Grindstone 100 millas 2024

Este fin de semana que pasó, septiembre 20, 2024, corrimos Grindstone 100 millas en Virginia. Siete panameños se pararon en la línea de partida y todos terminaron. Eran casi los mismos que corrimos Hellbender el año pasado, pero reemplazando a Iñaki Lasa por Iván Zarak que corrió su primer 100 millas. Lagarto y yo llegamos a nuestras 20 100 millas terminadas.

Esta carrera me preocupaba, pero no hice gran cosa para prepararme más allá de mi hábito que ya ha probado ser suficiente para terminar la mayoría de las carreras que he empezado. Pensé que tendría que correr con chaleco, pero revisando bien los requisitos decidí que era suficiente irme con mi correa y amarrarme la chaqueta impermeable alrededor de la cintura. Tampoco invertí mucho tiempo analizando las estaciones, ni preparando tablas de tiempos. Me fui casi que a lo maldita sea.

Habían dos cortes que me preocupaban, uno al kilómetro 32 (12:30 de la noche) y otro al kilómetro 53 (4:00 am). Solo me preocupaban porque no me gusta arrancar corriendo rápido y después quedar caminando al final. Así es que siguiendo mi paso habitual, esos cortes iban a estar ajustados. Cuando arrancamos a correr aproveché para ganar algo de tiempo contra el corte porque los primeros 6 kilómetros eran todos de asfalto y con una pendiente leve. El tema del corte de las 12:30 am era que estaba arriba de una trepada de 14 kilómetros que podía ser potencialmente lenta.

Me llevé una tercera botella de agua colapsable para esa trepada porque no me iba a alcanzar los 1,250ml que había entre mis dos botellas, una de mano y otra al cinto. Arranqué mi carrera de último porque no fui al baño antes de salir. Eso hizo entretenida toda la carrera porque iba a irme pasando gente toda la carrera. Al primero de mis corredores que alcancé fue a Chapa. Luego me pasé a Iván. Mi plan era correr con ellos a través de la noche si todos hacíamos el corte de las 12:30 am. Resultó que ambos venían fuertes y terminamos trepando juntos. Llegamos al kilómetro 32 con una hora contra el corte.

Ya con eso quedé tranquilo porque era casi todo bajada hasta el próximo corte al kilómetro 53 en North River Gap. Iván y Chapa venían con algo de dolor en una de sus rodillas y bajar les molestaba más que subir, pero igual estaban corriendo bien loma abajo. En un momento dado nos encontramos con un tren como de 30 corredores. Llevaban un buen paso, pero el terreno se prestaba para ir más rápido. Me los pasé a todos y quedé corriendo solo hasta llegar a North River Gap y hacer ese corte con dos horas de ventaja. Al rato llegaron mis compañeros, habían hecho buen tiempo bajando.

En North River Gap estos dos se cambiaron casi todo. Yo los esperé pacientemente porque venía otra trepada larga y no quería pasar las peores horas de la madrugada solo. Puse a Iván delante mío cuando salimos y seguí el paso que él marcó. La verdad es que Iván estaba en buena forma y fue muy entretenido conversar toda la noche con él. Chapa se nos quedaba atrás como unos 20 metros y cada tanto tiempo le llamamos para asegurar que venía ahí.

La bajada que seguía la trepada nos llevaba a Dowell’s Draft donde estaba nuestra segunda bolsa de recambio. Prácticamente solo usé las bolsas para Ensure y dejar mi luz de cabeza. Hasta ahora no había hecho ningún cambio en mi vestimenta (solo ponerme medias, que llevaba conmigo, cuando ya me cansé de las piedras en las zapatillas). De paso, corría con unas Hoka Speedgoat 6 de paquete. Las Speedgoat siguen siendo las mejores zapatillas de trillo que he usado, año tras año, modelo tras modelo. Las Speedgoat 6 siguieron mi encanto con el modelo.

En Dowell’s Draft me encontré con Ana Lucrecia y lo primero que me preguntó fue dónde había dejado a Iván, su esposo. Le dije que venía cerca y así fue: apareció al par de minutos. Ana Lucrecia atendió a Iván como un rey y a mi me dio buen café. Chapa llego poco después y quedamos todos juntos nuevamente. De Dowell’s Draft a Dry Branch venía la pendiente más inclinada de la carrera. Nuevamente me acomodé detrás de Iván y me fui a su paso hasta coronar esa trepada. Bajando nos atajó un corredor que Iván no se pasaba. En un momento dado vi una oportunidad y me pasé a Iván y al otro corredor. No volví a ver a Chapa, ni a Iván. Sabía que entre ambos se cuidarían así es que no me preocupé más del asunto.

Después de Dry Branch Gap, una estación menor, venía el tramo más duro de toda la carrera. Esta era otra trepada inclinada y con un terreno hostil. La trepada no resultó tan difícil como la esperaba, pero la bajada fue imposible de correr. Tenía toda clase de piedras sueltas y se corría sesgado contra la pendiente sin tener los andenes que habían hecho gentiles las pendientes anteriores. Cuando llegué a la próximo estación había un chino que no quería seguir corriendo después de esa bajada. Eventualmente salió cuando se lo pasó otro chino mayor que él que me había pasado bajando.

El tramo que seguía era una corrida bastante plana por una calle de tosca. La corrí casi toda hasta que llegó la trepada a la próxima estación: habíamos hecho un circuito que nos regresó a la estación anterior (Dry Branch). De aquí seguía otra trepada y bajar de vuelta a Dowell’s Draft y mi bolsa de recambio. Estaba haciendo una buena carrera, todo estaba marchando de maravilla, iba pasando gente contínuamente, y me sentía muy bien. En algún momento nos llovió pero ya ni me acuerdo cuándo, ni dónde, fue.

Al llegar a Dowell’s Draft me encontré con Mónica y todos los acompañantes de los otros corredores tratando de animarla a que siguiera la carrera. Ella se quería retirar y llevaba 25 minutos en la silla recuperándose. Me la encomendaron y seguimos juntos de ahí en adelante. Yo iba contento con este encuentro inesperado porque ambos seríamos compañía mutua a través de la segunda noche. Mónica arrancó con calma la trepada que venía y yo me dediqué a seguirla feliz de contar con su compañía. Poco a poco empezamos a correr cuando coronamos y empezó la bajada. Pronto llegamos a Magic Moss, kilómetro 125. Ya nos quedaba solo un maratón para terminar la carrera.

Caminamos y corrimos la calle que venía. Habían grupos que nos pasaban, luego los volvíamos a alcanzar, y, al rato, se repetía la inversión del orden. Así nos fuimos hasta llegar a Camp Todd. De aquí venía la última gran trepada y, según el perfil de elevación, parecía ser inclinada. En la práctica no resultó complicada, siendo una trepada con pendiente razonable y muy buen camino. Muchos corredores nos estaban pasando en la subida. Cuando coronamos, fuimos pasando a todos los que encontramos en la bajada. Mónica baja a balazo cuando quiere, y yo podía seguirle el paso. En esa bajada, casi al final, nos pasamos a Eladio que estaba corriendo 100k.

Al llegar a North River Gap por segunda vez nos encontramos con la mayoría de la gente que no estaba corriendo. Ya era de noche, pero teníamos varias horas contra el corte de esa estación. Podíamos gatear a la meta y terminábamos esta carrera. El Rets le dio mucho cariño a Mónica, a mi me dieron una cerveza dentro de una lata de seltzer (bien camuflada) y todo se volvió color de rosa. Las mujeres querían darme de comer, pero con el pan líquido estaba feliz. Al final me acordé que tenía una bolsa de recambio con Ensure y me lo tomé. De ahí salimos recargados de energía a terminar la carrera.

Solo faltaban 20 kilómetros para terminar nuestra carrera, una trepada y bajar a la meta. Teníamos 8 horas para recorrer la distancia, 2.5 kms/hora, gateando llegábamos. Mónica salió con apuro, con ganas de terminar, y yo detrás de ella. Era una trepada fácil que parecía interminable por un sendero de buena pisada. Ya la mayoría de la gente que nos pasábamos venían en modo zombie y nosotros estábamos enteros. Mónica se había recuperado maravillosamente. Al par de horas llegamos a Lick Run, la última estación. Ya yo estaba listo para llegar a la meta. Pasamos rápido por esa estación.

Nos faltaban 7 kilómetros cuando salimos de Lick Run. Venía una bajada gentil que parecía que era toda en subida. Creo que ya el sueño me estaba atrapando. Justo antes de una quebrada donde había que mojarse los pies nos encontramos otro zombie en el camino. Cuando Mónica se alcanza al zombie, veo que para y lo abraza: ¡era Cristi Mata! La pobre venía muerta de sueño y se quejaba que Emmanuel no la había querido ir a recoger a la estación cuando ella lo llamó para que la buscara (ese marido se arriesgó al divorcio).

Cuento corto, nos fuimos felices los tres hacia la meta. Pronto llegamos al asfalto y solo faltaban 5 kilómetros. Aquí dejé yo a las chicas que venían felices echando cuentos de su aventura. Yo salí a tope a terminar porque me estaba muriendo de sueño y todavía tenía adultos mayores por alcanzar si quería ganarme el primero premio de los viejos ultra corredores. Entrando al parque se me apagó la linterna: ¡que mal momento para quedarme sin luz! La volví a encender y le quedaba algo todavía. Me preocupaba perderme llegando a la meta.

Pronto apareció el arco de meta y aceleré para acabar con lo que quedaba en el tanque. 32 horas 12 minutos fue lo que me tomó recorrer los 170 kilómetros y 7,015 metros de desnivel. Oficialmente eran 169 kilómetros y 6,800 metros, pero siempre hay discrepancias. Cruzar la meta y ser recibido por tantos amigos fue fenomenal, una experiencia fantástica. Ahí estaban Lagarto y Chemi en sus sillas esperando que llegar el resto de los corredores. Después de besos y abrazos pedí una foto con José Orillac y su hebilla: ambos conseguimos terminar nuestro 100 millas número 20, y Chemi completó sus 10 100 millas.

Mientras echamos algunos cuentos cruzaron la meta Cristi y Mónica agarradas de la mano en 32:30. Iván y Andrés llegaron juntos en 34:14. Chemi hizo 31:02 y Lagarto 31:38. Los siete de Panamá terminaron sus 100 millas, un excelente logro. De aproximadamente 350 que arrancaron, solo terminaron 168 corredores. No tengo la cifra exacta, pero parece que fue alto el DNF (Did Not Finish).

Lagarto y yo con nuestra hebilla #20

Notas del Equipo Usado

Las Hoka SpeedGoat 6 están excelentes. Corrí con unas zapatillas de paquete y eran como guantes, con excelente tracción, y agradables aún sin medias

Usé mi linterna de cabeza Black Diamond Icon 200 con batería de litio y me duró toda la primera noche. La segunda noche use la Petzl Iko Core y la batería me alcanzó casi hasta cruzar la meta a las 2:12 am. Tenía batería de repuesto. Corrí con una botella en la mano, otra en el cinto. Con LMNT mantuve mi nivel de electrolitos en buen estado y nunca tuve náuseas. Después de un rato corriendo sin medias me puse las medias Injinji de lana que llevaba en el cinto. Crucé la meta sin ninguna ampolla, pero voy a perder varias uñas.

Llevaba una chaqueta amarrada en la cintura que me puse por un momento saliendo de una estación y tenía frío. En cuanto comencé a moverme me la quite y más nunca la use. También llevaba un Buff caliente para el cuello que terminó usando Mónica. De ropa tenía mi camisa de lana Smartwool, un pantalón corto Kuhl Renegade que ya corre solo. Use un calzón Jockey Sport que aguantó el trajín sin problema. Antes de correr me puse Desitin en cantidades industriales con un guante quirúrgico para no quedar con las manos oliendo a pescado toda la carrera. Y así tal cual partí crucé la meta sin tener que ajustar nada de mi indumentaria ni equipo.

Terminé ganando una chapa por quedar de primer lugar en la categoría de 60 a 64. Otro chéchere más…


Comentarios

Una respuesta a «Grindstone 100 millas 2024»

  1. que buen recuento! de verdad que fue un lujo de carrera! Felicidades !!!

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