo día). Habían dos canoas, de 17′ y 20′, kayaks inflables, una balsa de 4 pasajeros, y varios diferentes sit-on-tops. Este años nos faltaron los kayaks de mar cerrados, como el de Sjef y el de Ichi.

Voy a tratar de encontrar un río que esté en su punto para hacer una Reunión de Flota 2013 de verano. Puede ser el Río Grande nuevamente, o tal vez el Gatún. Otra opción muy interesante es ir a remar el Ipetí desde la Aldea de los Emberá/Wounan hasta el Lago Bayano. Esta podría ser una opción floklórica, incluso se puede mezclar con una presentación de baile en la aldea. Como siempre, todo depende de que haga el tiempo para organizarlo. Lo que sí puedo afirmar es que Facebook es una excelente herramienta para convocar a los remadores. Con un pequeño anuncio y un par de llamadas logramos una excelente participación sin mucho esfuerzo.

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El Chichón de Javier

El Chichón de JavierUn nuevo remador ha sido inducido al culto del casco: Javier. Ya se está comprando su nuevo casco, de lujo. Nada como un buen golpe para quedar convencido de lo esencial que es un casco que se pueda ajustar bien a la cabeza, en especial, que cubra bien la frente. Voy a tener más cuidado con los cascos que presto de ahora en adelante…

Javier es la tercera persona que se golpea la frente usando el casco barato que le presto a los remadores que están empezando el deporte y todavía no tienen su equipo completo. Voy a conseguirme un casco de los más protegidos, como de los que usan las empresas  que llevan clientes en balsas. La verdad es que no quisiera que le pasara algo más grave a un kayakero incipiente cuando está bajo mi responsabilidad y ya es claro que ese casco Bell no es apropiado para los ríos.

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Pacora Full House

El Tapon
El Tapon del Pacora

Ayer nos salió un Full House en el Río Pacora: 3 Jackson y 2 Wavesports. El Río Pacora estaba cristalino y con buen nivel de agua, el cielo estaba algo nublado para protegernos del sol, y los kayakeros estábamos contentos de regresar al río. Hacía un par de meses no remábamos ese río. Entre una cosa y otra se me estaba acabando el año y no había remado mucho hasta ahora. En el río estábamos Javier Feliu, Jose Feliu, Joaquin Gil del Real, Tino Nellos y yo. Javier y Jose estaban aprendiendo a remar, y Tino recordando como remar.

Cuando pasamos por San Miguel me pareció ver el río un poco seco, pero al llegar a La Chapa todos concurrimos que había buen nivel de agua. Lo primero que hicimos después de bajar los botes del auto fue iniciar a Javier y Jose en los detalles del kayak roll. Algo logramos enseñarles, pero era evidente que lograríamos que dejaran de sacar la cabeza antes de enderezar el bote y sus roles estaban fallando. Ese día iban a nadar mucho…

Tino, que tenía como tres años de no remar también había olvidado como ejecutar su roll y después de enderezar su kayak hacía un latigazo con la cabeza que lo regresaba al agua. No hubo forma de que Tino y los demás sacaran la cabeza del agua con delicadeza, así es que decidimos empezar a remar y dejar de perder el tiempo con inducciones ex-témporas a orillas del río. ¡Rumbo al mar, a donde van todos los ríos!

La Moledora se quedó con ganas de triturar la carne fresca que le traíamos, pero mandamos a los jóvenes a caminar este rápido para evitar que se nos acabara la diversión justo cuando iniciábamos. Este rápido ya ha dejado varios viajes interruptos, dislocando hombros y reventando cabezas. El problema es una piedra que está bajo el agua, plantada justo dentro del flujo principal. El que se voltea antes de entrar al rápido la va a pasar mal. Joaquín y yo bajamos La Moledora, yo rebotando por las piedras y Joaquín por todo el centro, dando cátedra de control.

La Paila frió a Tino, quien nadó cuando bajó a la primera piscina y luego quedó en el hueco de la izquierda. Por suerte pudo rescatar su bote antes que la corriente se lo quitara. Había buena agua y las olas en el río permitían buen surf. Como teníamos mucho tiempo por haber llegado temprano al río, aprovechamos todo lo que encontramos para jugar. Jose, que estaba en su primer viaje río abajo, estaba algo retirado del juego – lógicamente, no quería nadar temprano. Después de su primera nadada se le quitaría lo timoroso.

La ola de La Presidencia estaba a un nivel que no nos permitió gozarla. Le faltaba un poco de agua y no podíamos llegarle por que no podíamos pasar los escalones que tiene a los hombros. En el chorro de La Presidencia aproveché para tomar fotos de todos en esa angostura que se presta para buenas fotos. Aquí nadaron todos los que no tenían su rol de combate: Tino, Javier y Jose. Pero, ¡las fotos quedaron buenas!

Estos hermanos Feliu son valientes: cuando llegamos al Tapón, que es un chorro que mete los pelos para adentro, ni chistaron en bajarlo – sin considerar las consecuencias. Nuevamente, el trío dinámico nadó. En El Tornillo volvieron a nadar los jóvenes. Mientras le sacaban el agua a sus kayaks, Joaquín y yo jugamos en las olas del río. En una de esas quede volteado inesperadamente y no sentía que la pala izquierda de mi remo Lendal mordía agua – se había roto mi remo. Hice el rol con el lado bueno y traté de atrapar la pala rota, pero la perdimos en la corriente.

Por suerte, mi auto estaba en la orilla y tenía palas de repuesto para el remo. Me molesta mucho que se haya roto mi remo, pero el repuesto salvó el día y seguimos con la diversión río abajo. Ya van dos veces que se me rompe un componente del Lendal: no muy confiable. Lástima, por que realmente me gusta este remo. Lo que compensa este problema es que solamente tengo que reponer lo que se rompe, en lugar de tener que reponer el remo entero.

La ola de caballo blanco estaba en su punto y pasamos un buen rato jugando en ella. Javier logró sacar varios rol de combate. Estos hermanos va a progresar rápidamente en el río. Como han estado remando cayucos por varios años, van a aprender rápido con los remos de doble pala. Ya para estas alturas de la remada todos los viejos estábamos listos para acabar la diversión. Decidimos llegar hasta el zarzo del Río Indio, pero ya íbamos a tener cinco horas en el río cuando llegáramos allá.

A la hora de salir del río se abrió el cielo y tuvimos que cargar los kayaks al auto bajo la lluvia. Nada del otro mundo, ya estábamos mojados. Por suerte nos tocó el clima ideal a través de toda la remada. Terminé con un hambre que solamente podía pensar en un pollo de la 24 de Diciembre para meterle al pebre.

 

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Río Chame

Ayer remé el Río Chame junto con Javier Ferliu y Rodrigo Barsallo, ambos primerizos en kayaks de aguas blancas. Por suerte el río tenía un buen nivel de agua y no fue necesario caminar ninguna sección. Le presté mi Jackson Hero a Rodrigo para que no tuviese problemas con un kayak como el Big EZ que había llevado Javier, un kayak de bajo volumen que no es muy apropiado para tener una buena experiencia en la primera remada de aguas blancas por su bajo volumen. Hacía tiempo que no remaba un kayak que no fuera un Jackson y pasé mucho tiempo incómodo dentro del kayak sin poder hacer los pequeños ajustes que permite un Jackson hacer dentro del bote, sentado y en posición de remo.

Rod y Javier la pasaron muy bien y estoy seguro que pronto estarán acompañándonos en otras remadas más exigentes. Espero poder llevarlos a través de la progresión del aprendizaje de remo en aguas blancas sin asustarlos muy temprano. He cometido ese error anteriormente, perdiendo potenciales compañeros de aventura por meterlos en aguas que estaban por encima de su nivel. A veces es difícil mantener la perspectiva de lo intimidante que puede ser el río, aún cuando piense que no hay ningún peligro, no todos van a verlo igual que yo.

Javier, manejando el Wavesport Godzilla que compró recientemente, se pasó luchando por lograr que el bote fuese en linea recta. La progresión del kayak lo tenía enredado y cada tantas paladas quedaba metido en un giro que no deseaba. Al final de la remada Javier cambió a remar el BigEZ que yo estaba remando. El BigEZ, que no tiene nada de Big, fue más fácil de controlar para Javier el Godzilla, pero también le dio guerra cuando procuraba remar en línea recta. ¡Que inmenso se sentía el Godzilla! Y recuerdo cuando el Godzilla era un bote pequeño en comparación con el Perception ARC que yo remaba.

Rod remó el Jackson Hero mío y la pasó muy bien, admirado de cómo el bote lo sacaba de apuro cuando la cosa se ponía difícil. Aún así, Rod nadó varias veces, al igual que Javier. Por suerte ambos salieron completamente ilesos del río, y lo peor que pasó fue que Javier se enterró una espina en el pié cuando camino por la orilla, fuera del kayak que había perdido cuando se volteó en medio de un rápido.

Remamos desde Bajo del Río hasta Cabuya. Nos tomó cuatro horas hacer el recorrido completo. Las últimas veces que había remado el Chame he salido por la finca de Gerardo Solis, acortando la remada en una hora. Como el río tenía buen volumen de agua, la última hora estuvo divertida, más de lo que hubiese estado si el nivel del río fuera menor. El Chame tiene unos árboles espectaculares, y unas galerías muy atractivas que me hacen sentir como si estuviese remando dentro de una catedral viva. Solo faltaban los Jacarandá floreados para coronar el día con color.

Sabíamos que estábamos llegando a Cabuya por que podíamos escuchar la música que retumbaba en el balneario. El plan era que llamaríamos a Naroa, la esposa de Rod, cuando llegáramos al balneario para que nos viniese a recoger. Llegamos con sed a la orilla y el ingenioso de Rod le hizo una buena oferta a un grupo que tenía una hielera llena de cervezas: ¡pinta x dólar! Todos quedamos contentos con cerveza helada para amenizar la espera, que fue poca. Otro buen día en el agua.

 

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Reunión de Flota 2011

Los Remeros

Parece mentira que ya han pasado 3 años desde nuestra última Reunión de Flota, pero finalmente logramos volver a reunir a una buena parte de nuestra comunidad de remeros en el Río Mamoní. Faltó la mayoría de los remeros de aguas blancas que estaban en otras actividades este fin de semana, pero fueron reemplazados por una participación grande de nuevos aficionados. Rodrigo Barsallo, su esposa Naroa y Lucho Hoque trajeron 5 kayaks dobles en un remolque y fueron el lote más grande de la remada, seguidos por el grupo que trajo Ivan Herrera.

El Hash, siempre listo para reunirse, fue el grupo más grande de nuestra flota. Casi todos los veteranos participaron, como Hildegar, Teresa, Tony, Popo, Mel, y hasta Sjef vino en esta ocasión con su nuevo kayak (y casi pierde su sombrero al voltearse en el primer rápido). De parte del Hash también llego un grupo de los nuevos corredores, mezclado con otros veteranos que hasta ahora no se habían metido al agua, entre ellos estaban Walter, el Gallo, Scott, Aracelly, Ana María y otros.

El bote más común fueron los sit-on-tops de Ocean Kayak, que ahora están siendo traídos a Panamá por Supro. Hubo toda clase de embarcaciones: canoas, sit-on-tops, kayaks de turismo, kayaks de aguas blancas y botes inflables. El bote más grande fue la canoa Old Town de 20 piés que trajo Roger (con 4 pasajeros), y el más pequeño fue el Jackson Little Hero que remó mi hijo Irving. Hubiese querido tomarle fotos a Irving en su kayak, pero en cuanto se metió al río se me perdió, totalmente emancipado y en control de su propia embarcación.

Los Feliu, Pablo y su amigo (venezolanos) pronto estarán remando en aguas más turbulentas. Jose y Javier Feliu vienen de remar cayucos en el Ocean to Ocean y están interesados en continuar sus actividades de remo a través del año. Siempre me he preguntado por qué todos esos remeros de cayuco no se interesan por otros tipos de embarcaciones para poder remar más frecuentemente.

La salida del río este año fue por el matadero de Chepo y, aun que acorta el viaje apropiadamente, es un lugar cochino para sacar los botes. Tengo que ir a buscar un lugar más apropiado para salir del agua en la próxima reunión de flota. Tal vez el Río Boquerón puede ser más apropiado, y me ahorro la rabia que casi me causa un policía idiota en el reten del Mida de Chepo, que quería mi «permiso del Alcalde» para llevar toda esa gente al río. Verdaderamente que deberían educar mejor a esos pobres hombres en lo que realmente consiste su trabajo, que definitivamente no es pedir licencias y joder la paciencia.

Lastimosamente CREMA (Club de Remos Marisco Asustao) no se hizo presente en esta remada. Robert y Andrés estaban de viaje, y Joaquín se fue a pedalear con Jordi en Iñaki. Yo creo que con un poco de planeamiento previo podríamos hacer una Reunión de Flota con 40 botes para el 2012. Entre los botes de Javier Romero, Ian Sánchez y Annie Young, fácilmente reunimos una docena adicional y pasamos de 40 botes.