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Bicicletas

Loma Grande

Este fin de semana que pasó decidí irme a dar una pedaleada larga por lares que hacía tiempo no visitaba. Saqué mi mapa y busqué un circuito que hacía tiempo tenía en mente de repasar. El recorrido me llevaría por Loma Grande, después de bajar al Río Zaratí desde el camino a La Mesa de El Valle, Oajaca, Sofrito, Sofrón y de vuelta a El Valle por La India Dormida.

El Río Zaratí nace atrás de El Valle y fluye hacia Penonomé, pasando justo por el pueblo y el balneario famoso de Las Mendozas. Cuando se cruza el Zaratí cerca de El Valle es apenas un riachuelo con poco caudal. La bajada desde el camino a La Mesa tiene buenos descensos para montañera. El último tramo hay que cargar la bicicleta por que se vuelve muy pedregoso y se mete por zanjas profundas formadas por cientos de años de paso en caballos y a pié. Pero una vez que se llega al río, el camino prosigue a nivel por todas las orillas del río.

La primera escuela que encontré fue la de Loma Grande. Allí me reabastecí de agua para poder batirme con la loma grande que le da el nombre al lugar. Una vez que logré coronar la subida quedé frente a un descenso que parecía interminable, todo por un camino de tierra cortado, y con una vista espectacular de toda la llanura alrededor de Penonomé. Lástima que cuando saqué mi cámara me di cuenta que no tenía batería. Cosa rara por que estaba seguro que la había cargado. Pasé como 20 minutos descendiendo hasta llegar a Loma Grande Abajo. Cuando estaba llegando al asfalto reventé mi llanta sobre un pedreguero por el que pasé a velocidad.

Justo en ese momento pasaba un bus al que me monté inmediatamente. Se había acabado la pedaleada por que no tenía como arreglar la llanta trasera. Una piedra había cortado la pared de la llanta trasera. Por suerte cargaba mi mapa: busque una ruta alterna para regresar a El Valle. Decidí subir por Sofré y caminar de vuelta a La India Dormida por El Aguila, La Montañita, y La Estancia. Iba a ser una caminata larga, loma arriba con mi bicicleta. Calculé que me tomaría más de tres horas recorrer los 15 kilómetros que tenía trepar hacia La Estancia. Por suerte le había dicho a mi mujer que regresaría tarde de este recorrido.

Por Irving Bennett

Siempre listo.

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