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Chorros del Grande

Susto BaratoEste sábado nos fuimos Dimas Pino, Joaquín Gil del Real y yo a bajar los chorros del Río Grande. Bajamos Susto Barato, Go Left and Die, El Trampolín, y todavía estamos buscando nombre para el último chorro, que, por ahora, llamaré El Empate de Dimas. Bajamos desde Bajo Grande hasta Ojo de Agua. Nos tocó un día excelente, sin mucho sol, y con el río lleno de agua. No podía pedir mejor compañía en el río, seguro de que tenía la espalda cubierta (mientras no me agachara a recoger el jabón).

Nos tomó 3 horas con 40 minutos recorrer el tramo de río que bajamos, bastante cercano a lo que habíamos calculado. A diferencia de las primeras veces, en esta ocasión no perdimos mucho tiempo explorando los varios rápidos que tiene el Río Grande. La primera media hora, antes de Susto Barato, es un buen calentamiento para las tres horas que le siguen. Una vez que se llega a Susto Barato, el río no afloja su nivel de dificultad hasta unos 500 metros antes de la salida, es tiro y tiro. El único que no nado fue Joaquín, Dimas nadó una vez, y yo nadé dos veces. Por tanto, Dimas y yo nos tomamos nuestra primera cerveza en la bota de neopreno de cada uno (bootie bong).

El primer rápido del río, un cañón con curva hacia la izquierda, me dió mi primera emoción matutina: entrando al rápido el chorro de agua en la popa de mi bote me dejó vertical, viendo el cielo, con la espalda en el agua, en «wheelie». Pude balancearme bien y mantener mi cabeza fuera del agua a través del primer rápido. Todavía no le hemos puesto nombre, pero algo se nos ocurrirá cuando sea apropiado. Ese rápido necesita nombrarse.

En la trifurcación que está poco antes del primer chorro nos fuimos por el medio. Con el nivel de agua que había era, definitivamente, la mejor opción. Cuando el canal del medio vuelve a juntarse con el canal izquierdo, hay un buen rápido con varios escalones interesantes. Estábamos bajando con Dimas en la punta y yo cuidando la retaguardia. El león joven al frente y el caballo viejo de último. En realidad era una formación dinámica y cambiamos de posición frecuentemente. Todos estábamos a la expectativa esperando ver la neblina de Susto Barato para no bajarlo sin haberlo revisado antes. Ese chorro no se ve hasta que se le tiene encima, pero su neblina lo delata.

Dimas fue el primero en bajar Susto Barato, escogiendo una buen línea por la extrema izquierda, pegado a la pared de ese lado. Anteriormente lo habíamos bajado por todo el centro (yo) y por una cresta que está justo antes de la ruta que escogió Dimas esta vez. A Joaquín le gusto la ejecución de Dimas y fue a imitarlo, dando un excelente «buf» (boof en inglés) al momento de llegar al labio del chorro y aterrizando con buen ángulo al colchón de abajo. Yo, que bajé de último, decidí no ser rompe-grupo y seguir los pasos de los que me precedieron. Tuve un excelente descenso, con una caída suave y controlada. Finalmente estoy logrando controlar mi remo la momento de iniciar el descenso colocándolo paralelo a mi bote, listo para dar una palada y romper el agua en la caída.

El próximo chorro se llama «Go Left and Die». El nombre está en inglés por que la primera vez íbamos con mi sobrina Alex y ese es su idioma. No nos atrevimos a bajarlo por qué nuestro análisis de la situación nos llevó a concluir que si lo bajábamos mal podíamos sufrir graves consecuencias. En un viaje anterior con Dimas, con un nivel de agua más bajo, vimos cómo Dimas lo bajó sin mayores repercusiones y aprendimos a seguir su línea. En esta ocasión fui yo el que bajó de primero. Seguí una línea tirad lo más a la derecha posible, evitando un colchón de agua que se forma a medio camino cuando parte del chorro se mete en las fauces de un hueco en la pared. El que quede mordido será hecho carne molida. Pero hoy todos pasamos bien, aun que nadie salió con la cabeza fuera del agua al terminar la caída. Yo me fui profundo, quedando totalmente sumergido por unos instantes.

Poco después llegamos al hueco pegajoso que me dio mucho quehacer la primera vez. La segunda vez, con menos agua logré bajarlo sin problemas. Esta vez el hueco se trago a Dimas y lo revolcó un rato antes de dejarlo salir. Joaquín y yo decidimos dejar al ogro que vive en ese hueco tranquilo, pensando que ya Dimas lo había dejado molesto y mejor no lo jodíamos más. Caminamos ese tramo… Poco después de ese hueco vino la primera nadada del día, y fue la mía. Creo que si hubiese esperado un poco más no hubiese nadado. Pero los golpes que recibí abajo del agua suavizaron mi coraje y me aflojé.

Al final del cañón donde nadé vienen una serie de chorros que solamente Dimas había bajado. Esta vez decidimos probar «El Trampolín». Dimas lo bajó primero y yo me animé a seguirlo. Honestamente, me tenía asustado ese chorrito por qué del lado izquierdo hay una raja que no se ve nada amistosa. Pero la preocupación resulta infundada por qué el agua realmente no quiere ir en esa dirección. Igual, entre al último tubo con un ánimo gris y no logré plantar bien mi remo en el labio del chorro. Caí de lado e inmediatamente me volteé. Después de un par de intentos fallidos de regresar a la superficie quedé contra una pared y, con el espíritu estropeado por la primera nadada, volví a tirar mi pollera y nadé por segunda vez.

Mi bote se fue solo por el último chorro y, afortunadamente, quedó atrapado en uno de los bolsillos que se forman en la paila que tiene esa caída. Llegué caminando por un costado a donde estaba mi kayak y solamente pude ver como Dimas llegaba a la base del chorro con la cabeza en el agua. No hubiese querido ser Dimas en ese momento. Inmediatamente vi el remo de Dimas flotando por un lado y, justo después, apareció Dimas fuera de su bote (el segundo en nadar). Joaquín, razonablemente, aventó su bote desde arriba y se tiró al agua detrás del mismo. Básicamente, habíamos sobrevivido la parte más difícil del río. Todavía faltaba un rápido más, pero ya estábamos llegando al final de la diversión.

Nos tomó un rato volver a remontar río abajo por que todos estábamos en una paila sin orillas y no era muy sencillo volver a meterse en nuestro cayucos llenos de agua. Pero, luego de un poco de esfuerzo, todos regresamos al río y nos dirigimos al último rápido. Este último tramo es largo, complicado, y lleno de rocas inmensas que impiden tener una vista de lo que viene adelante. El rápido es un laberinto ciego. Este es el tramo que más hace palpitar mi corazón por que no afloja en intensidad por unos 500 metros. Las decisiones hay irlas tomando sobre la marcha, remando duro para mantenerse alineado en la corriente y fuera de los huecos. Casi me volteo cerca del final por que mi remo se atoró entre unas piedras cuando el ogro abajó del agua lo mordió. Mi remo se estaba quedando en el mismo lugar mientras mi kayak y yo nos alejábamos. Cuando ya pensaba que iba para el agua nuevamente, logré zafar mi remo y seguir adelante.

Después de ese rápido siguen unos jardines de piedras que ya son el glaseado en el pastel. Dimas y yo salimos un poco golpeados, pero muy sonreídos al final del río. Joaquín cuidó su pellejo mejor que nosotros, y también terminó con una gran sonrisa en la cara. Lo mejor de la experiencia es que sigue viva por varios días, como el suave brillo de un foco justo después de apagarlo, como las brazas que quedan después del fuego. Uno revive las imágenes repasando la cinta en cámara lenta: ¿qué fue lo que hice? ¿Cómo puedo hacerlo mejor la próxima vez? ¿¡Cuando podré regresar!?

Por Irving Bennett

Siempre listo.

3 respuestas a «Chorros del Grande»

Hola:
Interesante este artículo, y que casualidad. Soy originario de Rio Grande (la población que queda en la entrada que lleva al Copé). Este fin de semana estaba entrenando para la media maratón del domingo en esa misma vía y me llamó mucho la atención los kayacs que iban subiendo…., y ahora puedo leer el trip completo. En algún momento he también hecho camping, treking y siempre he estado tentado a comprarme un kayac también, no sabía que había tan buenos spots rio arriba, excelente.
Buen artículo.

Emiliano

Hola Emiliano,

El Río Grande es un tremendo río. Nosotros recorremos 3 secciones del río con diferentes grados de dificultad: +difícil – Bajo Grande a Ojo de Agua, difícil – Ojo de Agua a Piedras Amarillas, fácil – Piedras Amarillas hacia abajo.

Saludos,

Irving

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