Prijon Yukon – Remada a Taboga
Este jueves 9 de enero remé a Taboga desde Parque Paitilla en el Prijon Yukon. Escogí ir en ese bote porque pensé que con el viento y las olas que podía encontrar me iría mejor y llegaría más rápido. Se me pasó configurarlo para mi tamaño y tuve que remar algo incómodo dentro de la cabina. Me tomó una hora menos la remada comparada con el Coast XT y mis pulsaciones promedio estuvieron en 83 pulsaciones por minuto, 17 menos que la última vez. En el agua el Yukon es una belleza, pero la cargada del auto a la rampa es dura por las 25 kilos que pesa ese bote.
Cuando me senté dentro del kayak, ya en el agua, los pedales estaban muy cortos y me tocó ajustarlos. Por suerte se pueden ajustar fácilmente. Luego que los ajusté, mis rodillas quedaban fuera de las rodilleras. Tenía que echar el asiento atrás, o mover las rodilleras hacia adelante. Ambos ajustes necesitaban de una herramienta que está tras el respaldar del asiento. Cuando la saqué estaba oxidada y no servía para nada. Debí haber hecho el ajuste antes de cargar el bote en el auto. Se me pasó hacerlo porque normalmente remo el Yukon gris y ya está perfectamente ajustado a mis necesidades. Este bote está para una mujer más pequeña que yo. Tocó remarlo tal cual.
Cuando salí de la rampa el viento venía en contra, desde el sur. Pensé que me iba a tomar más de cuatro horas llegar a Taboga con ese viento. Me propuse remar a un ritmo cómodo para poder quedar en forma para regresar remando al día siguiente. Al llegar a mi velocidad de crucero estaba remando a poco más de 6 kms/hora, un buen ritmo. El viento no estaba afectando mucho mi ritmo en el agua. Iba con la marea bajando así es que el agua me estaba ayudando algo. Podía ver que todos los barcos en la bahía tenía su proa al norte. El viento y la marea estaban empujando hacia Taboga. Seguro que el viento sur que me estaba encontrando era un fenómeno costero.
Llegué en una hora al rompeolas del puerto de cruceros y esa punta está exactamente a 6k de la rampa de Paitilla. Pude mantener un buen ritmo esa primera hora. Un kilómetro más tarde pasé por la punta de Flamenco y me encontré con un viento que estaba soplando del noreste. Al poco rato de estar tratando de mantener mi dirección decidí bajar el timón para poder concentrarme en remar y no invertir paladas controlando mi dirección. El mar también estaba más enredado una vez que pasé la Calzada de Amador. La tarde estaba bonita, pero nublada. Buenas condiciones para remar a Taboga.
Cuando bajé el timón y comencé a remar sin tener que dirigir mi ritmo subió a más de 7 kilómetros por hora, una buena velocidad. Estaba manteniendo ese ritmo con un esfuerzo muy cómodo. Creo que el timón hace una diferencia grande en la remada cuando las condiciones se ponen complicadas porque no hay que invertir energía adicional para mantener el rumbo. Ese es un tema con el Coast XT porque no se le puede poner timón a ese tipo de bote. Estaba remando con casi un 20% menos de esfuerzo que en el Coast y viajando a casi un kilómetro más rápido. Parte del asunto eran las condiciones ideales de esta remada.
En un momento dado un bote me pasó muy cerca y su estela mojó la cabina. Me di cuenta que había dejado la esponja en una bolsa que guardé en el compartimento delantero. La próxima vez debo asegurarme de poner la esponja dentro de la camina antes de subirme al kayak. Dos puntos para recordar: reconfigurar el bote antes de remarlo y no dejar la esponja donde no la necesito y no la puedo alcanzar. También se me olvidó, del todo, colgarme un silbato en el cuello. Tengo el silbato en mi chaleco, pero me traje otro chaleco y no cambié el silbato.
Venía escuchando una buena selección de música. Estaba pasando muy bien durante esta remada. Literalmente iba reído toda la distancia escuchando la música resonar dentro de la cabina y recordando todo lo que venía a mi mente con cada canción. Canté bastantes canciones y el tiempo transcurría imperceptiblemente más rápido. Como dice el dicho: el tiempo vuela cuando la estás pasando bien. Antes de lo anticipado ya tenía a Taboga cerca y todo parecía indicar que estaría llegando en tres horas, un excelente tiempo.
Por suerte tomó poco la remada, relativamente. Ya mis talones comenzaban a molestarme. Mis rodillas estaban mal ubicadas dentro de las rodilleras y podía sentir el cable de acero del timón rozando un costado de mis rótulas. La planta de los pies también me dolía algo por no ponerme mis medias de neopreno. Ya había acomodado mis chanclas bajo los talones para ayudarlos, pero no era suficiente ese colchón para evitar la molestia. Hubiese estado mucho más cómodo con el bote bien configurado. Mis manos estaban bien, pero la izquierda tenía una pequeña ampolla que no molestaba.
Llegué al Morro de Taboga, a la punta sur de ese islote, en tres horas (20k). De ahí a la playa fueron otros 500 metros. Cuando paré el reloj llevaba 3:19, pero el tiempo en movimiento fue 3:01. Taboga estaba preciosa, el agua cristalina, el Morro tenía sus jacarandás en flor. Todo estaba como mejor se podía esperar. Qué suerte tener la fuerza y la salud para hacer una travesía como esta sin mayores problemas.