Miwok 100km 2011

Rumbo a Tennessee Valley
Rumbo a Tennessee Valley

¡Terminamos Miwok 100km 2011, todos!  De 350 corredores que iniciaron la carrera, solamente 287 lograron terminarla (82%). Eso hace nuestro 100% mucho más valioso en esta carrera tan difícil. Miwok es una carrera muy dura con sus 3,446 metros de ascenso y descenso. Las bajadas, que normalmente me encantan, me cambiaron la sonrisa por una mueca. Roger terminó en 13:22:41, Luis Carlos en 14:59:32, yo hice 15:58:29, y Margaret e Iris hicieron 16:44:25. Esta carrera resultó ser un espectáculo visual desde que inició hasta que terminó: vistas del Golden Gate y San Francisco, el Océano Pacífico, bosques de pinos gigantes y senderos con  lavanda florecida.

Mi plan de carrera era muy sencillo: terminar sin mal-tratarme. Esta carrera era un entrenamiento para Western States 2011, y una prueba de lo que se requiere para lidiar con 3,446 metros de ascenso y descenso, una probadita de lo que me viene en 6 semanas. Arranque junto con Iris y Margaret, a quienes planeaba acompañar mientras pudiera. Corrimos juntos casi toda la primera vuelta hasta iniciar la bajada de regreso a Rodeo Beach. Iris encontró el sendero técnico algo complicado y comenzó a quedarse atrás, junto con Margaret. Yo seguí a mi paso y pensé que podían alcanzarme en la playa, pero fue mucha la ventaja que adquirí en el descenso.

El primer circuito tenía bastante asfalto y salía desde Rodeo Beach en dirección a Sausalito, dándole la vuelta a la punta del faro que cuida la entrada a San Francisco. Esta ruta nos llevaba al primer ascenso de 4 grandes trepadas que haríamos durante nuestro recorrido. Partimos en la playa e inmediatamente iniciamos la escalada hacia más de 300 metros de altura. Cuando se formó el cuello de botella en la transición de la playa al sendero, yo me quedé en la cola junto con mis compañeras de carrera. Realmente me picaban los pies por salir a trepar, pero el plan era partir muy, muy lento y seguir así hasta el final. La mayoría de esta parte la hicimos caminando las subidas. En un momento en que estábamos trepando por un sendero que salía de vuelta a la calle quedamos perdidos. Por suerte una joven que nos seguía se dio cuenta del error y nos llamó para que regresáramos al sendero.

Después de pasar por la partida llegamos a la primera estación de ayuda en Rodeo Lagoon. Aquí solamente nos dieron de beber, un poco de aliento y nos mandaron camino a Tennessee Valley, la segunda estación de nueve que visitaríamos antes de llegar a la meta. Ahora nos tocaba el ascenso de Battery Point, donde habían emplazamientos de artillería que defendían la entrada a San Francisco. Hoy están abandonados por ser innecesarios, un recuerdo de tiempos más violentos. Mientras ascendía pude ver a Iris y Margaret, quienes me seguían bastante cerca. Ahora íbamos por la segunda trepada a 309 metros, antes de descender a la tercera estación de ayuda. La gente con quien estaba corriendo ahora me acompañarían durante las próximas 12 horas. Ya llevaba 2:25 corriendo y me sentía muy bien a los 32 kilómetros. Mucha gente dejaría sus capas de ropa extra en esta estación por que ya el sol estaba calentando los huesos con sus rayos.

Ahora nos tocaba el ascenso hacia Pan Toll, la tercera estación y el punto donde muchos dejarían su bolsa de apoyo con zapatillas frescas para el regreso, cuando volverían a visitar este punto. Yo no había dejado ninguna bolsa. Llegaría a la meta tal como salí en la partida, muerto de frío. Pero eso aún estaba muy por delante. Me estaba yendo bien en las subidas por que las practiqué bastante. Curiosamente, mis prácticas no incluyeron muchos descensos, y, más tarde, de daría cuenta de esto. Hasta ahora la mayoría de los senderos estaban en colinas expuestas cubiertas por hierbas de un pié de altura. Pronto estaríamos entrando en los bosques de pinos gigantes, los redwoods me Muir. Llegué a Pan Toll en 6:35, cubriendo el primer tercio de la carrera. Ahora me tocaba cubrir el segundo tercio que me llevaría hasta Randall y de regreso. Cuando volviera a Pan Toll tendría cubierto el segundo tercio.

Las estaciones de ayuda estaban bien repletas con papas hervidas, M&M’s, Oreos, papas fritas, emparedados de mantequilla de maní y jalea, frutas, sopa caliente, y geles energéticas (y anti-ácido para calmar el estomago revuelto de tanta comida). Yo estaba comiendo papas con sal y emparedados en las estaciones, y me llevaba 4 paquetes de GU Gel para mantener mi energía en el entre-medio. Cada media hora me comía un paquete, como reloj. Por suerte tenían variedad de sabores. Aún así me tocó llevarme varios de chocolate, que ya me tienen hastiado. Gran parte del secreto para completar estos ultras es saber como mantener el cuerpo suplido de combustible sin reventarlo. En esta carrera me fue de maravillas con la hidratación y la alimentación, cero problemas. Inclusive, nunca me sentí que se me bajó la energía.

Al salir de Pan Toll venía la trepada más larga hasta las filas de Bolinas y los bosques de Muir, a 565 metros según mi reloj. Una vez que logré el ascenso corrimos por un camino de acceso bajo la cubierta de los pinos gigantes. Llegué a la Estación de Bolinas en 6:12, cubriendo la distancia de un maratón. ¡Bastante lento! Ya había estado pasando a los punteros de la carrera que me llevaban casi 30 kilómetros de ventaja. Si en WS100 logró promediar 6 horas cada 40km, como acabo de hacer, puedo terminar cerca de 24 horas en esa carrera. Pero, de vuelta a la realidad, con todo y que iba lento, no creo que pueda mantener este ritmo por tanto tiempo ahora mismo. Tengo 6 semanas para arreglar ese problema…

Camino a Randall me encontré con Roger que ya venía de regreso del giro de 54 kilómetros. Se veía entero y paramos a conversar brevemente. Me dijo que Luis Carlos iba como una milla al frente mío. Al poco tiempo me alcanzaría Rose y correríamos juntos hasta Randall. Ya había conversado con ella entre Tenesee y Pan Toll. Rose intentaría romper las 14 horas y clasificar para WS100, pero al final terminó en 14:12. Excelente tiempo, pero no quiero imaginar el esfuerzo que debe haber requerido. ¡La bajada a Randall fue brutal! 335 metros de descenso de un cuerazo. En el camino de bajada me crucé con Luis Carlos y solamente alcancé a levantar la mano. El venía lento de subida y yo corría loma abajo viendo al piso. Cuando escuché su voz levanté la mirada y lo tenía al frente. Llegué al giro de la carrera, a 54 kilómetros, en 7:35. En la subida me topé a Iris y Margaret: venían corriendo, con cara de preocupadas, en las justas para lograr el tiempo de corte de esa estación. Todo el resto de la carrera estas chicas estarían lidiando con las horas de corte, hasta la meta. ¡Pero, lo lograron hacer!

Cuando llegué de vuelta a la fila de Bolinas, la realidad de la bajada me tenía preocupado: estaba estropeado. El resto de la carrera me acompañaría el dolor de los talones. Pensé mucho en Lorena y lo bien que me caería un masaje con árnica en la espalda inferior y unas aspirinas para aplacar el dolor. Por suerte voy a contar con su apoyo en Western States. Quedé con dudas si sería inteligente seguir mi plan de correr con mis Inov-8 X-Talon 212: casi no amortiguan el golpe del talón en las bajadas. Al principio bajaba con la punta del pié, pero no pude mantener esa pisada por que las uñas del pie derecho no lo aguantaron, en especial la de mi cuarta falange, que fue reventada por una coa cuando tenía pocos años (ahora está tieso ese dedo, sin ligamentos que lo muevan). Ya veré qué hace el entrenamiento de bajadas por mi.

Ya de vuelta en Bolinas, ahora la estación #6 – 65.76km – encontré a una de las primeras víctimas de la carrera. Ya iniciaban los DNF, algunos por tiempo, otros exhaustos, y otros adoloridos. Corrí bastante con un Buzz, un jóven de 67 años que llevaba el mismo paso que yo. Había vivido en Panamá un par de años, en Fort Gullick, donde quedaba la Escuela de Las Américas, y entrenaban a las fuerzas especiales de los Estados Unidos. Buzz caminaba todas las subidas y corría las bajadas. Hasta ahora había terminado Miwok tres veces entre 14 y 15 horas. Esta vez terminaría en 15:22. Buzz me contó que el año pasado corrió Western States y llegó hasta la milla 55 antes que perdiera el tiempo de corte de la siguiente estación. Esta es una bandera roja para mi, algo que me avisa: «peligro Will Robinson, peligro».

Buzz salió un poco antes que yo de Bolina y me dijo: «tu me alcanzas luego». Ese luego duró hasta Pan Toll, la estación #7 ahora. Mientras corría por las filas hacia esa estación veía como Buzz se me alejaba lentamente. Varios corredores me estaban pasando. Creo que mi ritmo estaba en franca decadencia. Yo trataba de meter máquina pero no avanzaba a buen ritmo. Experimentaba con el ritmo de mis pisadas, con la forma en que corría, en que ponía el pie en el piso, la bicicleta, etc. – sin éxito. Decidí que era hora de meterle más carbón a la caldera, abrí un GU y me lo comí. Nuevamente recorté distancia al último que me había pasado y, al poco rato, lo dejé atrás. No volvería a descuidar mi alimentación. Llegué a Pan Toll, 2/3 de la carrera, y me encontré a Buzz abasteciéndose. Yo rellené mis botellas y partí con 4 geles en mi cinto.

Ahora iniciaba la bajada a la playa de Muir. Buzz y otro señor me alcanzaron, y me pasaron. Yo estaba bajando muy lento, por más que trataba de acelerar – no encontraba como hacerlo a buena velocidad. La espalda inferior me tenía lastimado. ¡Cómo pensaba en lo bueno que serían un par de Tylenol extra-fuertes! Y el sobijo con árnica de Lorena… Jugábamos a la liebre y la tortuga entre varios corredores: yo pasaba en lo plano y me alcanzaban en las bajadas. Finalmente llegamos a la parte verdaderamente plana, 5 kilómetros de plano, y pude correr y dejar atrás a todo el mundo que estaba cerca. Incluso me pasé a varios que estaban por delante. De repente, llegando a la playa, ¡aparece el Pelican Inn!

Recordé que Tia Bodington, la Directora de Carrera, mencionaba el Pelican Inn en su descripción del recorrido invitando a que pararamos por una Guiness en este viejo hostal. No lo pude evitar, eran las 6:15pm y yo tenía que tomarme una cerveza. Las de la meta podían esperar, yo me tomaría la mía aquí. Entre al Inn, caminé a la barra, y esperé pacientemente a que el bartender me prestara atención. Le pedí una Pelican’s Own Pale Ale, y *no* le dejé propina por hacerme esperar demasiado tiempo. Luego me senté junto a un fuego que había en un patio interno a tomarme mi cerveza. Los jóvenes de una mesa cercana se interesaron en mi atuendo. No podían creer que alguien corriera 100km, y, menos, que se tomara una cerveza en el medio de su carrera. ¡Cuando salí del Pelican Inn casi no podía moverme! Caminé a la estación de Muir Beach, estación #8, y pregunté si ya habían pasado Iris y Margaret. No, no estaban en la lista de los que habían cruzado ese punto de control.

Ahora me dirigía a Tennessee Valley, la última estación antes de la meta, que tenía un tiempo de corte absoluto: 8:45pm. Yo me alcancé a Carmela y corrí con ella el resto de la carrera. Ya estaba cayendo la noche y yo no llevaba linterna, ni abrigo, y el viento estaba soplando con rabia. Mejor ir acompañado el resto del camino, en especial cuando se apague la lámpara que está en el cielo. Llegamos a Tennessee en 14:30, como a las 8:10pm. Tenían una sopa de tomate que estaba espectacular, la mismísima gloria celestial. En esta estación pedí una bolsa de basura gigante para hacerme un impermeable que me ayudara a mantenerme caliente. Ya quedaban minutos de luz y pronto iba a tener mucho frío por el viento que nos robaba el calor. Salimos cerca de las 8:30pm hacia la meta y las chicas aún no llegaban, iban a estar muy cerca de ser descalificadas. A nosotros nos quedaban unos 9 kilómetros para terminar nuestra carrera. Esto ya era pan comido…

Los últimos 9 kilómetros se pasaron brevemente, envueltos en conversación con Carmela y Marilyn, otra jóven que nos alcanzamos rumbo a Punta Bonita. Llegando a Punta Bonita nos pasamos a una peruana que también terminaría sus 100 kilómetros poco después que nosotros. Cuando se pudo ver la luz del YMCA mis compañeras fueron apretando el paso, como caballos de alquiler cuando van de regreso a los establos, apuradas por terminar su carrera. Mi tiempo final sería de 15:59 – más de lo que quería, pero suficiente para darme una buena probada de lo que se requiere para una carrera de este tipo. Como entrenamiento lo importante es el tiempo que pasé en movimiento. Luis Carlos y Roger estaban adentro del YMCA esperando ansiosos que llegáramos. Ya casi no quedaba gente en la meta, y mucha de la comida se había acabado (pero yo no tenía mucha hambre).

Pronto llegarían las chicas emocionadas por haber terminado su carrera: no hubo DNF para ellas, ni tampoco fueron DFL. ¡Super! Cuando me paré para irnos al auto pensé que me había causado un daño extremo por que casi no podía mover la pierna derecha por el dolor que me causaba en la ingle. Pero cuando desperté al día siguiente ya estaba bastante recuperado. He terminado en muy buen estado y sin pocos malestares y creo que pronto puedo retomar mi entrenamiento para Western States. Quisiera volver a correr esta carrera el próximo año y usarla de entrenamiento para el Ultra Trail du Mont Blanc.

 

 

 

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10 comentarios

  1. Rompy…, excelente historia y documentación fotográfica. Extraño desde ya toda la experiencia. No hay palabras para describir lo bonito de la carrera y el reto tan grande que implica.

  2. Rompy.. Gracias por tu articulo, la verdad que solo leerlo se me puso la piel de gallina. Cuantas cosas pasaron en esos 100kms, cuantas emociones vivimos y lo realmente importante..Que todos logramos cumplir con nuestras tareas.!
    Gracias por todo cuanto hiciste por mi en esta carrera y aunque me abandonaste (por ser tan lenteja). Espero podamos compartir nuevamente otro gran RETO…

    1. ¡Gracias Fernando! A Killian lo veré cuando nos lo presenten en la introducción de la carrera: estos son los que tienen posibilidades de ganar. Ahora mismo estoy preocupado por que las calculadoras de predicción de tiempo me ponen arriba de las 30 horas con el tiempo que hice en Miwok.

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