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Volcán Barú

Este fin de semana subimos el Volcán Barú por el lado de Volcán y bajamos inmediatamente por el lado de Boquete. Aprovechamos el fin de semana largo para mezclar una subida relámpago con un campamento familiar en la falda del volcán. Nunca pensé que iba a estar tan mojada la subida en esta época del año, pero por suerte iba bien preparado para el frío (aún así, se me quedaron los guantes y los sobre-pantalones impermeables). El clima estuvo hostil arriba de los 2,500m, especialmente cuando salimos del bosque y entramos al páramo de montaña donde el viento nos estaba robando todo el calor del cuerpo ayudado por la lluvia.

El sábado nos encontramos todos en El Oasis, un restaurante que está por abrir dentro del Parque Nacional Volcán Barú, y armamos nuestro campamento entre los árboles. Por suerte el rancho del local nos permitió gozar la «acampada» porque de otra forma hubiésemos estado miserables bajo la lluvia que no paró hasta el lunes en la mañana. A nosotros no nos tocó tan fuerte (la lluvia) como en las provincias de Panamá y Colón, la pasamos entre un mojareque y un bajareque dentro de las nubes. El año pasado cuando hicimos este mismo campamento estaban apenas construyendo el rancho y no tenía idea cómo iba a quedar cuando terminado: hicieron unas excelentes instalaciones.

El domingo partimos temprano desde el campamento hacia Volcán haciendo el cruce por Potrerillos. A las 9:00am estábamos ya partiendo hacia la cima del volcán: éramos Iñaki Lassa, Roger Bennett y yo. Iñaki había sido el gestor de la subida y yo modifiqué el itinerario para hacer el viaje familiar. Esta era la primera vez que subía al Volcán Barú por el sendero de Volcán. He debido hacer este recorrido hace muchos años antes, el recorrido es espectacular, aún bajo la lluvia.

Fue interesante observar cómo cada uno se había preparado para la subida: Iñaki llevaba botas de montaña, pantalón largo y un abrigo impermeable muy caliente, Roger iba con un Camelbak con agua, un corta-viento liviano, pantalones de correr y zapatillas (por suerte lo convencí de que metiera un abrigo de vellón para que tuviese una tercera capa) y yo iba similar a Roger con un lycra capri, zapatillas, gorra de lana, y tres capas para arriba, incluyendo cuellera y bufanda. A todos se nos quedaron los guantes. Obviamente ninguno pensó que iba a estar muy frío arriba del volcán, y sabíamos que podíamos bajar de una vez.

¡Me encantó el recorrido! En cuanto nos alejamos del auto nos metimos en un bosque y empezamos a trepar. Esperaba encontrar mucho más basura de la que vimos, pero la basura estaba principalmente en los lugares donde la gente suele acampar. Aún no comprendo porque tantos de mis compatriotas son tan cochinos y perezosos que no pueden cargar de vuelta todo lo que llevan a la montaña. Caminar sin dejar huellas debe ser un lema de todos los montañistas y senderistas. ANAM también es inútil en este sentido porque no cuida el parque en ningún sentido de la palabra. En teoría cobran por la entrada al parque, en la práctica no hay nadie cobrando. Igualmente, en teoría deberían cuidar los parques nacionales, en la práctica no hacen nada.

El sendero estaba ligeramente marcado. Por mi cuenta no creo que hubiese llegado. Afortunadamente teníamos a Iñaki de guía que ha subido el volcán muchísimas veces y, además, llevaba la pista en su GPS. A pesar de que yo también tengo la pista del recorrido de subida, no me preocupé por cargarla en mi Suunto Ambit. Yo pensé que sería fácil discernir el camino correcto, pero en la práctica pude ver que hay una red de senderos por la cual es fácil perderse. En un momento dado durante el cual yo iba adelante tomamos a la derecha siguiendo el sendero más claramente marcado. De repente Iñaki dijo que estábamos fuera de ruta y en ese punto había una marca, y un trillo, que indicaba que había que tomar a la izquierda para volver al filo.

Terminamos haciendo un atajo larguísimo para regresar de vuelta al sendero oficial. Era obvio que una gran cantidad de personas habían hecho lo mismo porque nosotros estábamos siguiendo una pica muy obvia en dirección de regreso al sendero. Pero nos tocó un descenso larguísimo en el que íbamos colgando de rama en rama montaña abajo. Esa sección avanzamos muy lentamente porque nadie, principalmente yo, quería resbalar y tomar velocidad ladera abajo. Si acaso avanzamos un kilómetro en una hora mientras regresábamos al sendero. Iñaki dijo que nos habíamos saltado una sección donde se caminaba por un risco al borde de un precipicio. Concluimos que habíamos tomado el atajo que usan los que sufren de vértigo.

Cuando salimos del bosque para iniciar el último ataque al volcán nos encontramos con un grupo que venían bajando. Nos dijeron que arriba del volcán hacía mucho viento y que la temperatura estaba en 2°C. Pronto nos pusimos toda la ropa caliente que llevábamos dentro de la mochila y aún así teníamos frío. Ya cuando se veía el borde del cráter yo estaba perdiendo la sensación en mis pies y estaba encontrando difícil sentir el suelo. Las manos las tenía heladas. Por suerte mi tronco estaba suficientemente caliente para mantenerme cómodo, pero no podíamos dejar de movernos sin enfriarnos inmediatamente. Cualquier accidente en esos momentos hubiese sido muy peligroso bajo las condiciones que enfrentábamos.

Cuando llegamos a la cima fuimos directamente al refugio de los policías en las antenas. A duras penas pude ver la cruz entre las nubes, pero no paramos a tomar ni una sola foto. Inclusive dentro del refugio conversando con los dos guardias que cuidan del lugar estaba comenzando a temblar. Habíamos subido en 5:23 y a las 2:30pm iniciamos el descenso antes que la hipotermia nos deshabilitara. La calle de acceso al volcán estaba en muy mal estado en algunos lugares y hubiese sido imposible subir al volcán en nuestros autos, tal como habíamos hecho a principios del año pasado.

A las 5:00pm estábamos de regreso en nuestro campamento. Hicimos todo el recorrido en ocho horas, de las cuales estuvimos mojados unas cinco horas. He quedado con ganas de regresar en el verano para poder disfrutar más del recorrido, particularmente de las vistas que nos perdimos por estar dentro de las nubes la mayor parte del tiempo. Entre las notas importantes: bajo las condiciones en que hicimos el recorrido era de rigor llevar guantes, tener una manta espacial en la mochila, y llevar pantalones impermeables (además de la chaqueta impermeable).

Por Irving Bennett

Siempre listo.

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