Portobelo 2011
Me encantó como quedó esta décimo tercera edición del Triatlón de Portobelo. La organización estaba excelente como siempre, hubo buena participación, y el clima estaba muy apropiado para el día de competencia: nublado y, luego, con lluvia. Además, finalmente, volví a ganarme un premio en este evento. Esta vez fue el primer lugar en la categoría 50-54, posición que nunca he ocupado antes en un triatlón. Me sentí muy a gusto entre los participantes por que conocía a la mayoría, al igual que a los organizadores.
Habíamos llegado muy temprano a Portobelo junto con mi esposa, mis hijos, y Joaquín (quien quedó de tercero en su categoría 45-59). Está excelente el trayecto hasta La Guaira, completamente asfaltado. Ahora con la autopista Panamá – Colón es muy fácil llegar relajado a la partida del evento. Ya estaba todo organizado cuando llegamos, rayando el sol, a las 6:00am. Solamente fue cuestión de bajar las bicicletas del auto, acomodarlas en su lugar y proceder a marcarnos. Poco a poco fueron llegando los demás competidores, los fotógrafos, y los expectadores.
Ya las 7:15am, puntuales, nos estaban llamando a la playa para prepararnos para la partida. No había nadado ni una sola vez desde que hice el Ironman de Cozumel. Mi intención era sobrevivir la nadada, posiblemente detrás de algún otro nadador que me ofreciera un bote hasta Isla Grande y de regreso. Sucedió que tuve que nadar prácticamente solo por que no me pude quedar atrás de nadie por lo pobre de mi entrenamiento en el agua. Ya hice una nota mental para corregir esta situación antes que llegue el Panama Canal Triathlon y el Post-Panama Max 226k. No quiero volver a repetir esta triste experiencia. Salí del agua en una posición muy desventajosa y ya todos los de mi categoría habían partido. Mi bicicleta estaba sola en su posición cuando salí del agua.
Al iniciar la pedaleada me sentía muy lento, como si tuviese los muslos de gelatina. Me tomó un buen rato entrar en ritmo en la bicicleta. Jorge Rodríguez, que salió del agua poco después que yo, me pasó antes de salir de la calle asfaltada para entrar en el camino a José Pobre. Julio Spiegel también me pasó después que lo dejé atrás por algún problema mecánico que tenía. Pero Jorge y Julio no se me fueron muy adelante y luego los volvería a pasar. Mi preocupación principal eran el 241, Orlando Martínez, y el 242, Hugo Aedo, que estaban en mi categoría. Por suerte, para mi, este año Eladio Quintero no pudo participar. Pude ver a todos los que iban en la cabeza de la competencia pasar de regreso al giro hacia los potreros, y entre ellos venía mi hermano Roger, bien adelante en su categoría.
Cuando estaba en la subida anterior a José Pobre vi a Eric Barsallo salirse de la calle y rodar al monte. Venía bajando a toda máquina y se encontró a David Henao en el medio del camino. Por suerte no le pasó nada y salió del monte quejándose de los ciclistas que no iban subiendo por la derecha de la calle, justamente. Ya en la bajada a José Pobre pude ubicarme claramente entre el montón de ciclistas que estaban regresando del giro al pié de esa bajada. Entre ellos vi a Hugo, el #242, pero no pude identificar al #243. Lo más probable es que tenía los ojos bien puestos en el camino por que iba bajando a toda máquina, casi sin frenar, buscando cualquier ventaja que pudiese obtener del terreno. Muchos del los triatletas que participan en Portobelo son ciclistas que ocasionalmente se trepan en una montañera y no tienen mayor habilidad en esa rama del ciclismo. De hecho, estoy seguro que la participación en Portobelo ha venido decayendo por que muchos triatletas le tienen miedo a hacerse daño en la sección de montañera de este triatlón.
Una vez que llegué al potrero con la bicicleta pude comenzar a pasar gente en serio. Había salido del agua en la posición 56 de 66 y ahora me tocaba recuperar una gran cantidad de terreno para mejorar mi ubicación en la competencia. Me alcancé a Orlando Martínez en lo más alto de la subida del potrero. Ya con eso estaba en primer lugar en mi categoría. Ahora solamente tenía que ser conservador para terminar la carrera y ganarme un premio que me había eludido por muchísimos años. Aún así, no me iba a perder de lo más divertido que hay en Portobelo: el descenso por el sendero de regreso al asfalto. Bajé al borde del control gozando del terreno suave y el lodo que volaba por todos lados. En una de esas comí lodo por que se me formó un embotellamiento cuando varios competidores se agruparon en una sección difícil de la bajada y al desmontar no me quedó otra que tomar una mala ruta. Pero me levante delante de todos y los dejé atrás. ¡Todavía quedaba mucha bajada por delante!
Cuando llegué a la transición me encontré con Iñaki poniendose las zapatillas y no lo volví a ver hasta la meta una vez que se paró e inició su corrida. Mi propia corrida fue divertida y logré alcanzar y pasar a varios otros corredores. Muchos me volvieron a pasar cuando llegamos a la parte buena del camino. Yo paré a sacarme las piedras que tenía dentro de las zapatillas y me tomé todo el tiempo del mundo poniéndome cómodo. Como no llevaba medias, no tenía ganas de pelarme los pies con arena dentro del calzado. Me impresiono mucho Kareen Human, quien me alcanzó llegando a la última quebrada antes del Valle de La Luna. Me pasó en ese punto y luego me sacó 11 minutos más – se veía que venía prendida, soplando candela. Kareen quedó en la primera posición en su categoría.
¡Qué divertido fue llegar a la meta! El retorno desde El Valle de La Luna siempre ha sido un final agobiante en esta carrera, especialmente cuando brilla el sol. Esta vez venía tranquilo y sin apuros. Ya sabía que no iba a mejorar ninguna marca personal, y tampoco podía mejorar mi posición en mi categoría. Al contrario, podía perder mucho se mi esforzaba mucho y me quemaba. Cuando llegué a la meta me encontre con Roger, Joaquín, Isa y muchos otros que ya habían cruzado la meta. Lorena me había tomado la foto de la meta y pronto regresó con una hielera con cerveza: ¡qué buen premio!