¡Sobreviví El Valle Trail Race 2010! Había calculado 7 horas 30 minutos para terminar los 45km y me tomó 8:05. Cuando llegué a la meta solamente quedaban los organizadores, mi esposa Lorena y los Hashers esperándome con una cerveza. Recibí la triste noticia de la muerte de nuestro amigo Joe Parker cuanbo yo iba en la recta final, y cruzar la meta fue una mezcla de júbilo y dolor. Pero estoy seguro que Joe Parker murió como quería, con las zapatillas puestas.
Como yo conocía la ruta íntegra, corrí con pleno conocimiento de todo lo que venía, y también lo hice con un plan bien definido: llegar a la meta. La carrera estaba diseñada para que las bajadas permitieran correr con bastante seguridad y las subidas iban por las partes más difíciles. Si la carrera hubiese sido en el sentido contrario, las subidas hubiesen sido fáciles y las bajadas mucho más difíciles.
Traté de bajar rápido hasta Río Indio Centro, a donde llegué cerca de las 2:30, y de allí hasta el regreso a La Mesa lo tomé con calma, corriendo lo plano y las bajadas, y subiendo cómodamente todas las trepadas. En la bajada hasta Río Indio Centro me fui con Margaret Von Sanger, Víctor Mojica, y otro amigo. Joaquín Gil del Real nos alcanzó poco después de Jordanal.
En Río Indio Centro íbamos de 15º y 16º. En la subida hacia las Tres Cruces nos encontramos con otros dos corredores que no conocíamos. Bajando hacia Boca de Las Minas nos pasamos a esos dos corredores y nos alcanzamos a Luis Carlos Stoute, quien iba reído y bajando con precaución esa resbalosa y rocosa pendiente. En el Río Las Minas llené una de mis botellas de agua. Llevaba dos botellas de agua para que me alcanzaran en las partes difíciles, y en Río Indio Centro solamente rellené una botella.
De Boca de Las Minas hasta La Mesa nos tocaba un ascenso largo y con una pendiente muy difícil. Joaquín y yo entramos en un ritmo que nos traía cerca de nuestro límite cardíaco, y solamente estábamos caminando las subidas. Ambos estábamos rellenando nuestras botellas en cada cruce de río. En el último cruce del Río Las Minas nos encontramos con Carlitos Rettally, George Shoemaker, y Jorge Rodríguez, todos bañándose en el río. En cuanto llegamos decidieron que ya era suficiente el descanso, rellenaron sus botellas con agua del río, y seguimos juntos.
El próximo tramo era un poco complicado por que había que caminar por todo el lecho de una quebrada que daba al Río Las Minas. Los tres, Carlitos, Jorge y George, se fueron quedando atrás lentamente. Cuando salimos de esa quebrada venía el ascenso más empinado de esa sección. George Shoemaker logró alcanzarnos en esa subida que contaba con un buen sendero. Llegando al tercer puesto de agua, cuando ya los autos podían llegar, volvimos a correr. Joquín se nos quedó atrás en ese punto.
En la bajada de La Mesa George me dejó atrás, como era de esperarse. Desde arriba de La Mesa hasta La Piedra Pintada todo el camino era de asfalto y tosca. En el Cool Zone de Pura Voluntada, en la entrada a La India Dormida, me volví a encontrar a George, que estaba saliendo del reabastecimiento. Estaba seguro que no lo volvería a alcanzar…
Lizbeth y el equipo del Coolzone me atendieron con mucho esmero y lograron que algo de energía regresara a mi cuerpo. En ese punto ya me había acabado toda la comida que llevaba para la primera parte de la carrera, y ya estaba hidratado al punto que no podía seguir consumiendo líquidos (aunque la sed me abrasaba). Recogí unos cuantos gels, rellené mis 2 botellas, una con agua y la otra con Gatorade, y seguí mi camino.
La subida de La India Dormida la tuve que tomar con mucha calma para no forzar mucho a mi corazón que ya venía trajinado. Pude ver que todavía quedaban las marcas de cal que había puesto el día anterior, y que muchas de las cintas amarillas seguían en su lugar. La pintura naranja que Daniel Alveo Young había puesto también estaban muy prominentes en el camino. Arriba de La India, cuando había que girar a la izquierda, apenas se veían las marcas de cal, y habían desaparecido unas cintas que estaban colocadas para llamar la atención hacia el giro.
Cuando llegué al lomo de La India Dormida comenzó a llover y tronar. Consideré regresar al Coolzone y retirarme de la carrera, pero eran truenos lo que sonaba. Si hubiese visto relámpagos habría bajado inmediatamente. Con algo de aprehensión continué mi corrida por La India Dormida. Me extraño no poder ver a George en ninguna de las vistas expansivas que permitía el desnivel del lugar. No creí que George me pudiese sacar tanta ventaja en ese terreno.
Sabía que Carlitos me estaría pisando los talones y de vez en cuando miraba hacia atrás para ver cuando aparecería. Efectivamente, llegando al final de La India lo vi desde la punta de una subida cuando el iniciaba su bajada por el otro lado. Le silbé y me respondió claramente que ¿por qué llevaba tanto apuro? Le dije que si quería lo esperaba, pero no me respondió. Apuré mi paso un poco para mantener mi pequeña ventaja.
Logré recorrer toda La India Dormida en hora y media, cerca de lo que había calculado. Pensé que sería capaz de hacerlo en menos tiempo, pero mis pisadas ya no eran tan seguras por el agotamiento y me limité a minimizar las posibilidades de un accidente. Al llegar al final de la bajada ya estaba seguro que terminaría cerca de las 8:00 horas. No había forma de que logrará mejorar mi posición en el evento, pero si me relajaba Carlitos no iba a titubear en bajarme un puesto.
Me dediqué a correr y caminar a lo Jeff Galloway hasta la meta. En la recta final, que es larguísima, pude ver cuando Carlito finalmente apareció dentro de mi campo visual. Ya sería muy difícil que me alcanzara. En ese tramo me encontré con Daniel, el escudero de Luis Carlos, que quería saber cómo volver a encontrarse con Luis Carlos. Le explique como llegar a la bajada de La India. Teresa pasó en su auto y me contó de Joe Parker, se me erizaron los vellos y me embargo la tristeza. Melanie Boyd pasó en un 4wheel y me contó que se había acordado mucho de mi durante su carrera, y de mi madre también. Sibila pasó en su auto y también me alento.
Cuando volví a ver hacia atrás vi que Carlitos estaba mucho más cerca y me venía corriendo con ganas. Hora de trabajar: apreté mi paso hasta cruzar la meta. ¡Que alegría cuando ya pude ver la meta! Nuevas fuerzas acudieron al rescate y crucé la meta con paso firme, escuchando a mi esposa, al Hash y a los espectadores alentándome a terminar. Y justo cuando crucé la meta Jonathan Jones me dió una cerveza helada: ahhh!
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