Categorías
Correr

Deadman Peaks Backbone 106M

Tenía bajas expectativas para esta carrera en Cuba, New Mexico, EEUU porque la información estaba desactualizada en el sitio web de la carrera y la participación es extremadamente baja. En el 2021 terminaron 9 de 21 que empezaron la carrera. Este año creo que empezamos 24 y yo terminé de último en 34:44:26. Mi reloj marcó 173.18 kilómetros, como tres kilómetros de más por unas cuantas perdidas en el camino. Cuándo crucé la meta estaba totalmente complacido con el recorrido y todo lo que esta aventura me proporcionó, fue toda una experiencia muy especial.

Como había poca información, no tenía un plan muy detallado de qué hacer en la carrera. La logística era muy sencilla porque el recorrido era sobre el sendero de la división continental, 26.5 millas en una dirección y de regreso, dos veces. Habían dos estaciones de abasto en el camino y una tercera en el giro de regreso. Podía dejar bolsas de apoyo en Mesa Portales, en el retorno, y en la partida/final. Había un corte a las 10am a las 80 millas en el segundo retorno, y otro corte a las 2pm en Mesa Portales, milla 97. No tenía idea de cuánto era el tiempo límite de la carrera.

Antes de partir pensaba que iba a estar agradable el clima y al último minuto entró un frío abismal: la partida fue a las 6am en total oscuridad y el termómetro marcaba -7ºC. Tenía puesta casi toda mi ropa para la partida y planeaba dejar la mayoría en la bolsa de apoyo del kilómetro 14.4 (milla 9, Mesa Portales). Comenzando la carrera me perdí y detrás mío venía un tren de corredores. Todos quedamos enredados en un filo que no llegaba a ningún lado. Quedé de último buscando como bajar. Mi reloj decía que estaba al lado del sendero, y cuando fui a buscarlo había un barranco que no me dejaba llegarle. Me tocó echar hacia atrás para seguir mi carrera. No estaba comenzando bien la cosa.

Después del hueco profundo en el que me sentía al principio, todo fue mejorando con cada paso que daba. El sendero estaba bien marcado, la pisada estaba suave, y el paisaje iba tornándose más atractivo a medida que iba saliendo el sol. El perfil de elevación de la carrera parecía indicar que iba a ser una montaña rusa de subidas y bajadas. En realidad, la gradiente promedio era muy baja porque el perfil tenía una exageración vertical altísima. Iba con esa conclusión en mente. En la práctica resultó tal cual lo esperaba. Cuando llegue a Mesa Portales ya había salido el sol, había algo de nubes y era evidente que se iba a quedar helado el día. Me quité casi todas las capas y las guardé en la bolsa de apoyo. Me tomé una berifen (diclofenaco sódico) y dos acetaminofen de 500mg. Me dolía la rodilla izquierda y cuando paré, las dos estaban a punto de congelarse. Pensé que no aguantarían el trajín de todo lo que venía por delante.

Mesa Portales, 16 kms, 8:56am

Mentalmente siempre voy haciendo matemáticas mientras corro. En este caso, llevaba un tercio del primer cuarto de la carrera, un décimo del total. Siempre voy partiendo toda la carrera en pequeñas metas: la próxima estaba a 9 millas (14.5 kms) y se llamaba la ventana. No había hecho planilla portátil, ni me había memorizado el perfil de elevación, no era necesario para esta logística. Una vez que recorriera el primer cuarto, todo iba a quedar grabado con precisión para las próximas tres veces que me tocaba recorrerlo. Yo me aprendo los caminos sin tener que pensarlo mucho, debe ser algo de mi cerebro primitivo que nos daba una ventaja competitiva cuando vivíamos de la caza y recolección.

Primer Amanecer en Continental Divide Trail

De Mesa Portales salía un sendero bien marcado y tocaba trepar nuevamente al espinazo de América (el continente) antes de llegar a la próxima estación, La Ventana. Backbone 106m es un nombre apropiado porque corremos sobre la división continental: corriendo hacia el sur, tengo el Pacífico a mi derecha y el Atlántico a mi izquierda. El sendero pronto me llevó arriba y quedé corriendo por arenisca, con una vista espectacular del alto desierto de Cuba, Nuevo México. En partes era como correr sobre arena tan dura como el concreto. La vista hacía fácil entretenerse y contemplar lo fantástico que estar vivo y poder tener la fuerza para emprender un reto como el que estaba encarando. Todo estaba fluyendo (se notaba que los analgésicos habían hecho efecto).

Vista con El Cabezón apenas asomado, se puede apreciar un mojón marcando el sendero

El sendero estaba marcado con cintas rosadas, con mojones de piedra, y algunos postes con el logo del Continental Divide Trail. Como la temperatura estaba baja, con todo y que había un sol recalcitrante, estaba cómodo corriendo a buen ritmo. Pensé que estaría cansado porque solo han pasado tres semanas exactas desde No Business 100m. Estaba en plena forma, afortunadamente. Había tomado menos de 591ml desde la partida hasta Mesa Portales, y no me iba a tomar toda la botella de Tailwind que llevaba en la mano. Atrás cargaba 500ml de agua que ya estaba contemplando botar. Estaba comiendo poco, como de costumbre. Para eso he maltratado al organismo para que aprenda a rebuscar entre los huesos.

La Ventana, AS 2, 30 kms, 11:26 am

En La Ventana me encontré a los primeros dos corredores, además de los que me habían pasado que estaban corriendo 53 millas y que habían partido una hora después. Había corrido en solitario hasta ahora. Los punteros de las carreras de 53 millas y 55 kilómetros me pasaban como si estuviese parado. Esta estación la manejaba una pareja muy agradable. Pasé tiempo de más aquí y en la estación anterior. No estaba siendo cuidadoso con el tiempo muerto. Era evidente que no estaba preocupado por terminar la carrera, al menos no en un tiempo particularmente rápido. Recogí un gel, un stroopwafel, tomé soda (no tenían Coca-Cola), llené mi botella de Tailwind, y seguí mi camino.

Continental Divide Trail, una de las partes más corribles hasta ahora

Saliendo de La Ventana el sendero me sorprendió por lo agradable de la pisada y las vistas expansivas. Con cada momento que pasaba iba aumentando mi apreciación por el recorrido. Supongo que estaba pasando por la euforia del corredor. Eventualmente se agotaría, pero ahora iba gozando de la buena vibra del desierto y haciendo evaluaciones en la lista de mis carreras favoritas. Generalmente prefiero correr con compañía. Esta vez estaba gozando la oportunidad de hacer introspección profunda mientras ponía un pie delante del otro. En la cena de la noche anterior George hizo su oración habitual. Yo le agregué una súplica a Dios: «si él subía mis pies, yo los iba a regresar al suelo muy contento por su apoyo». Aparentemente había sido escuchada mi plegaria.

El Cabezón, ahora más cercano, milla 22, aproximadamente, 12.56 pm

Supuestamente la cobertura de celular iba a ser esporádica en esta carrera. En No Business no había señal, punto. Siempre que saqué mi teléfono tuve señal. Estaba tomando fotos y reportando mi progreso para que pudieran seguirme ya que esta carrera no tenía ningún tipo de seguimiento en línea. Así es que estoy armando ahora el detalle de mi recorrido usando las pistas visuales que guardé. En esta carrera no hay sombra, en ningún momento. Se puede buscar sombra, sencillamente no hay mientras corres. Por suerte la temperatura alta promedio es 11.7º C en noviembre. Me toca una alta máxima de 24º C y me derrito. Ya estaba cerca de llegar al primer cuarto de la carrera y dar la vuelta para regresar a la partida.

El Cabezón, con telefoto, un cerro icónico del área

Estaba corriendo dentro de mi estimado, aunque un poco más lento de lo que quería. Realmente mi velocidad promedio estaba bien, sencillamente estaba tomando tiempo de más en las estaciones que había pasado. Ni siquiera es que necesitaba descansar, la estaba pasando bien y la compañía era bienvenida. Los seres gregarios tenemos necesidades especiales. ¿Qué se le va a hacer? Mi conversación estaba limitada a decirle «¡bien hecho!» a todos los corredores que me pasaban o me cruzaban ya de regreso. El líder le llevaba mucha cancha al segundo, y muchísimo al resto. Una mujer con cabello rasta, muy guapa, iba liderando su grupo. En esta sección estaba encontrando a todos los corredores que estaban levemente adelante mío y que acababan de dar el giro para regresar por donde vinimos.

Retorno, 43.5 kms, 1:37 pm camión estación

En el retorno había un camión con toda la comida adentro. Tiene sentido el formato para una estación que no requiera de mucho trabajo. No perdí mucho tiempo en esta estación. quería regresar pronto para encontrarme con mi sobrina Isa y su amiga Olivia que me iban a acompañar toda la noche en el tercer tramo de la carrera. Olivia iba a dejar su carro en esta estación e Isa dejaría el suyo en la partida. Cada una manejó un auto, Isa recogía a Olivia en esta estación y luego se iban a esperarme. Siete horas treinta para el primer cuarto, incluyendo una perdida. No iba tan mal el asunto hasta ahora. En esta estación me tomé más analgésicos porque ya se estaba pasando el efecto de las pastillas anteriores. La realidad, la magnitud del reto, estaba sacudiendo mi esqueleto.

Típica vista, 2:23 pm

De regreso había que trepar de vuelta al espinazo y correr por un costado con buenas vistas. Había algo de nubes y brisa, cosa que me preocupaba porque correr mojado y con viento hubiese añadido insulto a la injuria. Al menos estaba fresco y podía esforzarme sin causarle mayor estrés al cuerpo. Estaba apretando el paso para no hacer esperar mucho a los ángeles que me salvarían de la soledad de la noche. La noche siempre es la parte álgida de mis ultras, la marea se va y me deja solitario en una playa sin agua, justo cuando mi energía mengua. Tenía dudas sobre lo sensato de estar haciendo esta carrera, pero el pensar en privar a Isa de la experiencia de correr su primer maratón de montaña me animaba a seguir adelante.

La Ventana, AS 4, 4:12 PM, 56 kms

Hice buen tiempo regresando a La Ventana con todo y que era una trepada. Estaba gastando energía para llegar rápido a la mitad. Era un hombre en una misión. Siempre es bueno encontrar muletillas para apoyarnos cuando la situación se está tornando oscura. En realidad aún era temprano en la carrera y todo estaba marchando maravillosamente. La experiencia me hace mantenerme cauto en esta situación porque lo bueno nunca es eterno y la dificultada siempre está esperando para darnos una zancadilla y postrarnos. Hablando de postrado, aún no había probado la tierra, sorprendentemente.

El Sol en su ocaso, 6:04 PM

A las seis de la tarde se iba poniendo el sol y la luna, casi llena, ya había hecho su aparición por el este. Ya llevaba doce horas en la faena y seguía en pie, y apurando el paso. Estas eran las últimas imágenes que tomaría porque en la oscuridad no vale la pena perder tiempo tomando fotos que no serán apreciadas. Ya estaba comenzando a sentir náuseas y algo de asco por el Tailwind. Había estado tomando tabletas de sal y electrolitos en cápsulas. No eran suficientes para quitarle el aburrimiento al sabor de la sonsa bebida que tenían en las estaciones de la carrera. La noche sería larga y triste porque cuando me pasa esto es una batalla hasta que vuelva a aparecer el sol.

Nuestro satélite iluminando el crepúsculo, 6:32 PM

Es posible que la culpa del estado actual de mi estómago sea la falta de ingesta. Las estaciones eran algo simples. Tenían agua caliente y podían preparar avena, ramen, café, chocolate caliente y habían quesadillas. Pero tenía que esperar y eso me quitaba las ganas. No me había estado alimentando bien. Me habían comido un stroopwafel, unos geles, y Reeses, unas copitas de chocolate con mantequilla de maní que bajaban muy bien. También me había tomado un Ensure Plus en cada lugar donde tenía mis bolsas de apoyo porque era una manera rápida y probada de alimentarme. «El elixir de los dioses» me dijo Betty cuando me tomé el último Ensure en el retorno, ya hace unas doce horas.

Mesa Portales, AS 5, 75 kms, 6:47 PM

En Mesa portales recogí mi linterna de cabeza. Llegué justo con lo que quedaba de luz y no fue necesario correr con mi linterna de mano. Había calculado llegar a esta estación a las 6pm. También era el momento de recoger toda mi ropa caliente que había dejado en la mañana cuando llegué aquí por primera vez, justo después del alba. A duras penas me pude tomar más analgésicos porque ya se me estaba haciendo difícil tragar por la revulsión a los sólidos. Me tomé otro Ensure Plus y casi se me regresa entero. Afortunadamente logré controlar mi arqueo nauseabundo. ¡Qué cosa tan desagradable es estar en el fondo de este pozo! Ahora vienen las horas de la batalla entre la voluntad y la flaqueza, el momento en la vía rápida del retiro se vuelve tentadora. Este es el momento de recordar que el dolor y la debilidad son pasajeras, la hebilla y el logro son permanentes.

Start/Finish, 53 millas, 9:57 PM

Llegué en piloto automático a la mitad de la carrera. Tanto así que hasta ahora caigo en cuenta que había una caja de margaritas arriba de la comida. ¡Me hubiese caído tan bien una de esas botellas en ese momento! Ya estaba en manos de mis acompañantes y con eso estaba seguro que llegaría hasta los tres cuartos de la carrera. De ahí en adelante me tocaba regresar por mi cuenta ayudado por el astro que es la fuente de toda la vida en esta roca que pasea a su alrededor anualmente, siempre atrapada dentro de su abrazo gravitacional. ¡Estaba helado una vez que paré de moverme!

Isa y Olivia, mis pacers

Me había pasado un montón de gente (relativamente) en el retorno a la mitad de la carrera. Se ve que le había costado a la gente llegar a la mitad. Yo tenía náuseas, pero me sentía fuerte dentro de todo. Solo tenía que apoyarme en Isa y Olivia hasta que me llevaran a volver a ver el Sol y su luz volvería a darme energía para regresar a la meta. Isa me dió un café con chocolate caliente para despertarme y alimentarme. Esa sería una fuente de energía por el resto de la noche. Estas dos jóvenes estaban muy entusiasmadas con el reto que tenían por delante y me tocaba contagiarme de su felicidad. ¡Vamos!

Olivia y El Cabezón al alba

La noche fue larga, muy larga. Hubo momentos tenebres en que estaba postrado en cuatro, en el piso, arqueando para botar lo que tenía en el estómago (y no tenía nada). Tuve dudas sobre cuánto tiempo tenía para terminar porque la hora cambió durante la carrera y ahora el reloj se había adelantado. Las chicas me animaron toda la noche. Conversamos de todo, la mayoría del tiempo yo las escuchaba, pero también me hacían preguntas y me tocaba responder. Se me hacía difícil hablar porque ya tenía la garganta irritada de tanto respirar el aire seco del desierto. Isa y Olivia iban de paseo, literalmente. Son gacelas acompañando un buey que parecía no querer llegar al matadero.

Isa marcando mi paso

Cuando estábamos llegando al retorno, Isa me dijo que había decidido acompañarme de regreso. Se sentía bien y no quería dejarme solo, quería asegurarse que regresara entero, que no me rindiera. ¡Qué belleza, cuanta suerte! Olivia tenía que regresar a trabajar y no podía seguir en nuestra aventura. Ya había hecho lo necesario y estaba feliz también por la experiencia compartida.

Retorno, 3/4 hecho, 80 millas, 7:06 AM

Llegamos al retorno con tres horas contra el corte. Parecía que siempre iba a lograr terminar esta aventura, y más con la compañía de Isa. Ahora solo quedaba manejar bien nuestras energías, no meter la pata, y seguir haciendo lo que habíamos hecho para llegar a este punto. El día amanecía espectacular. Era hora de quitarnos capas de encima, tomar café con cocoa, relajarnos un poco, y ponernos a punto para emprender nuestro último cuarto de carrera. El señor que atendía esta estación resultó ser el papá de Erick, el organizador de este evento. Mientras me preparaba para regresar se sentó a mi lado a echar cuentos y tuvimos una conversa muy amena. Isa y Olivia hacían lo suyo mientras nosotros lo nuestro.

Mis pacers de lujo, Isa y Olivia

Gastamos bastante tiempo en esta estación, no tenía apuro y estaba seguro que podía con lo que faltaba. En cuanto dejamos la estación, después de despedirnos de Olivia, nos dio calor y nos tocó quitarnos más capas. Luego llegó el apuro colónico que ignoré mientras me tomaba mi café. Pequeñas cosas inesperadas estaban roban aún más tiempo del que ya había cedido. El gusano de la duda volvía a asomar su cabeza. ¿Por qué es así la vida?

Rumbo a la meta

El tramo del retorno a la estación de La Ventana es el más corrible y estábamos sacando provecho de todo lo que había descansado durante la noche. Isa estaba gozando todas las vistas que no había podido apreciar durante la noche. Nos había tocado un cielo estrellado y disfrutamos del firmamento. Ahora era la hora de la tierra y su belleza. Y el sol que nos calentaba estaba haciendo el termómetro trepar. Ayer había sido helado, hoy íbamos rumbo a una alta de marca superlativa. También por eso aprovechaba para ganar tiempo mientras la temperatura no era excesiva.

Foto cortesía de Isa Nellos, 10:15am

El tramo entre La Ventana y Mesa Portales es el más rocoso y complicado de la carrera. También es la parte más alta de toda la carrera. Estaba empujando para hacer el mejor tiempo posible. Ya el cansancio me estaba limando y el sol comenzaba a calentar. Isa también estaba sintiendo la deprivación del sueño. Estaba «loopy» en sus propias palabras. El cielo azul, típico de Nuevo México, permitía al fulo cocinarnos sin impedimento. A esta hora, a esta altura de la carrera, no queda otra que morder y apretar, poner la buena cara al mal tiempo y ver al futuro, a la meta completada. Lo cómico es que mientras uno más cansado está, más lento pasa cada kilómetro. Como la Reina Roja en Alicia en el País de las Maravillas, hay que correr a tope para quedarte en el mismo lugar.

Trepando al Backbone del Continental Divide Trail, 10:57 AM

Ya yo no estaba para tomar fotos, Isa todavía tenía energía para eso. Estaba hastiado de todas las bebidas, del Tailwind, del Gatorade en polvo, del Vfuel, y había botado mi agua sin reponerla. Ya he estado en este lugar antes, hay luz al final del túnel. La grasa en el cuerpo sería suficiente para llegar a la meta. Siempre queda algo pegado al fondo de la paila. Este es el momento de raspar el concolón. Todo iba tal cual debía ser, aún cuando no lo pareciera. Este estado es típico de las últimas horas de un ultra, parte de la experiencia.

Cerca de la una llegamos a Mesa Portales, nuestra última estación antes de la meta. Tomamos Coca-Cola, nos quitamos todo el equipo superfluo, le dimos gracias a los que nos atendían, y nos aseguramos cuánto tiempo había para terminar. Teníamos cuatro horas para recorrer los últimos 15 kilómetros. Ya quedaba un último ascenso y era descenso hasta la meta, la cerecita sobre el pastel. Esta era una cerezota, inmensa. Partimos contentos, pensando que ya solamente era cuestión de mantenernos en movimiento hasta llegar a la meta.

Ultimo tramo, sol abrasador, 3:28 PM

Después de correr por el espinazo bajamos a una calle de tierra que parece interminable. En la noche no se notaba cómo era y siempre recorrí este tramo en oscuridad. Ya sabía que llegábamos dentro del corte. Mis opciones eran correr a 9 minutos por kilómetro o caminar a 10. Isa, que tenía más velocidad y energía que yo partió a balazo a terminar su aventura, el recorrido más largo de su vida. Yo guarde mi último empuje para cuando viera el arco de meta. Y así fue, caminé hast que vi la meta y quemé mi último cartucho en derroche de velocidad (a 9 minutos por kilómetro). Mi hermana Michelle, su hija Alex y su esposo George nos esperaban junto a Erick, el organizador. Ya solamente quedaba el arco de meta, todas las toldas habían sido dobladas, el equipo empacado, y nada más faltaba que me dieran la medalla de finalista y mi hebilla.

Cruzando la meta, 4:43 PM, 173.18 kms

No quiero extenderme mucho más. Esta carrera se la debo a mi sobrina que me acompañó a través de lo más duro de la carrera junto con Olivia, y después hizo lo inesperado y siguió corriendo conmigo hasta la meta. Por mi parte, hice lo mismo que he hecho últimamente, usando zapatillas Speedgoat, mi correa Ultimate Direction, y mi botella de mano Camelbak. La comida casi que es irrelevante, siempre me sobra porque como poco. Como nota especial, voy a agregar bebida en polvo para cuando me canse de la bebida de la carrera. Y siempre debo revisar mi provisión de analgésicos. Ahora toca prepararme para El Reto del Indio 2023 y conseguir mi hebilla #15.

Categorías
Correr

No Business 100 – Reporte

Finalmente completé mi 100 millas #13 y pasé lo que estaba comenzando a parecer una barrera. No Business 100 ha sido una carrera que he gozado mucho y el recorrido puede ser el más atractivo de todos los que he hecho. El sendero era muy corrible y tanto las subidas como las bajadas eran bastante leves, con sus contadas excepciones. Las estaciones de apoyo estuvieron fenomenales, repletas de buena comida y bebida, incluyendo el Sword que usaron como bebida energética.

Jose «Lagarto» Orillac y yo recogiendo nuestros números

El vuelo a Nashville llegaba a las 7:00pm. Mis compañeros de viaje salieron a cenar después de registrarse en su hotel, pero yo me fui directo a la cama con un martini y unas papitas de sal marina de Kettle Brand. Hoy día me cuesta dormir bien si ceno muy tarde. Al día siguiente nos tocaba manejar a Pickett State Park donde Lagarto había alquilado una cabaña y teníamos que recoger nuestros números de carrera. Había una pequeña charla después de una cena de pasta donde nos darían los últimos pormenores antes de iniciar a correr el viernes a las 8am.

Preparando las bolsas para las estaciones

Mi plan original era estar cerca de 32 horas en esta carrera. Cuando vi por última vez las estaciones y sus horas de corte vi que eran bien justos al principio si corría a ese paso (para terminar en 32 horas). Luego ajuste a 30 horas mis estimados y todavía seguían muy justos. Así es que recalculé para 28 horas para hacer los primeros cortes sin estrés. Resultó que habían modificado el recorrido a la primera estación porque un castor había hecho una represa que dejó inundado el sendero de la primera sección por un tramo largo.

Listos para la partida

Así es que cuando la carrera inició salí como alma que lleva el diablo adentro. Ibamos corriendo por una calle de tosca y el clima estaba fresco. Las condiciones se prestaban para correr rápido sin estropear mucho el cuerpo. Había dejado atrás a Lagarto, seguro que pronto me alcanzaría. Ni siquiera hablamos de correr juntos en ningún momento. Llegué a la primera estación un minuto antes que Lagarto, yo de número 50 y él de 57. Rellené mi botella de Sword, me comí unos quiche, un derretido de queso y algo más que me llevé para el camino.

Poco a poco fui bajando la marcha, mis ingles me estaban dando causa para algo de alarma muy temprano en la carrera. Por momento pensaba que iba a quedar lastimado si terminaba la carrera. Estaba determinado a llegar gateando si era necesario. La incertidumbre es una parte natural de estos eventos. Uno se pregunta ¿cómo será posible mantener este esfuerzo por tanto tiempo? Al final, el cuerpo se acostumbra y todo comienza a fluir como debe ser. Antes de pensarlo ya estaba en la próxima estación. Seguí comiendo bastante. Ni siquiera me había acabado la mitad de mi primera botella.

Cuando llegué a Charit, kilómetro 33, ya casi llevaba más de dos horas contra el corte. Estaba comenzando a sentirme relajado y seguro con las decisiones que había tomado para esta carrera. La comida me estaba bajando bien, los electrolitos de la bebida resultaban muy tolerables, y la compañía estaba agradable. Todavía no se había formado un grupo de corredores que podían mantenerse juntos y los trenes se armaban y desvanecían continuamente.

En la estación de Duncan Hollow, foto de Adela Vidal de Orillac, 5pm

Al llegar a Bandy Creek era cerca del medio día. Según mi plan de carrera de 28 horas, iba a llegar a esta estación a las 3pm, 50 minutos contra el corte. Había armado casi cuatro horas de colchón contra el corte. Me comí un hot dog, coca cola, ginger ale, y jugo de pepino. Luego fui por mi bolsa de apoyo a sacar una linterna porque no había pensado que llegaba de día a la próxima bolsa de apoyo. Estaba seguro que podía dejar la linterna, pero me la llevé para que luego no me hiciera falta por algún percance. Llegamos tan rápido a Bandy que Adela no nos encontró porque nos adelantamos mucho a nuestro plan de carrera. Lagarto llegó de #70 y yo de #80, había cubierto 41 kms en 5:25:23.8, nada mal. De hecho, a ese paso hacía menos de 24 horas (un esfuerzo que no podía sostener).

Nos había tocado un clima sabroso. Yo inicié mi corrida con una camiseta de lana deportiva abajo de una camisa de botones de lana. Estaba mojado, húmedo más bien, pero muy fresco cuando salí de Bandy al medio día. Ya estaba corriendo con los botones de la camisa abiertos para poder ventilar mejor. Había mucha gente que salió bien abrigada de la partida. Yo estaba del lado menos cubierto del grupo. Ya en el camino se veía gente parada guardando capas de ropa por el calor. Estaba contento por pasar el primer cuarto de mi recorrido sin ningún percance.

Decidí correr cómodo el segundo cuarto para no quemarme sin necesidad. Había estado corriendo a un ritmo por encima de lo que había planeado. Hora de bajar la marcha. El perfil de la carrera parece una montaña rusa cuando lo ves en papel. El grado promedio del recorrido es 14, eso es 140 metros cada kilómetro, un poco más que la subida al mirador del Parque Metropolitano. Esa pendiente la tengo entrenada de sobra. De hecho, estaba haciendo mejor tiempo en las subidas leves que en muchas de las bajadas, cosa que me pareció curiosa.

El sendero de esta carrera es muy limpio y estaba cubierto de las hojas que habían dejado caer lo árboles. El otoño estaba en su apogeo para nosotros. Precisamente por lo nítido del terreno, ya varias raíces me habían sorprendido y una de ellas me hizo rodar cuan largo era. Me había recuperado de la mayoría de los tropezones. Este me tumbo. Estábamos corriendo por un filo con una vista preciosa hacia un río y su cañón cubierto todo de árboles coloreados en naranja, amarillo y rojo. La tropezada de dejó algo lento y aproveché para comerme unos geles que siempre cargo y al final nunca me los como. También me tomé un par de Tylenol 500mg. De hecho las había estado tomando cada cuatro horas desde el principio y ya me tocaba, más o menos.

Laurel Hill, kilómetro 75, ya estaba en Kentucky. Primera vez que tocaba Tennessee y Kentucky. En Fat Dog 120 millas habíamos atravesado tres provincias en Canadá. Esta es la primera vez que corría dos estados en una carrera en Estados Unidos. Antes de llegar a la estación pasamos bajo un arco de piedra espectacular.

Twin Arches en Kentucky

A Ledbetter, kilómetro 89, llegué en 14:43:48.2 en la posición 110. Lagarto llegó en 12:59:11.4 en posición 58. A esta altura de la carrera el Croc había mantenido su posición en el grupo de corredores y yo había cedido 60 puestos. Ninguno de los dos tenía idea de esto en el momento, y yo no sabía dónde él estaba en el recorrido. En Duncan Hollow, dónde me había encontrado con Adela, me dijo que me llevaba como dos horas de ventaja. Estaba cerca de lograr entrar debajo de las treinta horas pasada la mitad de la carrera.

En Duncan Hollow había recogido todo mi equipo de frío para pasar la noche. Llegué a Blue Herron, kilómetro 100, tan temprano. Llegué en 17:07:35.3, justo a la hora que había puesto para el tiempo de 28 horas en la carrera. Ya había cedido dos de las cuatro horas que había armado de colchón. A diferencia de mis últimas dos carreras, ya había pasado la mitad de la carrera sin un solo contratiempo. La linterna que me jodió en mi última carrera estaba en una de las bolsas de repuesto, casualmente en esta estación, con baterías regulares por si me fallaba la que cargaba, que era la anterior (una Black Diamond Icon 500 con batería de litio). La comida había estado en punto toda la distancia y no tenía nauseas, ni un poquito.

En Blue Herron tocaba un circuito de 10 kilómetros y de regreso a la estación. Estos 10K fueron de los más rudos hasta ahora. Nada del otro mundo, pero comparado con los 100K que precedían era otra cosa: un camino pedregoso y complicado. Igual no fue gran problema acabarlo y cuando terminé había tardado dos horas y media. Lento, de noche, no está tan mal. También se había puesto frío y me coloqué una capa adicional. Llevaba un manga larga técnico, mi camisa de lana y me camiseta de lana. Si me ponía el gorro me daba calor, y nunca saqué los guantes. Tenía mi regulación térmica controlada.

Salí de Blue Herron, 110K, cerca de las 3:45am, en posición 95. Estaba avanzando algo y pasando gente. En un par de horas estaría saliendo el sol. Ya me sentía que estaba en la recta final, solamente 50K y terminaba. Todo me estaba saliendo bien. Los dedos del pié derecho estaban algo limados, los tres del medio, por haber pateado una raíz que casi me tumba. Creo que ya había rodado tres veces a esta altura de la carrera. Casi que iba par en la cancha…

Cuando salió el sol me quite la tercera capa de encima y la volví a amarrar en mi cintura. En las últimas dos estaciones había tomado café con Fireball y café con Woodford Reserve y comido papitas Lays cuando salía. En la del Fireball me tomé un caldo de pollo. Creo que en la del Woodford comí poco. En todas las estaciones donde tenía bolsas de apoyo había dejado un Ensure de chocolate y todos me los había tomado. Hasta ahora me estaba funcionando bien esa estrategia porque seguía esperando las náuseas y el malestar estomacal y nada que llegaba. Tal vez es que me estaban ayudando las pastillas de famotidina que me había tomado con las Tylenol.

En Peter’s Mountain estaba ya en la posición 88, 140.6K en 25:57:19.8, estaba ya cerca del paso de 30 horas. ¡Solo me faltaban 21K! Ya nada era relevante, lo que quedaba era pan comido. Podía caminar toda la distancia restante y terminaría dentro del tiempo permitido. Curiosamente, dejé de estar presente y comencé a pensar que tengo otra carrera de 100 millas el 5 de noviembre. Hay carreras llenas de duda y sufrimiento, esta no resultó una de esas.

Habían dos hombres de mi edad que estaban adelante mío, no por mucho. Los dos se veían mayores que yo. Consideré apretar el paso para recogerlos. La idea se fue tan súbitamente como llegó. ¿Cual era el apuro? ¿Qué iba a ganar? La mañana estaba preciosa, estábamos corriendo paralelo a un río bajo el dosel de los árboles en un bosque abierto. Hora de gozar el recorrido, oler las flores, e ir a cagar. ¡Ja! No podía faltar el depósito matutino.

Después de resolver el problema anterior se me comenzó a hacer eterno el recorrido. Creo que estaba entrando en la zona de penumbra mental. Estaba justo en el punto donde podía comenzar a alucinar, tenía sueño estando muy despierto y consciente. Comí pastillas Jolly Rancher para darle algo de azucar al cerebro para que saliera de su coma. Ahora el recorrido eran subidas y bajadas cortas dentro del bosque abierto. Como no me estaba moviendo rápido, los kilómetros pasaban lentamente. Lo bueno es que estaban pasando.

Eventualmente llegué a Great Meadows. ¡La estación estaba al otro lado del río! Había corrido con las zapatillas secas hasta ahora. Y nos estaban obligando a mojarlas casi que por maldad. En realidad no, pero eso es lo que parecía. Llegué a la estación, rellené mis botellas, cogí otra bolsa de papitas y seguí mi camino. Ahora me faltaban 14K y dos lomitas. ¡Vamos por esa hebilla!

La trepada a Blevin’s Cemetery me pareció no acabar nunca. Era una pendiente muy ligera, y estaba corriendo. Me recordaba al camino El Roble en el PMT, un falso plano que no se acababa, 7 kilómetros subiendo paulatinamente por el costado de una montaña. A la hora y media llegué a la estación: «¿Qué quieres?» me preguntaron amablemente. Tums y Coca Cola (finalmente el estómago se hacía presente con una leve queja).

Mientras me tomaba mi coca charlaba contento con la gente de la estación. Vi que en la mesa había una botella de Jack Daniel’s que me pareció perfecta para acompañar la coca. Pedí y me dieron felices de la vida. Les dije que iba a llegar a la meta con una sonrisa de oreja a oreja y sin una queja encima. En eso llegaba otro grupo de corredores y decidí seguir mi camino para hacer espacio en la pequeña, última estación.

Pensé que iba a detestar el final de la carrera, todo cuesta arriba. Resultó un recorrido muy agradable bordeando unos peñones enormes iguales a otra docena de estas formaciones geológicas que habíamos encontrado a lo largo de la carrera. Llegando a la meta podía escuchar los gritos mucho antes de poder ver el arco y la recta final. Ya estaba en un camino de tosca que iba describiendo un arco inmenso hacia la meta. ¡Qué alegría cuando apareció la meta y escuchaba los gritos de Adela!

Llegando a la meta
Certificado de Carrera
Lagarto Orillac

Ojalá pueda regresar el próximo año para hacer la carrera en sentido contrario y ganarme la hebilla de 200 millas (double buckle). Cada año la carrera va en sentido inverso, años pares contra reloj y años pares como el reloj. Dudo que el Lagarto quiera repetir la carrera, ya lleva 15 hebillas y ni una repetida. Mi argumento es que es otra carrera en sentido contrario, y que lo bueno merece repetirse. Es muy divertido viajar con Croc y Adela.

Categorías
Correr

Rumbo a No Business 100

Ya estoy en las últimas tres semanas antes de ir a correr No Business 100 millas. Si termino esta carrera sería mi 100 millas #13. Me ha costado un mundo lograr ese número porque ya me he salido de dos 100 millas y no pude ir a Massanutten 100 millas este año porque Lorena tuvo una convulsión seria poco antes de esa carrera y quedó en cuidados intensivos. Casi que estoy por ponerme supersticioso y pensar que ese número no quiere nada conmigo.

Twin Arches

El recorrido de la carrera es de 163 kilómetros, parte en Tennessee, pasa por Kentucky y regresa al punto de inicio. El desnivel es de 4,354m y 90% del camino es sendero. Pinta muy bien la descripción y las fotos están fabulosas. Un año la carrera se corre en una dirección y al siguiente año alterna. Este año nos toca el recorrido en el sentido contra el reloj. La carrera parte el 14 de octubre a las 8 am, una hora muy decente, y tenemos 33 horas para terminarla. Las 33 horas me preocupan algo, pero creo que puedo correr la distancia en ese tiempo si no es muy técnico el terreno.

La Hebilla

Voy a correr con Lagarto y Adela (que viene de apoyo para su esposo). Desde Javelina 2016 no voy a correr una carrera afuera con ese personaje de los ultra corredores de Panamá. Como siempre, será muy divertida la compañía de Croc y Adela. Yo estoy inscrito en otra carrera para a principio de noviembre, Deadman’s Peaks en New Mexico, porque estaba en 125 en la lista de espera para esta carrera y no pensé que lograría entrar a NB 100. Ahora tengo dos carreras seguidas, boletos comprados, y dos oportunidades para conseguir mi hebilla #13.

Como típica carrera de Estados Unidos, los requisitos son mínimos:

  • 1.5 litros de agua
  • Manta térmica
  • Un linterna para la noche

Con 15 estaciones bien pertrechadas es poca cosa la que hay que llevar encima para terminar la carrera. La linterna que me falló en Andes Race resultó que estaba defectuosa. Hice pruebas y no era la batería, como pensaba, pero lo misma lámpara. Ya Black Diamond me está enviando una nueva a New Mexico y la tendré para Deadman’s Peaks. Para esta carrera usaré mi Black Diamond Icon 500 con la batería de litio nueva y listo, problema resuelto.

Lee Conner, con quien corrí en Cloudsplitter 100, también va a correr NB100, al igual que Susan Donnelly. Lee me dijo que No Business era muy corrible y más fácil que Cloudsplitter, donde terminé en 31:34. Si llego a esta carrera con condiciones a las que tenía a la misma fecha hace un año, debo hacer el mismo tiempo como máximo. Mi esperanza es cruzar la meta en menos de 30 horas para que Lagarto no deje tirado en la meta y tenga que pedir bote a Nashville.

La verdad es que llegué en buena forma a Cloudsplitter porque Rocío me incluyo en muchas corridas de entrenamiento con Andrea, Raquel, Ana Raquel, José Arenas y Pupi. Ya no tengo quien me saque a pasear tan a menudo, ni quien me lleve a correr por San Miguel y Altos de Pacora. Por supuesto que puedo ir solo, pero la verdad es que soy un corredor gregario y algo perezoso para manejar a correr tan lejos. Si quedo sujeto a mi libre albedrío tiendo a correr lo que se me provoque y pocas veces eso es tanto como debiera correr para estar en plena forma. No es que esté en mala forma, sencillamente no estoy corriendo tanto como hace un año para esta época.

No Business 100 back to back al revés y al derecho
No Business 200

Si completas No Business 100 en ambas direcciones te dan una segunda hebilla, diferente a la primera, que reconoce ese logro. El próximo año, si todo sale bien, puedo conseguir mi hebilla de 500 millas en Massanutten, y mi hebilla de 200 millas en No Business. Antes de adelantarme, primero tengo que terminar la de este año.

Categorías
Correr

Andes Race 100K

El viernes a las 5pm partí a correr Andes Race 100K esperando terminarla sin mayores problemas. La razón principal por la que confiaba que la iba a poder terminar fue la presentación del director de carrera que hizo énfasis en que la carrera estaba diseñada para poder caminarla toda. Inicialmente no estaba tan confiado de poder terminar exitosamente la carrera por los puntos de corte que me parecían apretados para una carrera con un desnivel de 6,500 metros.

Altimetría

Después de la presentación quedé tranquilo por que no había corte en la meta si lograba pasar todos los cortes intermedios. Sabía que las trepadas me iban a tomar mucho tiempo, pero tal vez iba a poder recuperarlo en las bajadas. El ritmo promedio para poder terminar tenía que estar justo en 4 kilómetros por hora. Mi ritmo en movimiento fue de 13:23 min/km, pero el promedio quedó en 19:43 min/km. Con todo y que pasé bastante rápido por todas las estaciones, dos cosas me hicieron perder tiempo: mi linterna, y la marcación de la carrera.

Listo para correr

Mi linterna Black Diamond Icon 700 ha desarrollado un hábito muy desconcertante y está relacionado con la batería de litio que me permite tenerla iluminando a 700 lumens por 20 horas. La pila de litio impide que la linterna la drené si está trancada para que no se encienda accidentalmente. Aquí está el problema: la batería se está trancando solita después de un rato y me comienza a bajar la intensidad de la luz. Tuve que perder mucho tiempo quitándome la linterna para destrancar la batería y poder volver a tener buena iluminación.

La marcación de la carrera estaba excelente en general. El problema es que cuando fallaba, me tardaba mucho tiempo en resolver por donde seguir. Por el frío, mi reloj con la ruta estaba debajo de varias capas de ropa y me tomaba un tiempo sacarlo para resolver por donde continuar mi carrera. Antes de la última estación que pasé, las marcas se perdieron por completo. Saqué mi reloj y la ruta me llevaba por lugares por donde no había paso. Hasta uno de los arrieros que venía siguiendo al que venía de último en la carrera bajo de la montaña directamente hacia mí para ayudarme y él también pasó páramo encontrando como llegar a la próxima estación que ya estaba a la vista.

No fui el único que pasó problema con la marcación. Matt, que tiene un maratón de 2:49 en su palmarés, también se perdió y al final abandonó la carrera en Lares. Otro corredor que me encontré en la meta también me dijo que le tocó correr 15 kilómetros de más porque se perdió. Pero bueno, al final de cuentas no llegué a Lares porque me monté en el bus que venía detrás de mí con los corredores que habían abandonado en la estación anterior. Perdí la voluntad para seguir corriendo porque estaba de último, y no llegué a tiempo para correr con Roger, Isa y Ana que partían de Lares (kilómetro 40) a las 3am.

Yo pasé por la estación anterior a Lares, Cuncani, a las 3:10am. Esta estación estaba supuesta a estar en el kilómetro 36, pero estaba en el 28. Me quedaban 110 minutos para correr 12 kilómetro y pasar Lares por delante del corte de las 5am. Entre las marcas ausentes que me habían quitado tiempo, y la luz que me estaba fallando perdí la voluntad de seguir adelante. Estaba de último, iba a pasar Lares en la raya, y luego venía mi tercera trepada descomunal. La voluntad no me dio para seguir corriendo y me monté en el bus cuando me alcanzó.

Al final, no tengo quejas. Mi equipo (con la excepción de mi linterna de cabeza) resultó adecuado. Llevaba dos vejigas de 500ml en la mochila Salomon llenas de Gatorade (nunca las toqué), una botella de 500ml con agua dentro de la mochila, y una botella de 700ml con Gatorade en la mano. La botella de agua la vacié cuando pensé que nunca la iba a necesitar a través de la noche. Y así fue, solamente bebí de mi botella de mano.

La ropa que llevaba resultó adecuada. Estaba justo en el borde de tener frío, especialmente si paraba, pero logré mantenerme cómodo toda la noche. Llevaba una cantidad de comida entre geles, waffles, y chocolate para poder hacer toda la carrera sin tener que recoger nada de las estaciones. Esta fue una buena idea porque no había nada que comer en todas las estaciones que me tocaron antes de retirarme. Aún así, solamente me comí un gel cuando llegué a la cima del primer paso que estaba a 4,700 metros de altura. En ese momento llevaba 5 horas trepando y 14 kilómetros recorridos. Hasta ese momento, todo iba bien. Mi linterna ya estaba fallando, pero trepando no era mayor problema porque no iba rápido y no necesitaba más iluminación que la que conseguía.

Al comenzar la bajada, fui perdiendo tiempo porque mi luz no era adecuada para mantener un buen ritmo. El terreno bajando también era muy técnico y a duras penas lograba moverme a 6 kilómetros por hora. Me sentía bien porque, en promedio, hasta ese momento mi plan de carrera estaba saliendo tal cual lo había previsto.

Tenía puesto una malla North Face que me cubría completamente las piernas, unas medias Injinji de lana que me llegaban a media pantorrilla, mis pantalones cortos de caminar con un calzón de compresión que estaba muy cómodo (especialmente con la capa de crema de pañalitis que me había puesto). Arriba tenía una camiseta de lana manga corta, una camisa de lana manga corta, unas mangas de lana para los brazos, la camiseta manga larga de El Valle Trail Race, y una chaqueta impermeable Mountain Hardware. En la cabeza tenía un gorro de alpaca que había comprado en Cusco y un Buff alrededor del cuello. Junto con los guantes, esta ropa me mantuvo cómodo toda la noche.

Las zapatillas Hoka SpeedGoat 5 han resultado el mejor modelo de zapatillas que he tenido. Mis pisadas eran de confiar y cuando resbalaba, rápidamente la suela volvía a adquirir tracción. Varias veces tropecé con piedras pero nunca me lastimé los dedos del pie. Las polainas que cubrían las zapatillas no permitieron que se metieran piedras dentro de las zapatillas. Todo funcionó a la perfección con mi calzado.

Rogelio en Pillku Urqu

La aclimatación que hicimos en Cusco, incluyendo una trepada a Pillku Urqu hasta 4,458 metros de elevación, me ayudó mucho. No puedo decir que estaba trepando con fuerza, pero me movía bastante bien y logré pasarme a un par de jóvenes en la subida. Nunca pasé de 150 pulsaciones en la subida y el promedio que hice era adecuado para terminar la carrera. Eso sí, la trepada parecía que nunca iba a acabar: esos 1,780 metros que trepamos en el primer envión han sido lo más que he subido en una sola cuesta. Hubo un momento en que pensé que había logrado el paso porque comencé a bajar y de una vez apareció una segunda cuesta. En ese momento volví a ver marcas que parecían perderse en el firmamento junto a las estrellas.

Cuando finalmente logre llegar a la curumba del primer paso me encontré a una pareja inca que estaba sentada en plena oscuridad, a las 10pm, en 16 grados centígrados, vestidos con su ropa tradicional. El hombre me ofreció un mate caliente. Un gesto muy generoso de su parte que no pude aceptar porque no quería perder ni un instante. Casi no paré a gozar de la aventura que estaba viviendo porque sabía que no tenía tiempo que perder si quería alcanzar Lares a tiempo para juntarme con los corredores que partirían a las 3am.

Un poco más adelante me encontré la estación que estaba en el kilómetro 14, Pachacutec (como el nombre del cerro que acababa de coronar). Ahí rellené mi botella con agua caliente. También me ofrecieron un caldo caliente, pero no quería perder tiempo. Le agradecí la atención a los que estaban manejando ese Tambo y partí a bajar hasta el próximo punto de apoyo. Hasta ese momento todo parecía indicar que iba a poder completar la carrera sin problemas.

En la bajada ya comencé a querer la iluminación completa de mi linterna, pero no estaba logrando que me diera los 700 lumens que tenía de capacidad. Cada vez que se iba bajando la intensidad la apagaba y al volver a prender tal vez me daba unos 250 lumens. Nada mal, pero no eran lo suficiente para poder correr confiado en esa bajada que resultaba muy técnica para poder ganar el tiempo que esperaba hacer bajando. Tengo que ver cómo resuelvo el problema de mi iluminación antes de mi próxima carrera.

Cuando ya estaba llegando a Quishuarani, la próxima estación en el kilómetro 22 me pasó Josué, un joven limeño que había pasado en la trepada a la cima del Cuncani. La próxima trepada me resultó más dura que la primera. Mi linterna ya me estaba fallando con más frecuencia y las marcas estaban escasas y me costaba tiempo encontrar la próxima con frecuencia. Las marcas eran una cinta naranja con un reflector muy brillante. A menudo resultaba que la cinta había rotado de tal forma que el reflector no era visible. Esto hacía difícil encontrar la marca. La trepada también tenía una pendiente promedio más pronunciada que la primera trepada.

Me tomó casi dos horas trepar la segunda cuesta. Solamente logré promediar dos kilómetros por hora en esa subida. También pasé bastante rápido por esa estación donde solo recogí Sporade para rellenar mi botella. Ya estaba llegando a la conclusión de que tal vez no llegaría a tiempo donde Roger, Isa y Ana. La bajada desde Hulliquisjasa hasta la próxima estación también resultó más técnica que la primera bajada y en esta fue que se me perdieron las marcas.

Al final corrí 32K en 10:44, todo de noche. Nunca pude apreciar la belleza de las montañas como habían prometido en el congresillo de la carrera. Entre el covid que me dio tres semanas antes y la pérdida de forma que resultó por la para no llegué a la partida como hubiese deseado. No tengo quejas, hice lo que pude, de batalla y no salí vencedor en este encuentro. Solo me queda recordar al Hombre en el Ruedo de Theodore Roosevelt:

Man In The Arena

Finalmente, la partida de esta carrera fue el viernes 26 de agosto, justo tres meses después de perder a Lorena. La tuve muy presente a través de toda la noche. Aunque iba solo casi toda la carrera, siempre me sentí muy cerca de ella y la pensé mucho. Me hace mucha falta y todavía no encuentro como recuperarme de su pérdida. Estoy seguro que ella desearía que eche adelante y así lo haré. Ya tengo mi próxima carrera para mantener mi momento: No Business 100 en octubre.

Categorías
Correr

Ultra Coah 163kms 2022

Ya pronto salgo hacia la expo y registro para Ultra Coah 2022, una carrera de 163 kilómetros con 9,480 metros de desnivel y 35 horas de tiempo límite. Voy a hacer todo lo posible por terminarla, pero está al borde de lo que puedo lograr con mi forma actual. Estoy llegando en bastante buen estado, ileso, sin dolores, y con el entrenamiento mínimo necesario.

Equipo Obligatorio

Material obligatorio listo:
* Mochila
* Luz frontal
* Luz trasera
* Silbato
* Teléfono móvil
* Manta térmica
* Vaso y cuchara
* Impermeable
* 2 geles & 2 barras
* Analgésicos

Voy a tener que correr con mochila porque es obligatorio. No es mi preferencia, prefiero mi correa con una botella y otra en la mano. Es lo que es y así vamos. Hasta que llegué a México no pude ver bien el recorrido porque estaba en Trace de Trail y no me abría. Tenía la impresión que había un bucle en el recorrido pero no podía verlo bien. Ahora que estoy claro puede entender y ver que la bolsa de abasto la voy a visitar tres veces. Eso ha cambiado para mejor mi plan, en particular puedo cargar menos y contar con lo que coloque en la bolsa de abastos.

Altimetría Ultra Coah 2022

Viendo la altimetría es evidente que visitamos La Ermita tres veces. La primera subida se ve brutal, casi el doble que «Beast of Burden» en Altos de Pacora. Si la bajada que le sigue es corrible, espero recuperar tiempo para mantener mi promedio dentro del plan. Siendo ingenuo calculo que si la mitad de la carrera es subida y promedio 4kms por hora, me toma 20 horas la primera mitad y la segunda, que es bajada, me toma 14 horas a 6kms por hora. Eso me da 34 horas para terminar la carrera si logro mantener esos promedios incluyendo las paradas en las estaciones.

Hay muchas estaciones y es necesario ser juicioso con ellas. 18 estacions a dos minutos por parada son 36 minutos. Ya con eso estoy contra las cuerdas si lo sumo a las 34 horas que me va a tomar correr la distancia. Anoche pude ver que el sol se está poniendo a las 8:35pm. Por suerte la noche no va a ser tan larga. En Cloudsplitter pasamos 12 horas en oscuridad y ahora me toca como 10 horas solamente. Llevo una buena linterna de cabeza para mantener el camino bien iluminado y no tener que bajar mucho la marcha en la noche.

Icon 700
Batería de litio

La Icon 700 me da 700 lumens y con la batería de litio puede tenerla encendida a tope por 20 horas. Verdaderamente una buena lámpara en la cabeza hace mucho más llevadero el tiempo que se pasa corriendo de noche y evita tropiezos innecesarios que frecuentemente suceden cuando no se puede ver bien el terreno. Con Luis Carlos corro en las madrugadas con esta lámpara y ya estoy muy satisfecho con el desempeño que consigo usándola.

Ahora mismo Monterrey está muy caliente, hasta 34 grados centígrados en la tarde. Espero que en la montaña la temperatura no suba tanto porque eso añadiría un problema más a la corrida. Traje ropa caliente para la noche pero creo que no será necesario. Esta noche duermo en la montaña y podré tener una mejor idea de cuán fría va a estar la noche. Sospecho que con unas mangas extra voy a estar bien toda la noche. Me ahorro guantes, gorra y una camiseta manga larga dentro de la mochila.

Por último, tengo que cruzar la meta el 26 de junio, justo un mes desde que perdí a Lorena. Estoy seguro que me va a acompañar toda la distancia y va a sumarme fuerzas para que crucemos juntos ese umbral.

Juntos hasta el final
Categorías
Correr

Garmin Enduro

La verdad es que este reloj ha resultado una maravilla. Seguro que la mayoría de lo que he visto es cosa vieja para todos los que han estado usando el Garmin Fenix desde hace años (el Fenix 7 acaba de salir) pero yo he usado un Suunto Ambit desde el 2012 (he pasado por el Ambit, Ambit 2 y Ambit 3). Me cambié principalmente porque Suunto abandonó su sitio MovesCount donde tenía mi actividad de todos esos años. El nuevo sitio al que me mudaron no me gustó y por eso cambié el reloj. Además, la motivación que me decidió es que apareció el Garmin Endurance con una batería de 70 horas.

El año pasado corrí CloudSplitter en 32 horas y el reloj grabó toda la corrida sin que yo tuviese que preocuparme por nada. Además, el reloj llevaba cargada la ruta de la carrera y me mantuvo sobre su recorrido toda la distancia sin ningún contratiempo. Hasta ahora había corrido mis últimas 9 ultras con el Suunto y solamente lo usaba como reloj porque sabía que la batería no duraría para todo el recorrido. Cargaba la pista por si la necesitaba en algún momento, pero pocas veces la usaba.

Con el Enduro, el reloj me mantiene informado de cuanto llevo corrido, cuanto ascenso he hecho, y cuanto me falta. Hasta me da un estimado de hora de llegada a la meta. Además, tengo a la mano mis pulsaciones, mi paso en tiempo real, y otras estadísticas que a mí me resultan muy entretenidas durante una corrida tan larga como 160 kilómetros. Todos esos son detalles al lado de lo que más me ha impactado del reloj: los beneficios de entrenar todo el tiempo con conocimiento de pulsaciones, descanso, y otras estadísticas incorporadas al reloj.

Cuando comencé con el reloj tenía mi VO2Max en 46 y hoy lo tengo en 52. Me tomó varios meses mejorar esos 6 puntos, casi un mes por cada punto mejorado. Yo atribuyo esa mejora a mi entrenamiento, obviamente. Pero el Enduro ha tenido mucho que ver porque hay un dicho que dice: «lo que no se mide no se mejora». Al poder tener tanta información disponible en la aplicación de manejo del reloj pude comenzar a hacer ajustes en la forma en que entrenaba y podía medir los beneficios que percibía al ejecutar los ajustes.

VO2Max

El Enduro ofrece un entrenamiento recomendado cada vez que voy a salir a correr. La mayoría de esos entrenamientos no me sirven, pero algunos han resultado muy productivos. Poco a poco he ido incorporando más de los entrenamientos que me recomienda el reloj. Al principio me lastimé tratando de hacer intervalos muy rápido y fue necesario bajar la marcha. De hecho, me he lastimado un par de veces por andar tratando de subir mis pulsaciones al máximo (cada vez es más duro lograrlo corriendo).

Cosas que me gustan

  • La pantalla se ilumina automáticamente cuando la quiero ver.
  • Tiene muchas pantallas con información en cada modo de deporte.
  • La navegación mientras corro es excelente.
  • La correa de Velcro es muy ajustable y cómoda.
  • Los botones funcionan bien y están ubicados lógicamente.
  • La aplicación del reloj en el celular es bastante buena.
  • La comunicación con el teléfono es excelente.
  • Las gráficas de Estado de Entreno, y carga de 7 días.
  • La velocidad de carga.

Cosas que no me gustan

  • El botón de intervalo ocasionalmente me confunde porque era el botón de retrocesos en mi Ambit anterior.
  • La aplicación de Garmin Connect no me resume mis totales de distancia semanal.
  • El precio.

Sobre lo último, solo el hecho de que he sido motivado a mejorar las cosas que puedo medir justifican el precio. Las recomendaciones de entrenamiento que vienen incorporadas también hacen peso sobre el valor del reloj. Y viene con tres meses de Strava Pro por la compra.

Categorías
Correr

Análisis de Actividades

Ahora que terminó el 2021 Strava le presenta a cada atleta un resumen de su año deportivo. Esto me dejó con curiosidad por reproducir los análisis que hizo Strava usando las mismas pistas que se cargaron desde mi reloj. Ya tenía avanzado algo del trabajo tal como lo describí en la entrada anterior a esta. El enfoque de esta entrada, en lugar de ser las calles recorridas, es ver como ha estada mejorando, o empeorando, mi rendimiento al correr.

Aunque he logrado mantener algo de forma a través de los años, estos no pasan en vano. Cada año uno pierde al menos un latido en la capacidad máxima del corazón. Ese es tema de otra entrada. En esta vuelta quería repetir algo del resumen de Strava. Un ejemplo:

Año Deportivo en Strava

Como la gráfica anterior hay varias otras muy bien logradas. En lugar de inventar la rueda traté de ver qué había ya hecho que pudiese utilizar para lograr algo parecido. Encontré que hay muchas herramientas para el propósito pero la mayoría son trabajos superficiales y someros, más por la línea de «así se hace esto». En general son programadores que corren y están haciendo lo mismo que yo ahora mismo. Algunos que tiene picazón y no encuentran como rascarla han hecho un buen trabajo.

Uno de los que encontré se llama Running_Page y crea un sitio web completo donde ver todas las actividades que uno ha hecho y produce unas gráficas agradables. Me tomó bastante trabajo hacerlo andar porque está basado en una versión vieja de Gatsby (la 2.4) y ahora Gatsby está en la versión 4.0. Al final logré hacerlo andar. Hice una bifurcación del código original y subí la actualización a mi repositorio de Github. Arriba compartí el enlace. Una de las imágenes que produjo el sitio es la siguiente:

Malla de Actividades
Malla de Actividades en MovesCount

La página de correr hace bastante más que solo la gráfica anterior. Pero viendo el código encontré las rutinas que habían usado para crear esa gráfica. Las rutinas están basadas en otro desarrollo que se llama GPX Track Poster y permite crear imágenes partiendo de los archivos GPX locales. También creé una bifurcación de esas rutinas y las usé para crear mis propios afiches usando mis archivos GPX. Este programa resultó más sencillo que el anterior, pero también tenía problemas porque cuando descargué mis archivos de Strava vinieron con textos en español y la rutina no soporta las etiquetas de actividades en ese idioma (no las entiende).

La galería anterior usa gráficas SVG y no se muestran correctamente en WordPress. Toca alguno de los recuadros para ver las imágenes individualmente.

Las últimas gráficas las produjo Strava y son muy buenas. Cada año las hacen mejor. No he encontrado algo que lo haga tan bien como ellos, pero he encontrado varios flujos que me permiten sacar los datos de las pistas de mis actividades. Poco a poco voy a programar algo que me permita hacer esos análisis dinámicamente y hacer comparaciones de año contra año.

Yo he ido aumentando el volumen de mis actividades con la edad sencillamente porque a mis 61 años recién cumplidos no puedo darme el lujo de parar de moverme. Antes podía ser un guerrero de fin de semana y el cuerpo se quejaba pero me lo permitía. Ahora cada vez que paró de hacer ejercicio comienza la entropía a deteriorarme rápidamente. Así es que uno de los estudios que quiero hacer es cuánto he podido frenar mi pérdida de forma. Lo que quiero lograr es poder mantener lo que tengo por el tiempo que pueda.