Remando Pacora con los pelados
Este domingo Joaquín Gil del Real, su hijo Martin, mi hijo Irving y yo fuimos a remar el Río Pacora. ¡Fue toda una experiencia! Al final los niños la pasaron muy bien y salieron sonriendo del río. Y nosotros los padres terminamos extenuados, pero contentos. Si hubiésemos sido más adultos habría sido mucho más sencillo mantener la cordura cuando los pelados se volteaban (cosa que sucedía en pares).
Decidimos iniciar nuestro descenso en San Miguel, sabiendo (yo) que habían un par de rápidos que podrían darnos trabajo. Había un par de caídas que también tendríamos que caminar con los pequeños. Fuera de esto, me imaginé que Irving y Martín podrían pasar el tramo que remaríamos sin ningún problema. Irving iba a usar una pollera por primera vez y me preocupaba como reaccionaría cuando se volteara y le tocara salirse del kayak. Justo antes de llegar a la primera piscina grande se volteó Irving en el rápido que le precedía.
Yo estaba justo frente a Irving en mi kayak y pude ver cuando trato de sacar la cabeza del agua. Mi corazón saltó por que era exactamente lo que no debía haber hecho. Pero para suerte mía recuperó la cordura y logró encontrar la correa de la pollera y salirse de su kayak. Yo estaba justo al lado suyo cuando sacó la cabeza del agua, con los mocos que se la salían por la nariz, y los ojos ligeramente saltones. Acabábamos de pasar el primer susto. Martín también se volteó en este rápido, pero el se pudo salir fácilmente por que no tenía pollera que lo sujetara al kayak.
Luego de un pequeño reprise con Irving sobre los movimientos automáticas que debía desarrollar para estar seguro al voltearse, nos fuimos a examinar el chorro alrededor del cual pasaríamos caminando. El río tenía un excelente nivel de agua y El Tapón se veía tentador, provocaba darle una envión. Pero decidimos que todos lo caminaríamos para asegurarnos de no perder de vista a los hijos.
Reanudamos nuestro descenso abajo de El Tapón, donde nos esperaba otro rápido con corriente y rocas. Entrando en este rápido se volteó Martín y se logro salir fácilmente de su kayak y llegar a la orilla. Poco después se volteó Irving y nuevamente me preocupé, esta vez estaba en una sección donde el río no era muy profundo y podría golpearse con las rocas del fondo. Una vez más Irving logró salirse de su kayak sin mayor problema. Aún así, no me gustaba verlo flotando en la corriente. Los pequeños no tienen tanta fuerza como los adultos para maniobrar contra la fuerza del agua.
Nos tomo un rato recoger todo el equipo y sus tripulantes para poder proseguir río abajo. Martín había quedado a la orilla del río, arriba del rápido que acabábamos de pasar y estaba molesto por que no lo habíamos esperado. Eso se le pasó prontamente cuando se volvió a montar en su kayak. Nos volvimos a a salir de los kayaks arriba de El Tornillo y lo pasamos caminando. Una vez que llegamos a la piscina del tornillo tomamos nuestro primer descanso. Los pelados se dedicaron a jugar en el agua y Joaquín y yo nos fuimos a gozar de las olas y los huecos que se forman en esa parte del Río Pacora.
Después de un par de horas jugando en El Tornillo seguimos río abajo. Nos tocaron otro par de eventos, pero ya todos estábamos reaccionando mejor ante las emergencias causadas por jóvenes kayakeros en el agua. En una de esas el remo de Irving no aparecía y me tocó irlo a buscar río arriba. El remo había quedado atorado entre unas plantas a la orilla de un rápido. Cuando llegamos a la salida todos estábamos contentos de terminar ese día en el agua. Había sido un éxito rotundo remar con los pelados en el Pacora. Ellos estaban listos para un juego de Nintendo Wii, nosotros estábamos listos para una cerveza.
Me gusta mucho tu blog. Lo que he leído me parece interesante y me dan ganas de irme a Panamá a una de estas aventuras. En mi infancia, nosotros ibamos a muchas paseos con mi papá al aire libre y a los ríos en Chiriquí y son memorias muy lindas. Un par de sustos un par de veces, pero así aprendí a nadar. Estoy segura que los niños disfrutaron esto al máximo! Saludos.
La verdad es que sí disfrutaron mucho su día, y nosotros también. Hemos encontrado que remando juntos podemos compartir el día entero con los niños y pasarla muy bien. No hay muchas actividades que permiten lograr lo anterior con facilidad. Ir de pesca con los niños es una de esas, especialmente si la pesca es buena. Pero se dificulta cuando la pesca es lenta.