Factor miedo en el Río Grande
Hace dos semanas fuimos a remar al Río Grande en Penonomé, aprovechando que el fin de semana del 3 de noviembre iba a estar en El Valle junto con mis sobrinos. Por más que intente conseguir al menos un adulto más para que nos acompañara, no fue posible. Terminamos remando Alexandra (16), Tino (17) y yo (45, casi 46). El Río Grande no es un río complicado, pero tiene un solo acceso y una sola salida en su sección media. Esto aumenta los factores de riesgo en caso de que algo salga mal.
Tino y Alex ya habían bajado este río un par de veces, pero esta era la primera vez que Alex bajaba esta sección sola en su kayak rígido. Alex ya había bajado la sección baja en su kayak Arc, y Tino si la conocía mejor. El rol de Alex es más sólido que el de Tino, pero Tino está más confiado en el agua. Alex tiene ataques de indecisión cuando es confrontada con muchas opciones a través de un rápido.
Cuando llegamos al primer rápido grande decidí bajar a darle un vistazo. El río tenía bastante agua y quería asegurarme que no hubiese ningún hidráulico peligroso. La corrida estaba clara por el lado derecho del rápido, y decidí cruzar al lado izquierdo del río para tomar momento hacia la derecha a la hora de entrar en los rápidos. Cruce y esperé que Alex también cruzara para que me siguiera de cerca a través del rápido. Cuando Alex fue a hacer su ferry escogió un ángulo de ataque muy obtuso y termino derrapando río abajo.
Alex logro detener su descenso antes de entrar al rápido, pero se dejó asustar por el prospecto de haber bajado solo y de primera por el mismo. Yo la vi algo alterada y le pregunté si deseaba caminar el rápido. Sin decir mucho asintió y entonces iniciamos todo el proceso de ayudarla a cargar su kayak por la orilla para saltar el rápido. Creo que desde ese punto en adelante todos quedamos algo preocupados por el prospecto de una bajada larga y complicada por múltiples caminatas. Al final todo salió bien, pero los chicos nadaron más de lo que esperaba y terminamos haciendo múltiples rescates.
En el rápido más complicado de todos decidimos caminarlo en su mayoría para no corrernos el riesgo de tener que rescatar a nadie en ese desorden de aguas turbulentas. Aun así, cuando bajamos la última sección del rápido, Tanto Alex como Tino se voltearon y ambos nadaron, ninguno pudo ejecutar su rol con éxito en la turbulencia del último salto. En un momento dado el kayak de Tino quedo atrapado contra una pared, sostenido en su lugar por la corriente. Y entonces comenzó a llovisnar. ¡Las cosas se estaban complicando! Y yo sólo cuidando hijos ajenos, en el Río Grande. El resto del viaje siguió la misma rutina.
Una vez que llegamos a casa sanos y salvo, y nos logramos relajar por completo, todo pareció muy divertido desde la comododidad de una silla cómoda y con un trago en la mano. Pero muchas cosas pudieron pasar y hubiésemos estado algo cortos de remos en el río. En un momento dado casi se pierde el remo de Alex, en otro momento tuve que corretear el kayak de Alex por casi 500 métros antes de poder detenerlo, y luego esperar que Alex llegara caminando hasta donde estaba. Las tres conclusiones de ese viaje fueron:
- Necesito un remo plegable para llevar repuesto.
- Es mejor remar con cuatro kayakeros que con tres.
- Hay que reforzar el ferry de Alex.