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Cerro Bruja 2024

Hemos vuelto a visitar Cerro Bruja para iniciar el año con una buena caminata. Ha resultado ser muy reveladora. Ha dejado claro que ya estamos avanzados de edad y ya no es tan fácil enfrentar retos duros. Aún así, llegamos hasta la curumba de esta montaña tan particular. La Bruja sigue dando qué hacer cuando uno quiere conquistarla y esta vez no fue una excepción. Iniciamos cinco veteranos de esta montaña y dos neófitos: Sjef, Popo, Tony y Jorge ya habían subido, y Henrik y Sonia iban por primera vez.

Unión de Boquerón y La Escandalosa

La organización de este viaje resultó muy sencilla pues todos ya tenían experiencia en la dinámica de nuestro grupo. Sjef se encargó de los alimentos y Popo los complementó con un pesto para la segunda noche. Decidimos hacer el viaje de tres días para tener tiempo de explorar arriba en busca de un mítico chorro en el que nace el Río Diablo. El chorro no es tan mítico, casi pareciera serlo por lo complicado de llegarle. Todo el tiempo se caen árboles en la ruta y hacen difícil navegar por la cima de Cerro Bruja.

Subiendo Quebrada La Escandalosa

Este año resultó estar seco arriba. Encontramos muy poca agua arriba del cerro. Subiendo el primer día la gente se fue cansando. Casi ya caída la noche llegamos al lugar donde acampamos. No era el lugar que tenía en mente, pero no hubiésemos llegado al objetivo con luz. Resultó que tampoco había agua donde pensaba acampar. Salió perfecto el desvío para encontrar agua. Llegamos a un lugar que ya estaba limpio y preparado, con rastros de un campamento anterior.

Revisando el mapa

El segundo día salimos en busca de la cima y nuestro chorro. Popo y Sonia se quedaron en el campamento. Uno porque le dolían las rodillas (se había operado una el año pasado) y Sonia porque sus zapatos «nuevos» se habían despegado. A nuestra edad dos años pasan tan rápido que nuevo se vuelve relativo. También que las cosas ya no duran como antes.

Campamento

Todo parecía estar marchando de maravilla hasta que un árbol caído nos hizo desviar. Al rato volvimos a encontrar las marcas y seguimos nuestro camino. Todavía quedaban muchas marcas que nosotros habíamos colocado anteriormente. Esta vez olvidamos traer cinta de agrimensura. Teníamos un rollo que Henrik trajo y colocamos más cintas mientras avanzamos hacia nuestro objetivo. Pronto la gente se fue quedando sin agua porque pensamos que encontraríamos bastante agua arriba. Se notaba claramente el efecto de la sequía de este año.

También nos encontramos con más árboles caídos que fueron demorando nuestro progreso. Siempre encontrábamos la pica vieja y luego se nos perdía cuando nos desviaba algún obstáculo. Eventualmente llegamos a la cima y seguimos rumbo a nuestro chorro. Cuando comenzamos el descenso al chorro ya estábamos cortos de tiempo y decidimos regresar. Cortos de tiempo y sin agua ya fue suficiente para desistir de seguir alejándonos del campamento. El regreso fue bastante rápido. El rastro que habíamos dejado se nos perdía ocasionalmente, pero siempre volvíamos a encontrarlo.

En un momento dado pensé en que podíamos llegar directo al campamento bajando por un brazo del Río Diablo. Revisamos el mapa, tomamos una dirección cardinal en la brújula y partimos. Muy rápido encontramos que no iba a funcionar nuestro plan porque el terreno estaba más quebrado de lo que se apreciaba en el mapa. Regresamos por la misma ruta que habíamos seguido. ¡Fue un buen día de exploración!

El último día amanecí lento. Me acosté tarde jodiendo con Anón. No tengo idea por qué la música se prendió a las 3:19am y Sjef se despertó pensando que ya era hora de hacer café. Así que mi sueño fue interrumpido y corto. Aún así, dormí muy sabroso en el piso y, por suerte, no llovió durante la noche. Sjef se levantó temprano a hacer el café. Normalmente me despierta para que prenda la estufa pero ya aprendió cómo encenderla y él mismo hizo todo. Solo me quedó revisar que hirviera el agua y echar lo que quedaba de café en la olla. No desayuné nada porque nada me quedaba y no sobró pesto con pasta de la noche anterior.

Fui el último en dejar el campamento. Todos salieron un poco antes que terminara de empacar confiados que pronto los alcanzaría. El retorno fue bastante tranquilo y sin mayores desvíos. Hubo un par de momentos en que perdimos la huella del camino pero pronto la recuperamos y seguimos avanzando hasta llegar al auto. Jorge, Henrik y yo fuimos los primeros en llegar. Seguidamente llegaron Sjef y Popo. De últimos venían Tony y Sonia con sus zapatos cosidos para que les aguantara la suela. Teníamos unas Balboas en el auto que estaban calientes después de tres días y así mismo nos bebimos todas.

Lo nuevo que encontramos en este viaje fue el campamento donde encontramos agua cerca de la cima. También vimos un par de picas nuevas que me gustaría explorar en algún momento. Por ahora no parece que regresemos pronto (nunca se sabe). Vimos muchos animales en el camino. Jorge Mendoza tiene ojos de águila y encontró todo lo que había que ver. Un buho de antifaz fue lo más especial para mí. Vimos monos, perezoso, tucanes, loras, perdices y muchos picaflores. Una «X» también, pequeña, a orilla del camino. Quedé con Henrik que pronto haremos un campamento en una finca que tiene cerca del nacimiento del Río Gatún. Pronto regresamos al monte…

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Caminatas

San Cristóbal y Río Piedra

Este fin de semana caminamos desde Altos de Pacora hasta San Cristóbal y Río Piedra. Fue una caminata relativamente corta que alargamos a tres días para hacerla aún más fácil. Ya estamos entrados en años y fácil es mejor que difícil. El camino hasta Río Piedra es casi todo bajada, pero desde Altos de Pacora hasta San Cristóbal la bajada es muy empinada con pendientes de hasta 30% de inclinación (hasta 40% según mi gps, pero no creo que esto sea correcto).

Inicio de la cuesta de concreto

Empezamos a caminar el viernes en la tarde para que poder pasar dos noches acampando. Hasta Río Piedra son 9 kilómetros, 6 hasta San Cristóbal. Hacían tiempo no caminábamos y estábamos muy emocionados de poder volver al campo. Mi hijo Irving nos acompañó y fue una de las motivaciones principales para hacer el paseo.

El resto del grupo, nueve otros caminantes, eran compañeros del Hash (corredores) que también gozan mucho de caminar y acampar. Ya tenemos muchos años organizando nuestras pequeñas aventuras. La pasamos muy divertido en el camino hasta San Cristóbal. Los que llegamos primero esperamos junto a una quebrada.

Robert y Sonia
Llegan al San Cristóbal

Cuando llegamos al Río San Cristóbal propiamente, buscamos donde acampar cerca del río. La comunidad queda un poco antes y es accesible con un buen 4×4 pero siempre existe la posibilidad en el invierno que una lluvia fuerte haga imposible la subida de regreso. La primera noche estaba programada de estilo libre: cada quien se comía lo que trajo. Lo principal era estar juntos cerca del río y compartir el ambiente tan hermoso que nos rodeaba. Cada quien se ocupó de colgar su hamaca, o armar su tolda inmediatamente.

Oyendo música y conversando

El sábado temprano pusimos agua a hervir para hacer café, té y avena. Mientras el agua se calentaba cada quien fue recogiendo lo suyo y preparándose para continuar nuestro paseo. Hoy llegaríamos al mismo Río Piedra. No teníamos mucho apuro porque la camina sería bastante corta. Unos amigos también se nos unirían más tarde. En teoría llegarían mientras desayunábamos, en la práctica fue durante el almuerzo. Me encanta cuando podemos pasar más de una noche durmiendo en el monte. No siempre es posible encontrar el tiempo para separarse de la ciudad por tanto tiempo. Como llevamos tanto tiempo encerrados por esta pandemia, varios encontraron como hacer el espacio para poder venir a este paseo.

Irving y Sara recogiendo sus hamacas

Por suerte nos tocó un clima excelente el viernes y sábado. Cualquier lluvia fuerte pudo haber cambiado mucho el viaje. Si el San Cristóbal se crece, no hay forma de llegar a Río Piedra hasta que baje su nivel. La caminata es mucho mejor por el sendero a Río Piedra porque está toda arbolada. Hasta nos tocó gozar de la compañía de un mono araña juvenil mientras hacíamos una para para agruparnos. También vimos una avispa parasitoide depositando sus larvas en un escarabajo azul. Hilde comentó en un momento que no había visto muchas aves, y la verdad es que yo tampoco vi nada especial volando.

Hilde y Janeth

Llegamos justo para el almuerzo al Río Piedra. El agua estaba cristalina, helada y deliciosa. Ibamos a tener toda la tarde para disfrutar del lugar, de una bonita playa y una poza honda de color esmeralda. Casi todos terminamos en el agua de una vez. Rápidamente fue apareciendo jabón y champú, íbamos a estar limpios y olorosos para la comida.

Llegando al Río Piedra

Después de almorzar nos fuimos a buscar el Río Chagres. Al final no llegamos, pero encontramos unos lugares muy hermosos. No llegamos porque nos pusimos a revisar un rancho del otro lado del camino. El Río Piedra ya lo he remado desde donde llegamos hasta el Chagres. Es un río espectacular. Aventuras Panamá comienza su Reto del Chagres desde el Río Piedras, pero cada vez tiene que comenzar la remada más abajo porque se ha estado secando el río (su nivel ha bajado en los últimos 20 años).

Río Piedra con poca agua

Cuando regresamos habían llegado Popo, Jorge y Jerry que salieron en la mañana del sábado de Altos de Pacora. Ahora éramos 14 en el grupo. Aportaron viandas y bebestibles al grupo que ya habíamos agotado en la primera velada. También trajeron más estufas para ayudar a cocinar la cena. Hacer una cena para 14 personas con una sola estufa es complicado. Popo, Jorge e Irving se encargaron de hacer la salsa para la pasta con salmón, crema y parmesano y yo me encargué de la pasta.

Preparando la cena

En la tarde llovió y varias hamacas que llevaban mucho tiempo guardadas se mojaron por haber perdido su impermeabilidad. Muchos llevaban varios años sin acampar por esta pandemia, y porque no habíamos hecho una caminata tan fácil en mucho tiempo. Al final todos dormimos bien. Cuando pasó la lluvia cada quien arregló su hamaca, y con la barriga llena y el corazón contento encontraron su sueño sin problema.

Hilde, Sara, Janeth, Sonia, Arge, Pati y Carlota
Hamacas cerca del río

Al día siguiente repetimos nuestra rutina típica de desayuno, recogimos nuestros pertrechos y salimos de regreso hacia los autos. Nos tocaba una buena trepada para regresar a Altos de Pacora. Partimos el regreso en dos tramos, el primero de unos tres kilómetros hasta San Cristóbal. Ahí paramos a almorzar en el río mientras nos bañábamos en el agua helada y cristalina.

Después del almuerzo venía la verdadera trepada: casi 6km y 550 metros de ascenso. Por suerte nos cayó el agua encima en la subida y fue refrescante el camino. Cuando llegamos a los autos teníamos unas pintas esperando y había un grupo de El Valle Run Run que también había corrido por Altos de Pacora hasta Río Piedra. Cambios unas Balboas tibias por las frías que ellos tenían y pusieron a enfriar las nuestras en su hielo. Nos tocó cambiarnos bajo la lluvia. Por suerte había cargado una lona grande que ayudó a la tertulia mientras nos arreglamos para el regreso.

Pati y Robert listos para regresar

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Caminatas

Cerro Bruja 2020

Hace poco regresamos de Cerro Bruja. Hicimos una caminata de tres días por allá arriba que estaba supuesta a ser fácil, pero, como siempre, terminó agotando a todos. Ya hemos subido varias veces y tenemos claro cual es la mejor subida. En esta ocasión estaba alto el nivel de la Quebrada Escandalosa y terminamos fuera de ruta cuando nos fuimos por un camino que nos ayudo a caminar fuera del agua. Cuando volvimos al cauce de la quebrada ya estábamos fuera de ruta y nos tocó improvisar.

Tampoco ayudó que a nuestro navegante se le dañó su gps y yo estaba usando un reloj nuevo (el modelo solamente) que tenía la ruta guardada pero no me ayudó mucho porque no tenía acceso a la vista amplificada de la ruta y me hacía complicado navegar. Terminamos haciendo una ruta a la antigua con mapa y brújula, ayudados por el gps solo para obtener una posición. En nuestra primera trepada a buscar un filo cometimos un error que nos llevó de regreso al río (nos dimos cuenta antes y nos devolvimos).

La Escandalosa

Logramos tomar un buen filo que nos llevo por una ruta nueva hasta encontrarnos con nuestra ruta de intensión como a los 700 metros de altura. Terminamos acampando como a 600 metros de altura el primer día, sin agua (las quebradas estaban lejos del filo). Esa noche cenamos chili con carne porque era lo que menos agua requería. La otra cena era pasta y no teníamos tanta agua. Además, el arroz absorbe el agua y al final termina adentro del cuerpo. Los caminantes eran mi hermano Rogelio, su hijo Rogelio, y nuestro amigo Popo. Todos ya teníamos experiencia con este tipo de caminatas y estábamos listos para lo que viniera.

La verdad es que Cerro Bruja es una caminata especial por el lugar. El Parque Nacional Portobelo es un pequeño parque pero es remoto, está bastante intacto, y lleno de vida silvestre. No logramos ver mucho el primer día, pero escuchamos una gran variedad de aves. Me extrañó no ver huellas de puercos y jaguares en el filo por el que habíamos subido. Generalmente hay bastantes huellas por el otro filo que hemos usado y, tal vez, por esto es que lo usan mucho los cazadores del area.

Los Rogelios, Popo y Rompy

La noche estuvo fresca y el lugar donde acampamos, aunque no tenía una gran vista, tenía buena ventilación. Por suerte no llovió. Estábamos preparados para pasar la noche mojados (no literalmente, pero rodeados de luvia). Roger (mi hermano) había llevado una lona Kelty Tarp 9 que nos daba una cobertura ideal bajo el dosel del bosque. La pasamos muy ameno tomando algo de vino, ron y whisky mientras esperábamos que avanzara la noche. Por experiencia sabíamos que si nos dormíamos temprano íbamos a pasar un buen rato despiertos en la hamaca en la madrugada. Igual nos acostamos relativamente temprano porque ya veníamos trajinados de la trepada del día.

Nuestro segundo día inició sin café porque no teníamos agua para desperdiciar en eso y podían pasar varias horas hasta llegar a una fuente de agua. Pronto llegamos al filo que regularmente hemos usado para subir a Cerro Bruja. Dormimos como docientos metros antes de toparnos con el camino regular. Al poco tiempo pasamos por nuestro mirador 717 donde anteriormente habíamos dormido. Hubiese sido ideal pasar la noche allí nuevamente. Al medio día ya estábamos en el cerro 923, famoso en nuestro pequeño círculo porque es como el triángulo de las Bermudas. Esta vez nos saltamos esa subida y seguimos directo a nuestro objetivo: los 975 metros de Cerro Bruja, y su «chorrito».

Mirador 717

Tomamos la decisión de hacer un ataque frontal al cerro guiados por brújula y desviados por el terreno. Por suerte, en cuanto iniciamos nuestro ataque nos encontramos con cintas de agrimensura que ya habíamos dejado en uno de nuestros recorridos anteriores. Esto siempre es bueno porque sabemos que, al menos, ya hemos pasado por ahí anteriormente. Igual quedamos enmarañados en los enredos de Cerro Bruja. Allá arriba los vientos, y los rayos, tumban árboles a diestra y siniestra y donde cae un árbol crece una maraña como las de los cuentos de La Bella Durmiente. Así es que, como el caballero de la leyenda, nos turnábamos tirando machete para llegar a donde la princesa.

En una de esas en las que estaba Roger cortando, el hombre quedó lívido cuando después de un corte quedo frente a frente con una equis gigantesca (eso dijo él, más nadie la vio). De ahí en adelante El Tigre fue más cauteloso cuando le tocaba abrir camino. Como nota curiosa, Popo, nuestro navegante, había dicho que llegábamos a las dos de la tarde a nuestro destino. No sonaba descabellado cuando lo dijo: era medio día y solamente nos faltaban unos 1,500 metros para llegar. Cuando llegamos a las 2pm tal vez habíamos avanzado unos 500 metros en dos horas. A ese paso nos iba a tomar cuatro horas más llegar a nuestro destino para la segunda noche.

El filo de subida

Metro a metro fuimos acercándonos a nuestro campamento planeado. En mi reloj tenía el punto donde quería dormir y una flecha que me indicaba en que dirección estaba y a que distancia quedaba. Cada paso que daba procuraba que fuese en la dirección correcta. Aún así fue necesario hacer muchos ajustes a nuestro recorrido. Como a las 4pm alcanzamos la cima de Cerro Bruja. Todavía nos faltaban unas 500 metros para nuestro chorro, el lugar donde queríamos dormir y teníamos que bajar unos 200 metros para llegar al agua.

A medida que comenzamos a bajar, creo que por el cansancio, mis compañeros comenzaron a tener pensamientos oscuros que les hacía creer que no íbamos a poder salir de nuestro campamento y regresar al auto en un día. Ya estaban hablando de rutas alternas, se preguntaban cómo podíamos regresar por esta pendiente que bajábamos tan empinada y resbalosa. Para añadir injuria a la penuria, comenzó a llover. Y, para colmo, llegamos al territorio de las «oreja de burro«. Estas plantas son muy venenosas y causan unas alergias horribles. Yo era inmune pero ya tanta exposición a ellas me ha hecho sensitivo y my hermano si es más alérgico a ellas que yo. Bueno, ya no había vuelta atrás.

Típico «camino» de Cerro Bruja

En cuanto llegamos al agua se nos quitaron las ganas de seguir avanzando y, estando a 95 metros del chorro donde nace el Río Diablo, decidimos parar. El lugar no era un campamento ideal pero tenía agua, buena vista, y estaba frío. ¿Cómo no iba a estar frío si estábamos a casi 900 metros de altura? Ahí armamos nuestras hamacas, luego pusimos nuestra lona, y comenzamos a preparar nuestra pasta con salmón, una cena estándar en nuestras caminatas. De ahí pasamos a la buena conversa mientras esperábamos que parara de llover. Popo estaba tan cansando que no tomó mucho, pero los Rogelio estaban más cansados aún porque se acostaron casi que justo después del chocolate caliente con ron.

Antes de dormirnos todos acordaron que ya no era necesario volver por estos lares. Esto fue después de ver el mapa y concluir que la manera más rápida de salir de donde estábamos era por la misma ruta que habíamos usado para llegar ahí. Yo no dije nada al respecto porque ya estoy claro que Shakespeare tenía razón cuando dijo que la perdición del hombre es que olvida. Así es que prefiero no decir cosas tan definitivas como «no vuelvo a cruzar este charco» porque ya me he dado cuenta que en poco tiempo cambian las perspectivas. Antes de las 10pm ya estábamos todos en nuestras hamacas.

Hora del desayuno

El tercer día amaneció agradable y, ya bien descansados, pudimos apreciar mejor lo hermoso del lugar donde estábamos. También ayudaba que no estuviese lloviendo. El bosque de alta montaña es muy peculiar, con helechos gigantes, muchas epifitas que viven de la humedad en el aire, y el suelo todo cubierto syngonyums en este caso. Como estábamos en la parte baja de una silla entre dos lomas muchos árboles aparecían gigantescos porque comenzaban a crecer en las laderas que nos flanqueaban. Después de un buen desayuno, y lo que quedaba de la pasta (en mi caso) quedamos listos para iniciar el retorno a casa. Nos había tomado dos días llegar a donde estábamos y pensábamos regresar en un día. Nada complicado, todo parte del plan.

Mundo de epifitas

Para sorpresa de muchos, en 30 minutos ya estábamos de regreso a la curumba de Cerro Bruja. Habíamos hecho la trepada sin mayor problema y aún nos sentíamos frescos. Al poco tiempo perdimos nuestra propia pica y regresaron las complicaciones. Para no gastar tiempo buscando una aguja en un pajar puse una ruta que nos llevaba directo a la próxima migaja que había marcado en nuestro recorrido al campamento. Al poco tiempo llegamos a nuestro punto y logramos retomar nuestra pica. Este proceso lo repetimos varias veces hasta que pronto estábamos de regreso en nuestro cerro 923 y ya teníamos el filo oficial que nos regresaría a casa «sin perdedero». Y, básicamente, así mismo fue nuestro regreso.

Regresando…

Lo único es que no regresamos a nuestro auto si no hasta las 7pm, ya pasados el toque de queda. Decidimos pasar otra noche para poder transitar dentro del tiempo legar y nos quedamos a dormir en la escuela de Santa Librada. Por suerte los preocupados del grupo habían guardado comida para esta eventualidad, y los poco hambrientos tampoco nos habíamos comido toda la comida que trajimos. Como escribo esto casi dos semanas después de haber regresado, puedo asegurar que ya estamos planeando nuestro próximo viaje a Cerro Bruja para completar los 95 metros que nos faltaron para llegar al gran chorro del nacimiento del Río Diablo.

La Escandalosa al regreso
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Río Cangandí

Este fin de semana fuimos a dormir al Río Cangandí. El plan era sencillo: ir hasta donde encontráramos un lugar agradable para dormir, acampar y regresar. Generalmente me gustan los viajes de una vía, pero jamás desprecio la oportunidad de ir a acampar cuando se presenta. En este caso Sjef y otros buenos amigos estaban con ganas de ir a caminar y mi hijo Irving también estaba dispuesto a acompañarnos.

Originalmente íbamos en un par de autos y éramos 12 los apuntados. Como frecuentemente sucede, el grupo se fue reduciendo y al final quedamos cuatro mosqueteros, Carlota, Sjef, Irving y yo. Manejamos hasta Madroño para cubrir todo lo que pudiéramos hacer en auto y buscamos donde dejarlo bien cuidado. Preguntando quedamos donde el Sr. Eustaquio Gil. Iguafioli, un kuna que trabaja con Earthtrain y vive con la familia donde el Sr. Gil, nos acompañó hasta el sendero hacia Cangandí porque iba para una finca del Sr. Gil a trabajar plantando culantro.

Nos tocó un buen día, por suerte, ya que había llovido fuerte el día anterior pero a nosotros nos tocó soleado en San José de Madroño. Iguafioli nos llevó hasta casi un kilómetro de la división continental donde está la frontera con la Comarca de San Blas. Ahí quedaba la finca donde iba a trabajar. Nos indicó un sendero que nos llevaría hasta el camino que se dirige a la comunidad de Cangandí y Río Mandinga. Igua nos dijo que a él le tomaba como ocho horas llegar hasta Cangandí.

Al llegar a la división continental llegamos a una «T» y mi primera intuición fue tomar a la derecha porque se veía más claro. Cuando revisé la dirección versus mi ruta de intención vi que nos estábamos separando. Dimos un giro y tomamos la otra dirección y el camino prontamente se cerró. Pero como estábamos sobre la pista que quería seguir saqué el machete y abrimos camino hacia abajo donde, según el mapa, había una quebrada que nos llevaría hasta el Río Cangandí.

Prontamente llegamos a la quebrada y procedimos a seguirla. Era obvio que por aquí no ha caminado nadie desde hace mucho tiempo. Los indios tienen un camino por otro lado, pero esta era la ruta que aparecía en el mapa del Tommy Guardia, Río Mandinga, que fue revisado en el campo en 1966. Evidentemente las cosas han cambiado un poco desde entonces.

La quebrada que seguíamos estaba espectacular, cristalina, y llena de pequeñas caídas que hacían nuestro avance algo lento. No teníamos apuro alguno y cuando nos cayera a bien acamparíamos donde estuviésemos. Así es que sin prisa y sin pausa fuimos avanzando y gozando del entorno en el que nos encontrábamos. Eventualmente llegamos a un campamento kuna, justo a la hora de almorzar. Habían dos estructuras grandes de madera y una decía que era la casa del Sahila del Pueblo. Estaban abandonadas desde hace tiempo.

Almorzamos a la orilla del río y justo al frente de donde paramos vimos el camino que llegaba al campamento. Este camino seguro nos llevaría directo al pueblo de Cangandí. Se veía que iba directo al norte, justo la dirección que queríamos seguir. El camino volvía a trepar al salir del río y se mantuvo alto por un rato para luego volver a caer al río. Viendo el mapa era evidente que tomó una ruta más directa que la que seguía la quebrada por la cual habíamos bajado. Ya estábamos cerca del Río Cangandí.

Ahora el camino seguía de cerca el río, a veces por un lado, por el otro y por medio del cauce cuando era más directo. Casi a las cuatro de la tarde llegamos al Cangandí. El río estaba lleno de agua y el camino salió justo donde se juntaba la quebrada que habíamos seguido desde un principio. Nos gustó tanto el lugar que ahí mismo decidimos que acamparíamos.

El agua del río estaba sabrosa, de una temperatura ideal para quedarse adentro del caudal sin morirse de frío al poco rato. Cada quien buscó sus árboles para colgar su hamaca, nos dimos un buen baño, descansamos un rato y luego iniciamos el proceso de preparar la cena. Sjef había traído salmón, crema, parmesano reggiano y fetuccines. Yo la preparé con gusto y todos comimos hasta quedar satisfechos. ¡Hora de la tertulia!

Al día siguiente regresamos por el mismo camino y llegamos prontamente al campamento. Mi hijo Irving venía como caballo de alquiler apurado por regresar al auto. Nosotros los viejos veníamos jadeando tras él. En el campamento encontramos el camino de los indios que llegaba directo a la casona del campamento. Este camino subió directo al filo de la división continental ascendiendo sin parar hasta los 390 metros de altura. El campamento estaba como a 180 metros de altura así es que fue una buena trepada.

Bajando tomamos una izquierda equivocada y quedamos enredados en una quebrada pero al rato volvimos a empalmar con el camino correcto. Salimos un poco rasguñados por las plantas que estaban enmarañadas y habían muchas espinosas. Ya al mediodía estábamos de vuelta en el auto. Decidimos pasar el Mamoní antes que lloviera y nos dejara atrapados del lado incorrecto. Una vez del otro lado estacionamos para darnos un largo chapuzón en el río y regresar limpios a casa. ¡Tenemos que repetir este viaje en verano!

Ruta en Wikiloc: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=18214927

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Camino Real 2017

El 4 y 5 de febrero de este año caminos de Nombre de Dios a Boquerón Arriba. Hacía tiempo no encontraba el camino tan difícil. El Huracán Otto hizo estragos con el camino: había muchos árboles caídos, varios derrumbes en la vía del ferrocarril, y un cruce que año tras año se hacía más duro esta vez se volvió imposible y tuvimos que improvisar un desvío grande. Pero, como siempre, ese camino sigue siendo una de las rutas más espectaculares que tenemos en Panamá.
Hacía varios años no caminaba con un grupo tan grande. Eramos 23 caminantes y solamente Carlota e Yvonne, mi sobrina, eran las únicas que nunca habían caminado Boquerón. Como es típico cuando el grupo es grande, iniciamos la caminata un poco más tarde de lo usual. Entre una cosa y otra, a pesar de estar avanzando a un buen ritmo, y con pocas paradas, fuimos retrasándonos aún más en el camino por el Río Nombre de Dios. En general, y como cosa buena, en la caminata por el Nombre de Dios no vimos que hubiesen talado nada recientemente. Encontramos un para de lugares en donde habían puesto alambre a través del río, cosa que debe estar prohibido, pero nada más grave.

Al llegar a Brazo de Cedro, donde normalmente hacemos el desvío hacia la montaña, encontramos que los matorrales ya han ido recuperando algo de lo que habían talado anteriormente y el bosque se está recuperando. Esto es bueno para el bosque pero hace algo más difícil este tramo porque esos matorrales incluían muchas plantas espinadas y cortantes. Tanto es así que desde este punto comenzaron las variantes de la ruta ya que no llegamos al chorrito que siempre hemos usado como referencia para iniciar la trepada y decidimos comenzar la subida un poco antes por que la ruta por el valle de la quebrada estaba toda crecida y enmarañada. Creo que éramos de los primeros en hacer el cruce este año por esa ruta.

A media trepada hacia los rieles del tren, mientras cruzábamos uno de varios árboles caídos, escuchamos que el tronco comenzó a traquear. ¡El árbol comenzó a quebrarse cuando estábamos bajo su ramal! Yo, que ya casi estaba al otro lado, quedé atrapado cuando una de sus grandes ramas casi me aplasta y me cayó sobre la mochila. Quede encuclillado, atrapado bajo el peso de la rama en mi espalda. Por suerte más nadie sufrió daños más allá de las picadas de hormigas que se aguantó Jorge Mendoza mientras me quitaba algo del peso del tronco de encima para que pudiera soltarme la mochila y escapar de la posición en la que estaba. ¡Tremendo susto que nos llevamos!

Nos tomamos un merecido almuerzo al llegar a los rieles. Ibamos como dos horas tarde a este punto versus nuestro itinerario usual. Argelis fue una de las que sufrió la subida este año. No se que tiene esa trepada pero invariablemente a alguien le pega duro. Mientras yo tiraba machete adelante el resto del grupo se encargó de ayudarla y no hubo mayor percance. Lo bueno de caminar con el Hash es que hubo cerveza fría para acompañar la comida, y unos sorbos de ron para alegrar el ánimo.

Cuando resumimos la marcha encontramos el camino lleno de árboles caídos que había que vadear generalmente usando un desvío montaña arriba. Pero hubo un par que nos obligaron a hacer el desvío hacia abajo y varios de estos fueron peligrosos por el desnivel y la inclinación del terreno. Después de llegar al chorro donde habitualmente almorzábamos encontramos el peor de los deslaves de la montaña. Esta vez resultó imposible cruzar el abismo que se formó en este punto.

Esto si ‘ta duro…

Nos tocó trepar hacia el filo que estaba a nuestra izquierda para tratar de continuar por la montaña porque resultaba imposible seguir los rieles. ¡Esa trepada resultó intimidante para varios y Graciela casi se retaca! Me dijeron que hasta lágrimas dejó en esa subida. Mientras Yvonne espera que el grupo se reuniera se encontró que estaba parada justo al lado de una patoca que estaba indecisa sobre huir o echarle un envión a su pie. Por suerte Yvonne se alejó un poco antes que la culebra se decidiera a actuar. Después de un merecido descanso arriba del cerro, y de gozar de la vista que teníamos allá arriba, reanudamos nuestro avance.

Hasta acá arriba habían más árboles caídos haciendo lento nuestro avance. Eventualmente volvimos a encontrar los rieles y ya logramos seguirlos hasta el Boquerón sin mayores percances. En esta parte Carlota encontró toda clase de plantas espinadas que generalmente le avisaban su peligro después de entrar en su piel. Decidimos cuidarla esmeradamente no fuera que se pinchara más de lo que ya estaba. Por suerte Tony e Iván iban cuidando a Hildegar y Graciela en la retaguardia que ya venían flaqueando con las dificultades adicionales que nos habían salido.

Cuando nos reagrupamos nuevamente en el Boquerón ya eran más de las 4pm. Era evidente que no íbamos a llegar a donde habíamos planeado acampar e incluso nos iba a tomar buen rato llegar al lugar donde antes acampábamos. Generalmente a esta hora ya estábamos en el chorro del Boquerón donde tenemos nuestra piscina privada. Hasta aquí había otro árbol caído que íbamos a demorarnos otro tanto. Por suerte a Panamá solamente le tocó la colita de Otto. Este bosque sufrió estragos con el poco viento que le pegó. A las 5pm llegamos a la «T» y ahí me quedé esperando a las últimas: Grace e Hilde. Carlota y Jorge se quedaron y entre todos ayudamos a Hilde con su mochila.

El río hasta el chorro, de noche, nos hizo dura la llegada porque ya no veíamos bien los vados llanos y varias veces nos tocó cargar las mochilas sobre nuestra cabeza por lo hondo que estaba en varios lugares. Al final llegamos al campamento a las 7:30pm. Por suerte el grupo no había dejado a Robert continuar hasta el próximo campamento como, de seguro, había sido su intención. Peor ya tan tarde, y con la gente cansada, no valía la pena tomar el riesgo de seguir caminando.

La parranda fue buena esa noche. Mucha gente cayó temprano porque estaban extenuados. Pero los mismos revoltosos de siempre dieron lata hasta las tres de la mañana. La cena fue interesante porque era de traje y no todo el mundo trajo. Realmente la cena se dividió por grupos y unos cocinaron, otros comieron de latas, otros emparedados y algunos fueron directo para el sobre. Como ha cambiado la tecnología la dinámica de las acampadas. Había un par de bocinas sonando, una tocaba salsa y otra rock & roll del viejo, Río Abajo y Bella Vista en el Boquerón. Al final, los rockeros durmieron a los salseros (realmente, Tony apagó su salsa y se junto con los rockeros).

Después de un desayuno de avena y café, reanudamos nuestro peregrinaje. Nos llovió algo durante la noche, nada trágico por suerte. Ya desde este punto en adelante era evidente que la gente estaba llegando hasta acá de río abajo porque se notaban picas frescas en el camino. Había un par de árboles caídos que ya estaban cortados y nos fue fácil pasarlos. Los que salieron temprano hicieron una parada en la poza del Longué y yo me llevé a los lentos río abajo para avanzarlos mientras los otros gozaban de un buen chapuzón matutino. El resto del grupo nos alcanzó llegando al Río Diablo. Hicimos otra buena parada bajo el puente del tren abajo de la confluencia con le Diablo.

Ya el resto del camino no encontramos mayores inconvenientes. Parece que ahora que los autos están llegando a Santa Librada, la gente está subiendo hasta el Longué a acampar y el camino está siendo mantenido. Todavía todo está limpio, no se han metido con una de las partes más lindas de este trayecto por el Boquerón. Los más rápidos bajamos por el Río desde Mina 2 hasta Santa Librada. Los otros se fueron por el camino y llegamos casi a la misma vez. Ya de Santa Librada hasta Boquerón arriba este viaje es por una calle transitable. Ha perdido algo de su atractivo, pero nada que le reste muchos puntos a esta gran travesía. Ya he perdido la cuenta de cuantas veces he pasado de Nombre de Dios a Boquerón arriba, pero sigo sin cansarme de este viaje. Pronto quiero volver a repetirlo.

Me encantó ver que mi sobrina Yvonne y Carlota quedaron muy contentas con su primer recorrido del «Camino Real». Todavía no he conocido a nadie que no haya gozado mucho de esta aventura. Tal vez haya una excepción y ella fue la precursora de nuestras famosas «dos horas»: ¿cuanto falta? ¡Dos horas! En esta vuelta, varios experimentados volvieron a preguntar lo mismo y recibieron la respuesta habitual: ¡Dos horas!

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Tanner Trail, Cañón del Colorado

A finales de octubre finalmente pude regresar al Cañón del Colorado. Hacía 35 años que no regresaba a pesar de tenerlo siempre presente en mi mente. Esta vez se me presentó el espacio de tiempo correcto para hacer una breve incursión entre una convención de negocios y una carrera de 100 millas. Posiblemente una bajada al Río Colorado no era la mejor forma de prepararme para correr 100 millas justo después de la actividad, pero la cosa era ahora o vaya usted a saber cuando.

Mi plan original era bajar por Tanner Trail, bordear el Río Colorado por el Sendero de Escalante, y volver a subir al South Rim (el Borde del Sur) por el sendero de New Hance. Bueno, en realidad mi plan original era menos ambicioso y solamente quería bajar por Bright Angel, dormir en Cottonwood y subir de regreso por Kaibab. Cuando escribí a pedir el permiso me dijeron que era imposible porque estaba totalmente lleno el cupo para esa travesía. Así es que de allí salté al plan B y escogí esta ruta alterna. En realidad esta ruta me gusta más que la idea original, solamente que era más sensato hacer el recorrido por los caminos más conocidos. Yo nunca había bajado hasta el mismo Río Colorado, a pesar de haber hecho dos caminatas de una semana cada una por la plataforma de Tonto, una en 1980 y la otra en 1981.

Como sabía que tal vez Lagarto iría a correr Javelina Jundred conmigo, decidí incluirlo en mi permiso pensando en la posibilidad que se uniera en la caminata. Uno nunca sabe con qué se va a salir ese reptil. Cuando me contacte con el parque para pedir el permiso para la ruta que deseaba me informaron que solamente estaba disponible el segmento de Tanner. Así es que eso fue lo que pedí, y eso fue lo que me dieron. Pero me dijeron que podía salir de la playa de Tanner por la ruta que quisiera, que era casi lo mismo que si me hubiesen aprobado el plan original.

Con ese permiso ya podía planear toda la visita al Cañón del Colorado. Aunque breve, sabía que la visita sería toda una aventura. Hay pocos lugares en este mundo como el Cañón del Colorado y yo no conozco de ningún otro que se le compare en términos de vistas y tamaño: es algo verdaderamente sobrecogedor, espectacular y majestuoso. El plan era sencillo y delimitado por los dos compromisos principales: una reunión de negocio en Sacramento y una carrera de 100 millas el fin de semana.

Tenía que ser eficiente en mi empacada y tomar en cuenta todo lo que planeaba hacer. Me ceñí al mantra de super ultra liviano y empaqué lo menos posible para cumplir con mis tres objetivos. Dejé en el plan una visita a REI porque no podía viajar con combustible en el avión así que ahí terminaría de comprar lo que fuera que me hiciere falta antes de manejar al Borde Sur del Cañón del Colorado.

A último minuto se unió Lagarto, como pensé que podría suceder, y quedó incluido en el plan (cosa que le dio algo de tranquilidad a mi mujer porque así yo no estaría solo en el cañón). Volé a Phoenix, alquilé mi auto y me toco hacer tiempo esperando que llegará el vuelo de Croc (otro apodo del Lagarto). Una vez que recogí al Lagarto nos fuimos directo para REI a terminar de complementar nuestro equipo. De ahí pasamos por Walmart porque fue lo más cercano que encontramos para hacer el super y partimos para Tusayan, justo antes de la entrada al parque.

whatsapp-image-2016-10-28-at-12-27-07Al día siguiente entramos al parque, no tan temprano como me hubiese gustado, pero con suficiente tiempo para lograr nuestro objetivo del día: bajar a la playa de Tanner. Antes pasamos a visitar uno de los miradores en la sede del parque para tener un vistazo general de lo que nos esperada y ver la magnitud del reto que teníamos por delante: un descenso de 1,450 metros hasta el Río Colorado recorriendo Tanner Trail. Este sendero inicia en Lipan Point, al este de la sede del parque. Cuando llegamos a Lipan le dimos un último vistazo al abismo que nos esperaba y partimos.

whatsapp-image-2016-10-28-at-11-39-24Me tomó un par de intentos encontrar la entrada al sendero y ya esto comenzó a preocupar a Lagarto. No es que iba del todo tranquilo desde un principio, pero no le quedaba de otra porque jamás en su vida había caminado con una mochila al hombro. Iba a experimentar varias cosas por primera vez (Croc) — primera caminata con mochila, primera dormida al aire libre en una caminata, y primera visita al Cañón del Colorado. El Croc iba a tener una iniciación épica en el sendero de aventuras al aire libre.

A los pocos minutos de estar bajando mis piernas comenzaron a quejarse y en mi cabeza aparecieron los primeros indicios de dudas sobre la cordura de este plan. La bajada al río estaba empinada y los cuádriceps se quejaron desde el inicio. Ya no había de otra y al final del día veríamos cuanto daño iba a hacer el recorrido en nuestras posibilidades de terminar Javelina. Mientras solo quedaba apreciar lo espectacular del entorno y de las vistas que teníamos al frente. Ibamos bajando por un sendero angosto al principio de un cañón secundario que bajaba hasta el mismo Río Colorado. Estaba algo frío el clima por la elevación que había al principio del sendero (2,240 metros y bajaríamos hasta 823 metros al lado del río).

A pesar que eran las 11am cuando iniciamos el descenso la temperatura estaba sabrosa y el sol no nos estaba calcinando como habíamos pensado que podría suceder. El primer tramo del recorrido tiene unos andenes largos con caída abrupta a un lado. Luego va cambiando a una bajada empinada con grandes rocas que hay que pasar con cuidado. En varios lugares aún se pueden ver los huecos que se hicieron en las rocas para volarlas con dinamita. Habían pinos y cactuses entremezclados, una curiosa mezcla de vegetación desértica con plantas de alta montaña. Nos había tocado un día espectacular y el cielo estaba sin una sola nube. El cañón se apreciaba en todo su esplendor bajo un domo azul celestial.

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A medida que descendíamos el estrecho caño se iba anchando y nuestra vista se hacía expansiva, como cuando uno se acerca a una ventana y el paisaje se hace más amplio. Estábamos bajo sombra aun porque el sol estaba al sur de nosotros y todavía no pasaba sobre el borde sur del cañón para bañarnos en su luz. Esto hacía que viéramos el paisaje al fondo del cañón como si estuviésemos un un cuarto oscuro viendo una proyección. Después de una hora caminando, todo el tiempo descendiendo rápidamente, nuestras piernas estaban que ardían. Seguro que al día siguiente iban a hacer acuso de recibo del castigo que le estábamos dando bajando al río con una mochila al hombro.

20161026_112620La guía del sendero decía que la bajada al río tomaba de 6 a 12 horas para recorrer los 14 kilómetros del sendero a Playa Tanner. Nuestro plan era hacer no más de las 6 horas hasta el río. Al poco rato fuimos saliendo del primer cañón y pasando a la primera plataforma antes de la bajada final hasta el agua. Ahora ya no había nada que nos diera sombra y estaba ya comenzando a sudar en serio. Desde el primer paso estaba sudando pero ahora mi espalda estaba empapada. Llevaba 5 litros de agua por si las moscas estaba difícil filtrar el agua del río que se veía del color de su nombre. Mi amigo llevaba mucho menos agua porque el estaba seguro que no iba a necesitar mucho para la bajada. Luego caería en cuenta que iba a tener que tomar agua del río para poder volver de regreso arriba del cañón.

Nuestra parada de almuerzo fue bajo la primera sombra que encontramos. No había mucho de donde escoger, pero nos tocó un buen lugar con vista espectacular. Creo que no había forma de quedar en un lugar con buena vista. A donde uno volteara a ver todo era grandioso. Nuestro almuerzo era un emparedado que traíamos preparado para que fuese sencillo el proceso. Lo mismo haríamos al día siguiente cuando regresaríamos arriba.20161026_143655

Después de tres horas bajando llegamos a tener nuestro primer vistazo del río desde que habíamos iniciado el descenso. Todavía se veía lejos y era difícil saber cuanto tiempo nos tomaría llegar. Se veía relativamente cerca pero aquí abajo las perspectivas estaban distorsionadas por la magnitud de todo lo que nos rodeaba. Podíamos ver decenas de kilómetros a la distancia y el tamaño de las paredes que nos rodeaban nos hacían totalmente insignificantes. Era imposible juzgar precisamente las distancias y las elevaciones. Para eso estaba el mapa que llevaba en la mano, y era evidente que nuestro progreso era excelente y que llegaríamos al río antes de lo que esperábamos, tal vez un par de horas más.

Ahora ya la vegetación era típica del terreno árido que nos rodeaba. El silencio a nuestro alrededor era impresionante, especialmente para nosotros que somos del trópico donde todo lo que nos rodea es ruidoso y denso. La sensación de soledad sería abrumadora de no ser por la compañía. Ya no había nada más alto de 10 metros que no fuera hecho de piedra. Toda la vegetación evidenciaba lo duro que es apegarse a la vida en el terreno inhóspito que forma la parte inferior del Cañón del Colorado. Se podía apreciar los lugares por donde el agua corría cuando había agua pero no habíamos visto una gota de agua en todo lo que habíamos recorrido.

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Ahora los colores estaban fuera de registro por lo brillante que estaba todo el paisaje, como si la película estuviera sobre-expuesta por la cantidad de luz. Por suerte el calor ya estaba pasando al sol irse inclinando sobre el horizonte. Las paredes que nos rodeaban ahora eran inmensas y estaban compuestas de roca sólida. Al gritar el eco rebotada por largos momentos: aló… aló… aló… En uno de los bordes se veía una edificación que se conoce como El Castillo y esta nos permitía juzgar nuestro avance en la medida en que su posición iba cambiando en relación a la nuestra.

Llegando a las 4pm ya se veía cerca el Río Colorado aunque aun no se apreciaba donde finalmente iríamos a parar. Ya quedaban escasos metros de elevación que perder y kilómetros por recorrer. Pronto llegamos a la cama de una quebrada seca que nos llevaría hasta el mismo Río Colorado. En mis planes había pensado continuar el recorrido hasta la mitad del sendero Escalante pero ya había abandonado ese plan y la playa sería el destino final del día de hoy. Mañana sencillamente regresaríamos por el mismo camino que habíamos bajado. De lo contrario no me iban a quedar piernas para terminar Javelina Jundred el fin de semana. Hoy era miércoles y todavía faltaba ver cómo iban a quedar mis piernas después de ascender los 1,450 metros que acaba de bajar.

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Finalmente habíamos llegado al Río Colorado. Hicimos el recorrido en menos tiempo de lo que decía la guía. Yo había bajado apurado para poder recorrer parte de Escalante y mantener la posibilidad de salir por New Hance. Todo ese apuro había dejado mis muslos algo tiernos. El río, que se veía plácido a lo lejos, tenía grandes olas en lo que era el principio del primer gran rápido del Cañón del Colorado, los rápidos de Tanner. El agua era de color ocre y estaba cargada de sedimentos. Lo primero que hicimos fue recoger agua en balde para darle tiempo al sedimento que se asentara antes de filtrarlo. Esa misma agua la iba a hervir para poder preparar unos chocolates caliente y la cena de comida deshidratada que cargamos en la mochila. Un poco de ron en el chocolate iba a ayudarme a dormir feliz bajo las estrellas.

whatsapp-image-2016-10-28-at-11-39-27-1Después que bajó el sol, las estrellas fueron apareciendo poco a poco. Varios satélites recorrieron el cielo oscuro y se apreciaba la Vía Láctea en su esplendor. Como no había luna las estrellas se apreciaban con claridad por estar en uno de los lugares más oscuros sobre esta tierra. No se veía ninguna luz que no fuera natural (con la ocasional excepción de los aviones que volaban sobre nosotros). Hasta estrellas fugaces hicieron su aparición en la noche oscura. Habían pocas constelaciones que podía reconocer porque el cielo de esta época del año no es visible en Panamá porque siempre hay nubes ocultando el espectáculo nocturno.

Pasé la noche al descubierto durmiendo bajo una cobija de pluma de ganso que me mantuvo a una agradable temperatura. De hecho me desperté cerca de la media noche con calor porque me había dormido con un abrigo puesto en adición a la cobija. Justo cuando abrí los ojos pasaron dos grandes estrellas fugaces que dejaron largos trazos en el firmamento. Me quedé otro rato largo esperando para ver si por suerte habías más estrellas fugaces acompañando al par que me tocó ver pero caí dormido antes que aparecieran más.

whatsapp-image-2016-10-28-at-11-39-29-1El jueves amaneció despejado el cielo y el sol de la mañana le daba un color intenso a las grandes paredes que se alzaban frente a nosotros al otro lado del gélido Río Colorado. Nos hicimos un café, yo me comí una avena y pronto estaba listo para partir de regreso a Punta Lipan arriba del Cañón del Colorado, donde habíamos dejado el auto estacionado. Mis piernas no estaban tan mal después del abuso del día anterior pero si hacían acuso de recibo del desnivel que habían recorrido. Bajar usa los músculos de forma distinta a subir y todavía quedaba por verse cómo iba a quedar tras la subida que nos esperaba.

Así como me tocó ayudar a Lagarto a armar su tolda, tuve que ayudarlo a desarmarla nuevamente. Le tocó cargar la tolda solito por no querer dormir al descubierto bajo un cielo desconocido. Necesitaba la seguridad de un recinto cerrado para poder dormir tranquilo en su primera noche al aire libre. Solito se perdió el espectáculo que brindó la bóveda celestial para todos los que quisieran apreciarla.

20161027_094823El cielo azul de la mañana no duró mucho y pronto entraron unas nubes que le taparon la cara al sol. Mejor para nosotros porque así no nos íbamos a rostizar subiendo de vuelta al auto. Bajando había podido mantener un buen ritmo pero ahora no tenía las mismas esperanzas con la subida. Lagarto es un animal subiendo pendientes y no iba ni a tratar de mantener su ritmo. Estaba seguro que de repente se iba a sentir solo si me dejaba muy rezagado (y así fue). Es interesante como el mismo camino se observa muy distinto dependiendo de la dirección en que se recorre.

whatsapp-image-2016-10-28-at-11-39-30La misma torre que nos servía de referencia en la bajada ahora nos daba indicio de nuestro progreso en la subida. Al principio de la mañana las paredes altísimas que nos rodeaban iban cada vez acercándose más y apareciendo más cercanas. Pensé que nos tomaría mucho más tiempo subir que lo que nos demoró bajar pero pronto se hacía evidente que podías subir casi a la misma velocidad que habíamos bajado. Subiendo nos encontramos varios grupos que iban contrarios a nosotros. Casi todos iban por el recorrido que había planeado por este viaje. Una jóvenes iban a demorar cinco días haciendo lo que había pensado recorrer en un par de días. Creo que había sido un poco ambicioso en mi plan y había subestimado el costo físico del desnivel que hay que recorrer para llegar al río y salir de regreso en un par de días. Pero quien sabe y lo intente nuevamente con un poco más de entrenamiento para que sea alcanzable la meta.

whatsapp-image-2016-10-28-at-11-39-31Los últimos 300 metros de ascenso estaban difíciles y varias veces necesité un breve descanso para que mi corazón regresar a latir a un ritmo manejable. Ya para estas alturas el Croc iba como caballo de alquiler de regreso a casa, desbocado. Ni modo, le iba a tocar esperarme cuando llegará arriba porque yo no me iba a apurar subiendo (tenía que guardar piernas para el fin de semana). Pronto se fue poniendo fresco el aire a medida que ganaba elevación y el borde se iba acercando. Ya las ganas de una cerveza fría me hacían agua la boca. Eventualmente escuché a Lagarto gritar cuando terminó ileso su recorrido de Tanner Trail. Me tomó unos quince minutos más llegar al final de mi propio recorrido. Todavía me quedaba algo de ron para celebrar el logro. ¡Salud!

De allí nos fuimos a El Tovar a celebrar con una cerveza helada antes de manejar de regreso a Scottsdale para correr Javelina Jundred. En El Tovar nos encontramos con el Senador John McCain y lo saludamos (McCain nación en Panamá). La cerveza estaba sabrosa y me hubiese gustado tomarme más de una pero quedaban varias horas de manejo por delante. Realmente fue una tremenda satisfacción haber tenido la oportunidad de visitar este lugar tan espectacular y espero poder regresar pronto.

Mi dormitorio bajo las estrellas.
Mi dormitorio bajo las estrellas.

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Caminatas

Cerro Bruja

Después de 20 años, y tres intentos, logramos subir Cerro Bruja una vez más. Con 979 metros de altura, Cerro Bruja es lo más alto del Parque Nacional Portobelo. En Cerro Bruja nace el Río Guanche, Río Piedras, Río Diablo y Río Gatún. Tratamos de subirlo en un día en dos ocasiones anteriores y en ambas ocasiones el terreno, la falta de agua, y lo difícil del acceso nos ganaron. Para la tercera vez decidimos planear nuestro viaje de manera que usáramos dos días para subir y el tercer día para bajar y regresar. Esta vez todo salió como planeado y logramos dormir arriba de Cerro Bruja, justo en el nacimiento del Río Guanche. No encontramos el punto geodésico que indica los 979 metros de altura pero estábamos a pocos metros de donde sea que esta colocada esa marca.

Los primeros dos viajes fueron en plena temporada seca y no nos tocó nada de lluvia. Esta vez nos llovió torrencialmente en los dos primeros días. Por suerte llovió durante el día y las noches nos tocaron despejadas, aunque siempre húmedas por toda el agua que continuaba goteando de los árboles a través de la noche. Hubiese sido triste tener que cocinar bajo la lluvia y las conversas vespertinas habrían sido más cortas y menos divertidas. Afortunadamente el suelo todavía no había absorbido tanta agua así que no nos tocó tener que luchar para conseguir buena tracción en las largas trepadas que nos tocaron.

En el viaje anterior habíamos llegado a los 920 metros de altura a las 5:45pm pero con muy poca agua y no pudimos ubicar una fuente de agua para rellenar nuestras botellas vacías. Decidimos bajar mientras podíamos y no logramos volver al agua hasta las 9pm. Nos pasamos tres horas descendiendo por un filo hasta encontrar un buen lugar donde acampar al lado de un río. Como ya en el primer viaje habíamos tenido que bajar al Río Gatún porque estábamos en una situación similar (con poca agua), esta vez planeamos dormir en ese río para partir a buscar la cima con suficiente agua para durar lo que fuese necesario para coronar Cerro Bruja. Ya a las dos de la tarde estábamos cerca del Tercer Brazo del Río Gatún cuando decidimos refugiarnos bajo un pequeño rancho para esperar que escampara un poco. Una lluvia torrencial con truenos y relámpagos nos tenía empapados y con frío. Después de un rato la lluvia bajó su intensidad y nos fuimos a buscar donde acampar cerca del agua en un lugar relativamente seguro contra crecidas repentinas.

El Río Gatún estaba un poco crecido pero había un buen lugar donde poner nuestras hamacas cerca del río sin tener que preocuparnos por que se creciera el río (que ya estaba a un nivel elevado por la lluvia). Pasamos una buena noche arrullados por el sonido del agua corriendo. La cena de fetuccine con salmón ahumado, crema y Parmigiano-Reggiano es un éxito garantizado siempre. Con todo y la lluvia se pudo hacer un buen fuego para acompañarnos hasta tarde mientras durara la buena conversación. Nuestro grupo estaba diverso con holandeses, un inglés, un colonense de corazón, chiricanos y capitalinos. Ocho caminantes es un buen tamaño para esta clase de aventuras.

Al segundo día, después que un buen desayuno y café vaquero nos devolviera la vida al cuerpo, salimos a buscar nuestra cumbre. Ya a las 8am estábamos trepando de vuelta al filo que nos llevaría hasta lo más alto de Cerro Bruja. El Río Gatún sería nuestro único abastecimiento de agua hasta que encontráramos agua arriba de la montaña y fuera hora de acampar nuevamente. Teníamos que salir con toda el agua para el resto del día más suficiente para bajar de la montaña si nos salía la bruja y no encontrábamos agua corriendo en la cima. El filo que habíamos estado siguiendo el día anterior nos llevaría sin desvío hasta 800 metros de altura y a un par de kilómetros de nuestro destino.

Este filo entre el Gatún y La Escandalosa es un filo muy recorrido por animales y se mantiene generalmente claro porque suficiente gente lo recorre para darle mantenimiento. No tengo idea que viene la gente a hacer arriba de Cerro Bruja. Solamente he conocido de científicos que suben esta cima y, supongo, que los técnicos del canal que le vienen a dar mantenimiento a la Estación 103 arriba de Cerro Bruja (a 975 metros de altura). El sendero que se ha formado en este filo está marcado por cintas celestes, naranja, rosadas, y, ahora verdes y amarillas (que nosotros colocamos). Todo el sendero está cubierto por el dosel de los árboles que lo bordean. Lo único que interrumpe nuestro fácil movimiento son los árboles que se han caído recientemente causando una maraña de nuevo crecimiento vegetal. A las 11am llegamos a los 800 metros de altura y yo pensé que ya esta vuelta iba a ser fácil (hasta dije que antes de las 3pm estábamos acampando). La Bruja no tenía interés en rendirse fácilmente pero yo no tenía idea de eso en ese momento.

De los 800 metros a los 923 metros la ruta es fácil de seguir. Pero allí es donde se complica la navegación porque a esa altura ya la selva está complicada con árboles caídos y la vegetación es abundante. Además hay una silla grande que hay que navegar con mucha precisión para poder llegar a la trepada final. Justo en este punto fue donde nos desviamos en el viaje anterior. Casi nos vuelve a suceder esta vez pero Popo Bonvini estaba al tanto (al igual que la vez anterior) de nuestra posición en relación con nuestro destino. Estábamos siguiendo una combinación que ya nos había dado buen resultados en viajes anteriores: yo voy navegando y Popo me va corrigiendo cuando tomo decisiones equivocadas en nuestro rumbo. Sjef también me estaba ayudando con su brújula apuntándome en la dirección correcta mientras yo procuraba abrir camino en la dirección que queríamos seguir.

A las 3pm apenas estábamos trepando la ladera que nos llevaría a los 979 metros de altura y la cima de Cerro Bruja cuando empezo a llover a cántaros, y los truenos comenzaron a retumbar cerca de nosotros. Ya no había mucho más alto que nosotros a nuestro alrededor y se podía ver que estábamos casi en lo más alto del cerro. Ya casi todo el bosque era un enredo de plantas de todo tipo y los árboles ya eran relativamente pequeños, típica vegetación de los bosques nubosos. Como a las 4pm logramos llegar cerca del marcador de los 979 metros de altura y todavía no encontrábamos agua. También era evidente que iba a ser difícil llegar justo al lugar donde yo quería pasar la noche, un lugar donde había estado hace unos 20 años antes con mi cuñado Nick Nellos y su amigo Jeff Kloer. Ya estábamos en la parte plana arriba de Cerro Bruja y no era tan sencillo saber exactamente cual era la mejor ruta a seguir para llegar a donde acampar: todo se veía igual en todas direcciones. Ya estábamos dentro de un área como de un kilómetro cuadrado que formaba la cumbre de Cerro Bruja, tierra de nadie.

Tratando de llegar al agua dimos con el nacimiento del Río Guanche y ya eran las 5pm, hora de acampar. No era el lugar con la mejor vista arriba de Cerro Bruja, pero era el lugar donde tocaba hacer el campamento esta noche. No habían más fuentes confiables de agua en esta montaña a esta altura. Hicimos nuestro pequeño ruedo de consulta y decidimos que habíamos llegado a donde íbamos por el día de hoy. Ya estábamos arriba de Cerro Bruja y teníamos agua, misión cumplida. La parte de dormir con una bella vista tendrá que quedar pendiente para otra aventura. Tampoco íbamos a seguir dando vueltas buscando el mojón que marca el punto exacto de la cúspide del cerro. Desafortunadamente, no había muchos árboles buenos para colgar nuestra hamacas. Ibamos a tener que esparcirnos entre varios lugares para poder acomodarnos entre los árboles.

Al final del día, la cena y la velada quedaron excelentes. Popo había traído un pesto fresco hecho por él mismo que acompañado con jamón serrano y vino resultó en una buena comida de montaña. Un chocolate caliente con Ron Abuelo fue el postre para ayudarnos a dormir mejor en este paraje tan extraño. Pensé que la gente iba a caer temprano esta noche pero duramos más que la noche anterior. Creo que el lugar se prestaba para echar cuentos mientras llegaba el sueño. Estábamos rodeados de cocuyos que brillaban por todos lados atraídos por las velas que nos alumbraban. Poco a poco los comensales fueron retirándose a sus hamacas hasta que finalmente me tocó mi turno de acomodarme dentro de mi hamaca para pasar el resto de la noche. La pregunta con la que creo que todos se fueron a dormir era ¿cómo diablos íbamos a hacer para salir de donde estábamos en un solo día?

Temprano en la madrugada del domingo ya estábamos tomando café y desayunando. Nuestras hamacas ya estaban desmontadas y nuestras mochilas casi listas para emprender la retirada. Según mis cálculos, si no habían mayores inconvenientes, estaríamos llegando a los autos cerca de las 6pm. Solamente teníamos que seguir las cintas que habíamos colocado hasta encontrar la bajada que habíamos seguido en el viaje anterior. Una vez que iniciábamos el descenso ya todo el recorrido era relativamente conocido y no presentaría mayores inconvenientes. De hecho, iba a ser un cambio placentero a los días de bosque cerrado que habíamos pasado. Ahora nos tocaba recorrer La Escandalosa y el Río Boquerón de regreso a donde habíamos dejado nuestros autos. Todo ese camino ya nos era familiar, terreno conocido.

Aun así, con todo y las cintas nos tomó varias horas recorrer nuestro camino andado hasta el desvío de bajada. El bosque se tragaba nuestro sendero con mucha facilidad y las únicas marcas que daban indicio de nuestro recorrido eran unas cuantas plantas cortadas y unas tenues huellas por el piso. Parece mentira lo fácil que sería perderse acá arriba si no hubiésemos tenido varios GPS para revisar nuestro recorrido contra el del día anterior. Las cintas naranja se veía claramente cuando estaban cerca de nosotros pero prontamente se perdían al alejarnos de ellas. Cerca de las 11am ya estábamos bajando de Cerro Bruja hacia el Río Escandaloso. De aquí a los autos eran unas ocho horas según nuestro estimado basado en lo que nos había tomado ese mismo recorrido en el viaje anterior. Ese descenso lo habíamos hecho de noche la vez anterior y nos tomó tres horas hasta el río. A media bajada paramos en un lugar con una buena vista de donde habíamos estado: es realmente increíble como se veía Cerro Bruja desde donde podíamos apreciarla. Y pensar que hacía unas horas habíamos estado arriba de esa sólida montaña de bosque esmeralda.

Almorzamos en el Río Escandaloso justo donde habíamos acampado hacía unas tres semanas atrás. Todavía estaba el machete roto que Tony había dejado clavado a un árbol pensando que alguien lo aprovecharía al encontrarlo.  De este punto nos había tomado cinco horas para llegar al punto de donde habíamos partido. Ya la gente estaba tranquila y gozando del agua cristalina que corría a nuestro alrededor. Habíamos pasado dos días por lo alto de la montaña y ahora estábamos en terreno abierto con vista clara al cielo. Ya nuestra vista podía extenderse por cientos de metros sin ser interrumpida por lo frondoso del bosque. Mi ropa estaba toda cubierta del sedimento que cubría las hojas de los árboles y la vegetación que había estado atravesando toda la mañana. ¡Que sabrosa estaba el agua fría que me cubría!

Ya el resto de nuestro recorrido era todo por senderos claros y unos cuantos vados de río. Nuestros pensamientos comenzaron a enfocarse en las cervezas frías que nos estaban esperando al final del recorrido. Todavía nos faltaban horas por caminar pero ya estábamos pensando en lo que estaba más allá. Parece mentira lo frágil que es el momento y lo difícil que es mantenerse presente en lo que estamos haciendo y viendo. En lo profundo del monte era normal estar totalmente inmersos en el presente pendientes de cada paso que damos y de todo lo que nos rodea. En cuanto ya estamos sintiendo el llamado de la comodidad y el descanso nuestra mente divaga y pierde el foco del momento para concentrarse en lo que nos espera más adelante.

Al final del camino me impresiona que pude llegar a Cerro Bruja en el primer intento hace tantos años atrás. Estábamos más jóvenes y fuertes entonces pero no contaba con toda la experiencia que tenemos ahora y la ayuda de la tecnología que nos acompañó en todo momento. Creo que también había planeado el viaje con mucho esmero entonces y esta vez estábamos improvisando más sobre el camino. En todo caso, quiero regresar a Cerro Bruja nuevamente y esta vez si voy a dormir al borde de un chorro que hay allá arriba.

Fotos cortesía de Jorge Mendoza: