Este fin de semana remamos el Río Chame nuevamente. Estábamos acompañando una clase de kayaking que estaba dando John Miller de Boquete Outdoor Adventures. Como el río era fácil, decidí llevar a mi hijo a bajar su primer río en su propio bote. ¡Mi hijo dejó impresionados a todos, incluyéndome a mi! Bajó todo el río sin ningún problema, remando tranquilamente por más de cuatro horas. Cualquiera hubiese pensado que llevaba años haciendo esto. Comprarle un kayak para niños a mi hijo Irving ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Que alegría compartir un día completo en cercana compañía con Irving.
John Miller estaba dando una clase de introducción a Annie Young, Joaquín Gil del Real, y Jorge Barriga. Jaime Vásquez, Dimas Pino y Papito estaban asistiendo al grupo, y Paulo Vargas, mi hijo Irving y yo los acompaños en la bajado del río. Después de llegar a la primer charca del río, John se dedicó a repasar las diferentes paladas y técnicas de remo en kayak. Irving prontamente fue perdiendo la paciencia: ¡el quería seguir bajando el río! Al los pocos minutos me dijo «Papa, tenemos que volver al río tu y yo, pero sin John, para poder bajar todo el río sin parar». Ese momento no tiene precio…
Pero inmediatamente encontramos que podíamos entretenerlo en la charca retándolo a que nos embistiera con su kayak. Este pequeño juego a la vez lo hace practicar el control de su bote. A los niños no hay que enseñarle mucho de remos, ellos lo aprenden naturalmente mientras reman. Nosotros los adultos si necesitamos de más teoría y dirección, pero los pequeños captan lo que hay que hacer de manera intuitiva. Y cada rápido que íbamos bajando se le iba haciendo más divertido, como si estuviese en una montaña rusa en un parque de diversiones. LLevé a Irving en un kayak Jackson Fun 1.5, que era ligeramente grande para su tamaño pero que le daba bastante flotación para que estuviera seguro.
El próximo río lo llevaré en el Jackson Fun 1 que es el apropiado para su tamaño y su peso. Al Fun 1.5 no le podía poner su pollera, y si se la colocábamos nosotros él no tenía la fuerza para quitársela en una emergencia. Pero resultó excelente llevarlo en el bote sin pollera. De esa forma Irving se podía salir fácilmente del bote cuando se volteaba, y, por supuesto, se volteó un par de veces. En otras ocasiones, cuando bajaba rápidos con mucha agua, el kayak se le llenaba y había que sacarle el agua. Esto lo podíamos hacer desde nuestros propios kayaks sin tener que salirnos. El Jackson Fun 1.5 es tan liviano que lo manejábamos con facilidad. Irving podía volver a montarse en el bote en medio del río.
Ahora Irving está entusiasmado con los ríos y esta ansioso por volver a remar. Y yo estoy muy contento por que puedo pasar horas con mi hijo. Como la gravedad y el flujo del río nos llevan río abajo sin mayor esfuerzo, es muy fácil para Irving mantenerse a la par de nuestro grupo de remadores. Ya después de las cuatro horas en el río, cuando llegamos a la parte plana, yo saqué una correa y amarré el bote de Irving a mi correa de rescate. Irving no se quejó de esto y así me aseguré de no cansarlo. Ya había pasado bastante tiempo remando su kayak y los niños de 7 años solamente tienen tanta energía en su cuerpo. Yo le mantuve su nivel energético a tope con bebidas y meriendas frecuentes. Todos lo pasamos de maravilla.
Cuando llegamos al auto, Irving repelló de una vez con la comida que nos esperaba. Al poco tiempo se hizo una bolita en su puesto y se durmió, feliz. Y yo manejé de vuelta con una sonrisa en la cara, feliz. Ya estoy pensando en el momento en que pueda incluir a Laura, de 5 años, en nuestros remadas. Claro que tengo que ajustar el nivel y la duración del paseo para su edad y su capacidad. Pero estoy seguro que se va a adaptar al río tal como lo hizo Irving, como una nutria.
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